“No queremos hacer daño, sólo así nos van a escuchar”: el campo se agarra a la fuerza de sus tractores

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Es casi la hora de comer y, después de horas en las cabinas de sus tractores, han logrado por fin ponerse de acuerdo para ocupar completamente la rotonda que articula uno de los accesos principales a la ciudad de Zamora. Salieron de sus pueblos a primera hora de este martes y avanzaron hasta la capital por columnas de tractoradas con sólo un punto en común: el grupo de Whatsapp Zamora, 6-F. En esta provincia despoblada que siempre ha vivido del campo, prendieron hace justo una semana las primeras protestas agrarias de España al ver el ejemplo de los agricultores franceses. Se dijeron: “Nosotros también estamos hartos y también tenemos tractores”.

José Miguel Gago, de 54 años, y Santiago Riego, de 28, estuvieron desde el principio. “Nos dimos cuenta de que con un día de protesta no se consigue nada, así que empezamos a sacar los tractores, y después a llenar las carreteras nacionales, y ahora queremos hacer algo más fuerte. La gente está unida, en Zamora hemos sido pioneros”, explica Riego, llegado desde Santa Eulalia de Tábara, en el centro de la rotonda, con chaleco amarillo y el tráfico parado en largas filas alrededor. Su protesta propia, desmarcada de las organizaciones agrarias y sin autorización oficial, prendió pronto en las provincias vecinas de León, Salamanca y Valladolid, y este 6 de febrero se intensifica en afluencia y dureza por múltiples puntos del país.

“A las organizaciones hay que tenerlas ahí, pero entendemos que están subvencionadas por el Gobierno y que tienen una ruta a seguir, nos limitan”, explica Gago, que ha venido desde Moreruela de Tábara. Las Organizaciones Profesionales Agrarias (OPAS) van está vez por detrás de sus agricultores. La convocatoria oficial de ASAJA, UPA y COAC en Zamora no será hasta este viernes 9 de febrero, y en Salamanca la víspera. Aunque ambas partes intentan no desviar la atención hacia sus cuitas internas, hay un malestar palpable: los portavoces de las OPAS acusan a algunos de estos agricultores autoorganizados de atacarles y los agricultores les afean falta de empuje. “Los sindicatos han estado callados y los que nos hemos animado y arriesgado hemos sido nosotros”, resume en la cabina de su tractor Daniel de la Prieta, de 34 años, hijo, nieto y bisnieto de agricultores.

“No queremos sólo subvenciones, sino precios justos”

Mientras conduce su tractor a la mínima velocidad de 4 kilómetros por hora, De la Prieta va escuchando por un pinganillo las ráfagas de audios que no cesan en los grupos de Whatsapp. Ya sólo atiende el de su zona, porque el general del 6-F en Zamora, con más de 1.000 personas, es impracticable. En ese chat, agricultores que se conocen de las comarcas de Tierra de Tábara y Tierra del Pan, se han organizado para ir encontrándose esta mañana por sus pueblos y llegar a Zamora en columna. Durante horas, la suya y otras tractoradas han dado vueltas por distintas zonas de la ciudad, pero después del mediodía todos los grupos han pasado a acciones más contundentes hasta sitiarla. “Me da pena hacer parar a otro trabajador como yo, pero a cada uno nos toca un día y hoy nos toca a nosotros”, dice Gago, en medio del malestar cada vez más sonoro de los conductores que a esta hora salen o entran del trabajo en otro municipio o provincia.

Durante la caravana por la ciudad, De la Prieta devuelve contento el saludo a todas las personas que les levantan el brazo en gesto solidario, que son muchas. La frontera entre la Zamora urbana y la rural apenas existe: si no se desciende de trabajadores del campo, seguramente al menos se tenga una casa en un pueblo. Las quejas del campo son conocidas y, en general, se entienden. “Queremos precios justos, no nos queremos limitar a subvenciones. Y somos agricultores, no hemos estudiado para ser administrativos, nos comen a papeles”, va contando Daniel, mientras intenta descifrar qué harán a continuación y dónde debe colocarse con su tractor. La mayoría de los agricultores que conoce, como él, han podido serlo porque han heredado las tierras, tractores y aperos de sus padres y abuelos. “Empezar de cero ahora es imposible, imposible”, asegura. A los 14 años ya andaba con el tractor y desde los 18 es su profesión. “Mis padres me ofrecieron estudiar e irme fuera, pero yo siempre quise esto”.

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A pocos kilómetros de allí, Paco Alonso, ingeniero agrícola, busca caminos rurales para esquivar las tractoradas y llegar a una cita de trabajo en Mombuey. La protesta le está complicando el día pero defiende “el derecho a quejarse de los agricultores”, aunque no cree que consigan nada. “La Unión Europea lleva 40 años de espaldas al campo. La Política Agraria Común (PAC) nació con el espíritu de bonificar los precios al consumidor, pero esa bonificación está pensada hace 40 años y el coste de la vida no es el mismo. Lo razonable sería que el precio que reciben los agricultores por sus productos fuera justo”, explica. Y menciona la otra gran queja de los manifestantes: “En la Unión Europea es mucho más caro producir, por lo que si queremos seguir haciéndolo y que haya gente en los pueblos, tenemos que exigir los mismos controles al producto que viene de fuera”. También les concede a los agricultores que la Administración les ha dejado solos con la burocracia: “Se cargaron el servicio de veterinarios e ingenieros agrarios técnicos en los pueblos, se les metió en oficinas, y ahora los agricultores tienen miedo de poner algo mal en los tantísimos documentos que les piden, se le exige demasiado a gente que bastantes preocupaciones tiene ya con su labor”.

De la Prieta y Alonso coinciden en que estas protestas autoorganizadas no habrían sido posibles si la Guardia Civil y la Policía, es decir, el Gobierno, hubieran querido impedirlas. “Se han permitido, van a esperar a que se cansen, porque esta gente tiene que volver a su trabajo”, pronostica el ingeniero. “La Guardia Civil nos ha tratado muy bien, si hubieran querido multar, esto se acaba rápido”, apunta De la Prieta. Por el corte de una de las entradas a Zamora han pasado durante la escritura de este reportaje varias unidades de la Guardia Civil y la Policía que se dirigían a otros cometidos y no les han dicho nada a los manifestantes. Los agricultores se organizan entre ellos para ir moviendo sus tractores y asegurarse de que bloquean, pero dejan pasar a las ambulancias, a la gente mayor, a quien tiene una urgencia y al transporte escolar

Todos desmarcan su protesta de la ultraderecha. “No queremos ni políticos ni sindicatos, estamos defendiendo lo nuestro, todos los agricultores, de izquierdas y derechas, tenemos los mismos problemas”, asegura Riego. “Nos ha hecho mucho daño que desde el Gobierno se nos asocie con la ultraderecha, es para desprestigiarnos”, apunta Gago. En la Junta de Castilla y León, Vox se ha encargado una vez más de apropiarse de las reivindicaciones del campo y el vicepresidente, Juan García-Gallardo, viaja con frecuencia a Bruselas para erigirse en la voz del campo español. De la prieta asegura que en los chats de Whatsapp no hay más que agricultores y que no se habla de política, sólo de las protestas. En sus vehículos no hay consignas, pero la mayoría portan en palas y retrovisores banderas de España.

Es casi la hora de comer y, después de horas en las cabinas de sus tractores, han logrado por fin ponerse de acuerdo para ocupar completamente la rotonda que articula uno de los accesos principales a la ciudad de Zamora. Salieron de sus pueblos a primera hora de este martes y avanzaron hasta la capital por columnas de tractoradas con sólo un punto en común: el grupo de Whatsapp Zamora, 6-F. En esta provincia despoblada que siempre ha vivido del campo, prendieron hace justo una semana las primeras protestas agrarias de España al ver el ejemplo de los agricultores franceses. Se dijeron: “Nosotros también estamos hartos y también tenemos tractores”.

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