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Memoria histórica

Paula de la Fuente se reencuentra con su padre 82 años después de su fusilamiento a manos de los franquistas

La hija de Leoncio, Paula de la Fuente,  recibe los restos de su padre de manos de la consejera Ollo.

La noche del 22 de mayo de 1938 un grupo de 795 presos se fugaron del Fuerte de San Cristóbal, en Pamplona, penal en el que permanecían encerrados por el nuevo régimen franquista. Leoncio de la Fuente fue uno los 206 reos que fueron detenidos de nuevo y posteriormente fusilados. Esa noche, su hija Paula, perdió su rastro hasta que hace un mes los restos de su progenitor fueron identificados gracias al Banco de ADN de Navarra y a la investigación emprendida por su nieta Beatriz Fernández.

“Empecé buscando por Internet y me puse en contacto con la Asociación Txinparta-Fuente de San Cristóbal, que me confirmó que mi abuelo había estado en el fuerte”, detalla Beatriz a infoLibre. La asociación le habló del banco de ADN, al que decidió mandar una muestra biológica de su abuela. Fue entonces cuando el laboratorio Nasertic encontró coincidencias entre el ADN dePaula y un hombre exhumado de la fosa de Larrasoaña en 2018: su padre.

Paula ha recibido este viernes del Instituto de la Memoria del Gobierno de Navarra los restos de su padre en un acto que su nieta ha calificado como muy emocionante y emotivo. “Estaba muy contenta de poder llevárselo a su pueblo a descansar con su familia”, explica Beatriz. “Mi abuela se animó a venir hasta aquí no solo a recoger los restos de su padre sino también para poder conocer a Paulina y darla las gracias en persona”. Paulina Lizoain era una niña cuando fue testigo de los enterramientos de los presos y ha sido clave para localizar el lugar exacto de la fosa de Larrasoaña.

La consejera Ana Ollo y el forense Paco Etxeberria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi entregan el retrato de Leoncio y el trabajo realizado por Nasertic,  a su hija Paula de la Fuente, en presencia de la bisnieta de Leoncio.

En el fuerte no hay ningún tipo de placa que recuerde su siniestra etapa como cárcel franquista, ha querido destacar Beatriz: “En el camino hay un monolito que puso Txinparta explicando que ahí hubo una prisión”. En 1988 fue levantado para recordar a los fugados del presidio como Leoncio, pero desde entonces ha sido atacado en varias ocasiones por los fascistas.“Nos hemos quedado asombrados al ver el fuerte, cuando vas allí impone mucho, la construcción en medio de la montaña, el frío que hace incluso en agosto”, comenta Beatriz  tras la visita, en la que han experimentado “rabia” y “tristeza”. “Sobrecoge ponerte en el lugar de mi bisabuelo y de tantos otros, de lo que tuvieron que sentir o pensar allí dentro”, señala.

Beatriz llama a las personas que conozcan la ubicación de alguna fosa común a marcar su lugar. “Que no tengan miedo, no va a haber ningún tipo de represalia”, remarca, y pide a las familias que acudan a los bancos de ADN, ahora que todavía quedan familiares directos como los “abuelos o bisabuelos”. Por último, exige a las instituciones que dediquen más fondos para memoria histórica, ya que “se tenía que haber hecho hace mucho.

La fuga del Fuerte San Cristóbal

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Tras el golpe de estado de 1936, Navarra fue tomada imediatamente por el bando sublevado, que utilizó el Fuerte de San Cristóbal como prisión, que ya había sido usada en la República para encerrar allí a presos de la Revolución del Octubre del 34. Dos años más tarde, Leoncio sería uno de sus nuevos ocupantes, tras ser condenado por un tribunal militar a cadena perpetua.

Sin vinculación a ningún partido político, su delito fue protestar ante un camión que llegó a Fresno el Viejo (Valladolid) con material de la Falange. Era el 19 de julio de 1936. El vehículo de los fascistas se había quedado atascado en las inmediaciones del pueblo y muchos vecinos quisieron dejar claro que allí no eran bien recibidos. Días más tarde, y tras ser señalado, fue detenido por los sublevados junto a otros participantes en la protesta.

La noche del 22 de mayo de 1938, en plena Guerra Civil, el penal de San Critóbal fue escenario de una de las mayores fugas de las cárceles del nuevo régimen. Leoncio de la Fuente y casi 800 presos más tomaron el fuerte y emprendieron una huida hacia Francia. Sin embargo, se cree que sólo tres alcanzaron la libertad. El resto fueron detenidos, unos devueltos a la cárcel, y otros ejecutados y enterrados en fosas comunes. Una de ellas, la de Larrasoaña, fue donde permanecieron los restos de Leoncio.

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