Política exterior
El PP oculta si apoya el cambio de criterio sobre el Sáhara y exige a Sánchez un pacto en torno a Marruecos
¿Qué opina el PP sobre el fondo del debate en torno al cambio de posición de España sobre el Sáhara? ¿Apoya o rechaza la propuesta marroquí de asumir la soberanía sobre la antigua provincia española a cambio de concederle cierto grado de autonomía? ¿Le parece, como a Pedro Sánchez y al PSOE, una solución “más seria y creíble” que la que propone el Frente Polisario, la celebración de un referéndum de autodeterminación?
De momento sigue sin haber respuesta a esa pregunta. Dos meses después de asumir la Presidencia del PP, Alberto Núñez Feijóo se mantiene en la ambigüedad. Ni siquiera aclaró la posición de su partido con ocasión de la entrevista que mantuvo en Rotterdam (Países Bajos) la semana pasada con el primer ministro marroquí, Aziz Ajanuch, al que prometió “lealtad” y con el que se permitió, eso sí, “estrechar compromisos y lazos de vecindad, de reciprocidad, de honestidad y de lealtad entre Marruecos y España”.
La excusa de Feijóo para no revelar qué opina el PP sobre el contencioso del Sáhara es que no conoce la posición de Pedro Sánchez y de su Gobierno. “Yo no puedo tener una postura mientras no conozca exactamente qué es lo que ha pactado mi país”, alegó en Rotterdam.
Nada cambió este miércoles en el debate celebrado en el Congreso en torno al Sáhara. La portavoz del PP, Cuca Gamarra, volvió a quejarse de que Pedro Sánchez no cuente con los demás grupos parlamentarios —en particular con el suyo— para fijar la política exterior española en relación con este asunto. Pero sin aclarar si le gusta o rechaza el giro decidido por el Ejecutivo en favor de las posiciones de Marruecos, base de la normalización de las relaciones iniciada por Sánchez con el rey Mohamed VI.
El PP se sumó a las críticas contra Sánchez desde que se publicó la carta en la que el presidente revelaba el cambio de posición. Pero sus críticas siempre se dirigen a que el presidente no haya contado con ellos en un asunto que consideran de Estado, sin entrar en el fondo de la cuestión. “Usted no tiene ni el apoyo ni el mandato para cambiar la política exterior española en relación con esta cuestión”, le recordó Gamarra en el Congreso.
Todo lo más, la portavoz del PP exigió a Sánchez volver “al marco de Naciones Unidas, que nunca debió abandonar, de apoyo a una solución negociada entre las partes”. Una posición que definió como de “neutralidad activa para buscar un acuerdo que sea aceptado por todos”.
Pero Sánchez nunca ha roto con el marco de Naciones Unidas. La ONU, en su última resolución, fechada en octubre de 2020, reclamó “una solución política realista, viable y duradera para la cuestión del Sáhara Occidental”. Una solución “basada en la avenencia, y la importancia de adaptar el enfoque estratégico de la Minurso [la Misión de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental] y orientar los recursos de las Naciones Unidas con ese fin”. Y apelaba a la voluntad política de las partes para “alcanzar una solución (…) con realismo y espíritu de avenencia, y alentando además a los países vecinos a que contribuyan al proceso político”.
El PP apoya ese planteamiento, pero no aclara qué piensa sobre la solución marroquí, a la que Sánchez y España han dado preferencia a cambio de normalizar las relaciones con Marruecos.
Se limita a exigir una política exterior dialogada con todos los grupos parlamentarios, “empezando por el principal partido de la oposición”, que “proporcione explicaciones claras y veraces, no que rehúya toda forma de control. Una política exterior que impulse una política de vecindad con Marruecos basada en el respeto y la fiabilidad, desde la verdad”, añadió sin precisar más.
El Gobierno de Mariano Rajoy firmó en 2012 un documento en el que España reconoció “la importancia de la reanudación de las negociaciones sobre bases sólidas, de conformidad con las resoluciones y los parámetros claramente definidos por el Consejo de Seguridad”. Y en el que saludaba “también los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos”. Esta referencia alude a la propuesta de autonomía, pero sin comprometer la preferencia de España frente al referéndum de autodeterminación.
El expresidente José María Aznar, a su vez, calificó en marzo de “error histórico” el giro sobre el Sáhara Occidental porque envía, según él, un “mensaje de debilidad” a Marruecos que “pagaremos muy claro”. Aznar, igual que Feijóo, se centró en criticar que el Gobierno no haya contado con el PP antes de tomar una decisión. En política exterior, explicó, se puede optar por una u otra acción “pero hacerlo sin consulta y sin debate parlamentario previamente me parece una gravísima temeridad y un error incalculable”.
Sin respuesta
Gamarra, en todo caso, no reveló en el debate celebrado en el Congreso nada sobre la reunión que Feijóo mantuvo con el primer ministro marroquí y el presidente Sánchez tampoco se lo preguntó. Sí le insistió, en cambio, en que explicase qué solución propone el PP para el Sáhara. No hubo respuesta.
Las únicas propuestas que la portavoz del PP trasladó durante el debate tenían que ver con Ceuta y Melilla y con Argelia. En relación con las dos ciudades españolas del norte de África, exigió la integración de ambas en el espacio Schengen de la Unión Europea.
A petición de España, Ceuta y Melilla quedaron excluidas en 1991 de ese espacio, que garantiza la libertad para viajar, trabajar y vivir dentro de él, con el fin de facilitar la interacción fronteriza con Marruecos. Eso situó la frontera de la UE en los puertos. Integrarlas ahora significa exigir visado a todos los marroquíes que quieran entrar y trasladar los controles aduaneros a la frontera.
No sólo eso. El PP quiere que Ceuta y Melilla pasen a estar expresamente bajo el paraguas protector de la OTAN, que no incluye el territorio africano. Aunque nada impediría a la alianza militar acudir en auxilio de España en virtud de un acuerdo político de sus miembros.
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“Le exigimos que arregle cuanto antes el estropicio que ha generado en las relaciones con Argelia, en las que no sólo no hay ni un solo avance sino que hay muchísimos retrocesos que están marcando la economía en nuestro país”, añadió la portavoz del PP. El cambio de posición de España sobre el Sáhara no ha servido para nada. Es “un fracaso. Su fracaso”, subrayó.
Apenas unas horas más tarde, el presidente de Argelia, Abdelmayid Tebune, anunció la suspensión “inmediata” del tratado de amistad suscrito con España hace casi dos décadas como represalia por su “injustificable” apoyo al plan de autonomía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Las autoridades argelinas recriminan a las españolas la campaña emprendida para tratar de argumentar un giro político que supone una “violación de las obligaciones jurídicas, morales y políticas” de la que sigue siendo “potencia administradora” del Sáhara Occidental.