Población

La precariedad laboral y la dificultad para conciliar explican que la natalidad española haya caído al nivel de 1941

Imagen de archivo de una mujer embarazada.

España, en cuanto a natalidad, ha vuelto a 1941. Según los datos que hizo públicos este martes el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre los meses de enero y junio de este año nacieron 179.794 niños, la cifra más baja de toda la serie histórica que comenzó a elaborarse en la década de los 40. Es, además, un 5,8% menos que en el mismo periodo de 2017, cuando nacieron 11.168 bebés más. 

Pero es que además, en paralelo, el número de defunciones aumentó. A lo largo de los seis primeros meses de 2018 murieron 226.384 personas, un 2,1% más que en el mismo periodo del pasado año, cuando se registraron 221.700 fallecimientos.

¿Cuál es la consecuencia de ello? Que el crecimiento vegetativo de la población es negativo. Es decir, hay más muertes que nacimientos y, por ende, la sociedad envejece. Así, la cifra de crecimiento vegetativo correspondiente al primer semestre de 2018 se situó en -46.590 personas, superando por mucho a la registrada en el mismo periodo de 2017, que alcanzó las -32.132. 

Pero, ¿por qué ocurre? ¿Por qué en España cada vez nacen menos bebés? Según los expertos consultados por infoLibre, hay varias causas. Por un lado, las de la propia demografía y, por otro, las socioeconómicas. 

Menos mujeres en edad fértil

Hay una primera explicación, puramente demográfica, que explica que los nacimientos sean cada vez menores: en términos de población, hay menos mujeres en edad fértil. "Ahora mismo están en el periodo reproductivo aquellas generaciones que nacieron a finales de los años 70 y durante la década de los 80, una época en la que España salía en las noticias por tener la fecundidad más baja del mundo", explica Diego Ramiro, jefe del Departamento de Población del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 

Y a esto se suma otro factor: las pocas mujeres que hay actualmente en España en edad fértil tienen una tasa de fecundidad muy baja, de 1,3 hijos por mujer. "No se puede comparar con la tasa que había en los años 30 y 40 cuando el dato se situaba en cuatro o cinco hijos por mujer", continúa Ramiro. "¿Por qué era así? Porque antes muchos niños morían a los pocos años de edad. Es decir, había un régimen demográfico poco eficiente porque las mujeres tenían que dar a luz a muchos bebés para que sobrevivieran unos pocos", argumenta. 

Pero la disminución de la tasa de fecundidad poco tiene que ver con la voluntad de las mujeres, añade Marta Seiz, investigadora de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). "No es que las mujeres no quieran tener hijos", asegura. Y los datos le dan la razón. Según una encuesta publicada por el propio INE el pasado 28 de noviembre, casi tres de cada cuatro mujeres desearían tener, al menos, dos hijos. Es un deseo, además, de las mujeres de todas las edades: desde las menores de 25 años a las mayores de 40. 

Inseguridad e inestabilidad económica

Ese es el deseo, pero la realidad es muy distinta. La tasa de fecundidad supera, por muy poco, el hijo por mujer. Y es que tienen pocos hijos porque la situación no les permite otra cosa. Así lo reflejó la encuesta del INE, que reveló que, a partir de los 35 años, "las razones laborales o de conciliación de la vida laboral y familiar y las económicas son las más importantes por las que las mujeres han tenido menos hijos de los deseados".

Lo explica más concretamente Seiz. Para ella, la inestabilidad y la precariedad laboral instalada desde el inicio de la crisis económica es una causa clave en la explicación de los motivos por los cuales las mujeres no pueden ser madres de los hijos que desean. "Actualmente, vivimos en una sociedad que necesita de dos salarios para mantener un hogar, pero a la vez hay un nivel muy elevado de desempleo y de temporalidad en el empleo", argumenta. Por eso, ante la incertidumbre y la inseguridad laboral, sumada a la dificultad para acceder a una vivienda —tanto de alquiler como en propiedad—, las parejas aplazan el momento de ser padres

Y esto, a su vez, complica que aumente la tasa de fecundidad. "Si se retrasa el momento de la fecundidad, llega un momento en que los hijos se tienen a una edad que es complicado tener un tercer o cuarto bebé", explica Ramiro. Por eso, la fecundidad alta ya es "una rareza" en el sistema español. 

Dificultad para conciliar y falta de corresponsabilidad en los cuidados

Hay, además, otra dificultad: la conciliación. "Es muy complicado conseguirla, los horarios laborales comprenden muchas horas al día y las jornadas casi siempre son partidas, por lo que encajan muy mal con los horarios escolares", critica Seiz. 

Coincide con ella María Sánchez-Domínguez, profesora en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y directora de un proyecto de investigación sobre la crisis del cuidado en España que financia la Fundación Ramón Areces. "Cada vez hay menos mujeres que quieren tener hijos porque España no es un país amigable para hacerlo", lamenta. Sobre todo, especifica, desde el punto de vista de la madre. Ellas son, recuerda, las que más niveles de desempleo y precariedad soportan y, además, las que cargan con la mayor parte de las tareas de cuidados de los recién nacidos.

Y las políticas públicas tampoco ayudan. "No hay provisión de plazas públicas para guarderías de 0 a 3 años, lo que dificulta la conciliación, y los permisos parentales todavía están lejos de los maternales", critica. Además, puntualiza, desde el punto de vista del empresario "está muy mal visto" que una madre, y sobre todo un padre, pida permiso para cuidar de su hijo. "No hay un contexto amigable y la gente, por eso, no quiere tener hijos", asegura. 

¿Cómo frenar el envejecimiento?

Hay que solucionar este problema, según Sánchez-Domínguez, porque la población española cada vez envejece más. Y así, "¿cómo se va a sostener el sistema de pensiones en el futuro?", se pregunta. 

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La solución no es fácil ni inmediata, según los expertos, pero existe. Según Seiz, de nada sirven medidas económicas puntuales como los "cheques-bebé", sino que hay que tomar medidas más a largo plazo. "Se ha demostrado que los incentivos monetarios no tienen el efecto esperado porque sólo provocan pequeños repuntes", explica. En su lugar, asegura, hay que tomar medidas orientadas a la mejora de la conciliación y, sobre todo, de la corresponsabilidad entre madres y padres. 

"Hay que reorientar las políticas públicas protegiendo los derechos de conciliación, fomentando el empleo y su estabilidad y facilitando la emancipación juvenil con políticas laborales y de vivienda", explica. 

Pero los efectos de estas medidas no se notarán a corto plazo, explica Sánchez-Domínguez. Hasta que lo hagan, el déficit poblacional, si todo sigue como hasta ahora, continuará empeorando. ¿Cómo solucionarlo de forma inmediata? "A través de las movimientos migratorios", sentencia Ramiro. 

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