La estrategia del PP
El 'otro PSOE' que añora el PP es el mismo al que Aznar y Rajoy cercaron cuando estaba al frente de Ferraz
Alberto Núñez Feijóo tiene una obsesión: atraer a suficientes votantes del PSOE como para alzarse con la victoria en las elecciones del próximo año. Para conseguirlo, tanto él como su equipo de dirección difunden desde hace meses un argumentario según el cual el PSOE ha dejado de ser el Partido Socialista y se ha convertido en el “partido sanchista”. Una formación, aseguran, que nada tiene que ver con el PSOE de figuras como Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba y con la que no es posible llegar a acuerdos porque “han abandonando la Carta Magna”.
El líder del PP insiste en esa idea estos días aprovechando la disidencia pública de barones como Emiliano García Page y Javier Lambán, presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, respectivamente. Los dos tienen elecciones el próximo mes de mayo y discrepan de la decisión Pedro Sánchez de impulsar una reforma del Código Penal para modificar los delitos de sedición y malversación de la que se beneficiarán algunos de los condenados e imputados por el procés.
Aquel partido, el de Felipe González, fue “baluarte” contra la extrema izquierda y el independentismo, mientras que ahora es su “aliado”, sostiene Feijóo. No es raro que el líder del PP incluya en sus intervenciones públicas elogios a quien fuera presidente del Gobierno entre 1982 y 1996 y al que en alguna ocasión llegó a votar antes de ponerse al servicio del PP, como él mismo reconoce.
Los elogios de Feijóo a González y también a Rubalcaba no son algo nuevo. En noviembre de 2019, dos días después de que Sánchez anunciase su decisión de formar gobierno con Unidas Podemos, el entonces presidente de la Xunta aseguró que si el PSOE estuviera todavía a las órdenes de sus antiguos líderes estos hubiesen impedido la coalición y habrían apadrinado un Gobierno entre PP y PSOE.
Más chocante aún es escuchar ahora a Esteban González Pons, secretario de institucional de la dirección de Feijóo, echar de menos a Rubalcaba, al que tachaba de “traidor” cuando estaba vivo. Tanto por la Ley de Memoria Democrática como por las “medidas a la hora de afrontar la crisis” se “echa de menos hoy en el PSOE” a figuras como Rubalcaba, declaró el pasado mes de junio.
En 2011, en cambio, González Pons decía que Rubalcaba era un “traidor en términos políticos” a los policías y guardias civiles que “se juegan la vida en el País Vasco, y en otras partes, todos los días”. Entonces le acusaba nada menos que de avisar a un grupo de etarras de que iban a ser detenidos.
El PP acusó a Rubalcaba, a lo largo de su carrera, de toda clase de cosas. Desde haber cedido ante ETA a haber organizado las movilizaciones con Aznar y su Gobierno tras los atentados del 11M. E incluso de organizar una policía política para investigar a la oposición —es el Gobierno de Rajoy el que está siendo investigado por ese motivo—.
El mismo argumentario
En el caso de Felipe González la lista de críticas que el PP dirigía a quien hoy reivindica como un modelo para el PSOE es interminable.
Entonces, con José María Aznar en la oposición y el PSOE en el Gobierno, el PP también hablaba del “deterioro de la democracia” y su líder reivindicaba la moderación. “He debatido 11 veces con el presidente González en las Cortes, y debato con él donde quiera y como quiera, pero no intercambio insultos por muchas cosas que me echen encima. Quedan, por tanto, para el señor González las coces y los insultos, mientras nosotros permanecemos en la razón de la construcción de España, porque el proyecto del Partido Socialista ha terminado, está dividido y derrumbado, con un Gobierno dubitativo y tambaleante, que no sirve a los objetivos de nuestro país”.
Aznar, como ahora Feijóo, también acusaba al presidente González de utilizar el BOE a su servicio. “Revitalizar y recrear la democracia quiere decir, entre otras cosas, no tener que pasar por la vergüenza de que en un boletín oficial se vea cómo se indulta a candidatos socialistas condenados por prevaricación porque le interesa al Gobierno”. Votar al PSOE es votar a los comunistas, decía Aznar en 1991, anticipando que tras las elecciones habría pacto con IU.
En 1995, ya en la precampaña de las elecciones que el PP ganó por primera vez, José María Aznar se expresaba en términos que recuerdan nítidamente al Feijóo de ahora. La actual situación política, decía en mayo de aquel año, ni siquiera puede calificarse de “gravísima”, porque “lo que está ocurriendo en España es una auténtica vergüenza” que provoca al conjunto de los españoles “un sentimiento de profunda indignación”.
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Entonces el PP, como ahora, proclamaba la debilidad de Felipe González y afirmaba que España quería “un Gobierno fuerte con una mayoría clara” que impidiera una alianza entre el PSOE e Izquierda Unida. “No es que España no tenga posibilidades, tiene un Gobierno incapaz. No es que España sea difícil de gobernar, no tiene Gobierno. No es que España no tenga prestigio, tiene un Gobierno desprestigiado. España tiene futuro y el que no tiene ningún futuro es el actual Gobierno".
Aquel Aznar predicaba concordia, moderación, prudencia y sensatez al mismo tiempo que acusaba al Gobierno de Felipe González de corrupto, de incumplir la ley y de llevarse el dinero. Prometía una reducción de la administración —anunciaba la supresión de 5.000 altos cargos y una limitación del número de asesores por ministro— y hasta prometía que no se mudaría a la Moncloa “porque encerrarse allí es un gravísimo error”.
“Nada les gustaría más a los socialistas que vernos radicalizados, enfurecidos, vociferantes, exasperados. Pues nos van a ver todo lo contrario: tranquilos, moderados, sensatos, prudentes, reflexivos, tendiendo la mano a la concordia, intentando superar las dificultades y llamando a la unidad de todos”, decía en 1995 el líder del PP. Para añadir, a renglón seguido, su intención de poner fin a la política “rancia, corrupta y alicorta” del Gobierno de González. El PSOE se agarra a “la vieja política de siempre, a los engaños y las manipulaciones de siempre. Es la política del sólo resistir y de que aquí da todo igual”. Casi exactamente lo mismo que dice Feijóo hoy: “Sánchez no tiene ya ningún límite y su único objetivo es resistir”.