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Crisis del coronavirus

La receta italiana para controlar mejor al coronavirus que España (por ahora): rastreadores suficientes y aislamiento domiciliario duro

Pasajeros en el aeropuerto Leonardo da Vinci, en Roma (Italia).

Durante meses, Italia fue el espejo en el que se reflejaba España. Lo que ocurría en el país transalpino se replicaba a la semana aquí. Tanto en lo relativo a la explosión en el número de casos, como en las medidas para aplanar la curva: el confinamiento estricto fue decretado por Sánchez poco después del anuncio de Conte, con medidas muy similares. Las fechas de la desescalada fueron también similares, y la contención de la pandemia parecía exitosa en ambas naciones durante junio. Sin embargo, ahora los caminos se han separado: mientras que las cifras italianas indican que el virus está bajo control, en España Aragón y Cataluña sufren transmisión comunitaria, los números de nuevos positivos e incidencia en relación a la población son muy superiores y las comunidades autónomas llevan semanas anunciando medidas más restrictivas. ¿Qué se ha hecho distinto y qué se puede aprender?

El pasado 31 de julio, Italia registró 379 casos de covid-19 confirmados en las últimas 24 horas. En España fueron 1.500. En las últimas dos semanas, los nuevos positivos diarios del país transalpino han basculado entre los 100 y los 300, similares a los datos que España registró durante junio y que ahora parecen lejanas de recuperar. Los hospitalizados en una Unidad de Cuidados Intensivos son más difíciles de comparar, sin embargo: España registra los nuevos ingresos en la UCI en los últimos siete días (27 en la última semana), mientras que los vecinos mediterráneos informan del total de pacientes en las salas de terapia intensiva del país (41 este viernes).

Las tendencias en cuanto a la UCI, sin embargo, son distintas: España registra una ligera subida en los últimos días (19 el martes, 21 el miércoles y 25 el jueves), mientras que los datos semanales en Italia están en un ligero descenso (del 9% durante esta semana en comparación a la anterior, y siete pacientes menos del jueves al viernes). Los expertos señalan, que, por lo general, son necesarios 15 días tras un aumento significativo en los positivos registrados para registrar un aumento en los ingresos, y varios días más para que ese aumento del trabajo en los Cuidados Intensivos se trasladen a los números de fallecidos. España lleva varias semanas con un crecimiento sostenido de los nuevos casos, tanto en la comparación semanal (más fiable) como en la evolución diaria que comunica el Ministerio de Sanidad: por lo que es esperable que aumente la presión hospitalaria, si bien es verdad que el porcentaje de asintomáticos detectados es amplio, de más del 60%, por lo que no tiene por qué traducirse de manera exacta.

Italia, por el contrario, y exceptuando un ligero repunte en los positivos de los últimos días, no ha detectado –aún– grandes aumentos ni brotes preocupantes desde que completó su desescalada. Pero hay un dato que juega en su contra en comparación con España: los fallecimientos. La tasa de letalidad del coronavirus de Italia sigue siendo alta con respecto a otros países, del 14,2%, frente al 9,9% español. Por lo general, el aumento en la cantidad de test realizados aumenta el número de positivos que se detectan –ya que muchos asintomáticos, que antes quedaban sin descubrir, se añaden a las estadísticas– y hace descender la tasa de mortalidad. Siempre asumiendo que la cepa del virus circulante sea la misma, un tema sobre el que, por ahora, hay poca literatura científica. Las cifras de muertos que comunica el Ministerio de Sanidad italiano están en descenso, pero son algo mayores que las españolas: el pasado 30 de julio registraron la cifra más baja desde febrero, 3, pero el dato diario basculó en las dos semanas precedentes entre las 5 y las 20 muertes diarias. 

Es muy difícil comparar la situación entre dos países en una pandemia, puesto que hay multitud de factores que influyen, y muchos de ellos no son controlables a largo plazo: la estructura social y económica de los pueblos, las costumbres, la capacidad del sistema sanitario y del programa de vigilancia epidemiológica, sus conexiones con otros lugares... pero, a grandes rasgos, las cifras permiten asegurar que Italia está sobrellevando mucho mejor la nueva normalidad que España, donde se debate ya si estamos cerca o lejos de una segunda ola. No hay rastro de transmisión comunitaria en ninguna región y los hospitales no comunican ninguna saturación. El único dato que rompe la aseveración es la tasa de letalidad, que podría ser un indicativo de que en nuestro país se hacen más test y se detectan más casos asintomáticos que en Italia.

Sin embargo, otros datos hablan mejor de la capacidad de Italia para ejecutar la vigilancia epidemiológica. En primer lugar, el número de brotes detectados: en Italia hay 655 activos, según los últimos datos, frente a los 422 españoles, pese a detectar un número muy inferior de positivos. Es decir, el vecino mediterráneo es capaz de detectar con más facilidad de dónde vienen los nuevos casos y adscribirlos a un espacio y un tiempo concretos. Por el contrario, en muchas comunidades españolas, hay un amplio porcentaje de casos de los que no se detecta su origen: no se sabe quién contagió al positivo analizado. 

En segundo lugar, Italia, en promedio, cuenta con más rastreadores ejerciendo, controlando los contactos estrechos de cada positivo. Al menos en teoría, porque el país no es nada prolífico a la hora de informar del número de empleados en esta función, pese a que la Organización Mundial de la Salud ha insistido una y otra vez en que es clave. El tema no está en el debate público, a diferencia de aquí. El Gobierno italiano ha asegurado que "la mayoría" de regiones, que tienen al igual que en España las competencias en Sanidad, cuentan con un rastreador o más por cada 10.000 habitantes. En las comunidades españolas con transmisión comunitaria reconocida no se llegaba a esta ratio cuando los datos de positivos seguían relativamente bajos. Aragón contaba hace unas semanas con 0,81 rastreadores por cada 10.000 habitantes, aunque las últimas contrataciones han elevado el dato a 2. Cataluña cuenta con un paupérrimo 0,23 de rastreadores, aunque la consellera de Sanidad ha prometido fichar a más en las próximas semanas: y Madrid cuenta con 0,27.

No hay consenso entre los expertos sobre cuál es la ratio más adecuada de rastreadores: tampoco es fácil comparar, puesto que no hay una definición clara de qué es un rastreador. Pueden entrar en la definición tanto un médico de familia que pregunta a su paciente por sus contactos como un empleado de call center específicamente contratado para ello, por lo que el conteo se complica. Pero, en líneas generales, Italia cuenta con una Salud Pública más fortalecida que España en este aspecto. 

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Sin embargo, algunos epidemiólogos italianos no son tan optimistas y apuntan a que Italia puede estar detectando menos de lo que debería, en comparación a otros países como España: "Tal vez no le estamos haciendo una PCR a las personas adecuadas", aseguró en una entrevista la profesora de Microbiología de la Universidad de Padua Andrea Crisanti, una de las voces más respetadas del país en cuanto al covid-19. Sin embargo, no hay –por ahora– datos que respalden su afirmación, salvo la sospechosa tasa de letalidad, y la mayoría de expertos consideran que Italia está controlando bien los brotes, recoge Il Corriere de la Sera. Aunque advierten que hay que vigilar más de cerca tanto el ocio nocturno como los casos importados de otros países.

Por otro lado, las autoridades sanitarias italianas han instaurado un sistema que permite confinar rápidamente ciudades, barrios o edificios. Unos aislamientos quirúrgicos amparados por el estado de emergencia que hace unos días Conte ha extendido, como mínimo, hasta octubre. Para abandonar una zona en cuarentena, los ciudadanos tienen que dar negativo en las pruebas de diagnóstico en dos ocasiones y en caso de violar las medidas, los contagiados se exponen a sanciones de hasta 1.000 euros o incluso la cárcel. En España, las autonomías se han encontrado con varias dificultades para decretar confinamientos, debido a las características del ordenamiento jurídico español: según los juristas, el Estado de Alarma es una medida excepcional que se queda grande para esta situación, pero la Ley de Salud Pública de 1986 no es lo suficientemente específica como para dar soporte a estas actuaciones. 

Las autoridades sanitarias italianas, así como el primer ministro y el presidente de la República, insisten una y otra vez en que no hay que "bajar la guardia" y que "el virus sigue circulando", pese a que los datos sean mucho mejores que los de vecinos como España, Francia o Reino Unido. Inquieta el crecimiento sostenido de las últimas semanas: la tasa de reproducción, el número R, ya es mayor de uno, lo que indica que, de media, cada positivo de covid-19 contagia a más de una persona. El coronavirus está haciéndose fuerte de nuevo, aunque a un ritmo, por ahora, moderado. Pero como ha demostrado la experiencia de múltiples países, bastan unas pocas semanas para pasar del control al temido escenario de la transmisión comunitaria, que vuelva a poner en jaque hasta al más preparado de los sistemas sanitarios. 

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