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Operación Púnica

Rivera en Madrid: de acusar al PP de ser una "banda organizada" a convertirse en su socio de Gobierno

Cristina Cifuentes junto a Albert Rivera en una imagen de archivo.

Tras dos meses de tira y afloja, el pasado viernes se confirmó por fin el acuerdo entre PP, Ciudadanos y Vox para que la conservadora Isabel Díaz Ayuso presida la Comunidad de Madrid. Pero el Gobierno de Ayuso, que previsiblemente será nombrada presidenta la semana que viene, va a nacer ya sumido en el escándalo, y no solo porque la ultraderecha será su socio ineludible para alcanzar la mayoría. El mismo viernes que se anunció el pacto, la Fiscalía Anticorrupción solicitó formalmente la imputación en el caso Púnica de los expresidentes madrileños Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes. Y, de confirmarse esta imputación, Ciudadanos tendría que tragarse buena parte de su discurso sobre lucha contra la corrupción de la última legislatura.

El partido naranja ha hecho de la "regeneración" una de sus banderas discursivas, pese a lo cual no ha tenido ningún problema en considerar al PP su socio preferente tras las últimas elecciones y en negociar gobiernos con los conservadores en decenas de ciudades y comunidades. El argumento de Ciudadanos es sencillo: la renovación del PP, enfangado por los numerosos casos de corrupción que le afectan, pasa precisamente por la entrada de la formación de Albert Rivera en sus ejecutivos para vigilar sus actuaciones. Y, por eso mismo, el pacto en la Comunidad de Madrid –epicentro de los escándalos del partido conservador– no debe romperse aunque los tres últimos presidentes autonómicos del PP puedan ser imputados.

Así lo defendió el pasado sábado su nuevo portavoz adjunto en el Congreso de los Diputados, Edmundo Bal, que aseguró que "precisamente" por cuestiones como la posible imputación de Aguirre, González y Cifuentes en Púnica su partido debe entrar en los gobiernos. Según Bal, que Ciudadanos comparta el poder con el PP es la única manera de poder "hacer auditorías profundas, levantar alfombras y descubrir que había pasado en la época anterior". Y, para el portavoz, que la formación de Rivera forme parte de los gobiernos autonómicos sirve para que los ejecutivos no los domine el PSOE "con los ERE" ni el PP "con sus casos de corrupción", pese a que Ciudadanos haya apoyado a estos partidos en autonomías en los que se han visto envueltos en escándalos.

Rivera señaló expresamente a Cifuentes

Pero no es la primera vez que Ciudadanos se ve obligado a justificar su apoyo a un PP rodeado de casos de corrupción. Durante la pasada legislatura, el partido naranja fue el sostén parlamentario del Gobierno madrileño de Cristina Cifuentes, que se presentó a sí misma como garantía de limpieza dentro de su partido pero en cuyo mandato se siguieron sucediendo los escándalos. Tanto fue así que Ciudadanos acusó al PP de tener la corrupción integrada en su forma de funcionar y el propio Rivera amenazó con romper con la formación conservadora después de que la policía registrase la sede del PP madrileño en el marco de la investigación de la trama Púnica.

"Por supuesto que, si hubiera un solo imputado que afectara al Gobierno de la Comunidad de Madrid, tendría que ir de patitas a la calle, y entonces sí podría perder el apoyo de Ciudadanos", sostuvo en febrero de 2016 Rivera, que aseguró que el hecho de que el PP dé "cuentas de todo lo que han hecho en la Comunidad [de Madrid] en los últimos años" no es "un linchamiento", sino "limpieza democrática". Y unos meses después, en mayo, era incluso más preciso al asegurar que su partido se plantearía "muchas cosas" si "imputaran a Cristina Cifuentes". Un aviso que ha quedado en nada pese a que es la propia Cifuentes, presidenta de aquel Ejecutivo, y sus dos inmediatos predecesores los que podrían tener que sentarse ante los tribunales.

"Bandas organizadas con siglas de partido"

No obstante, esas no son las únicas palabras críticas sobre la corrupción que el líder del partido naranja ha dedicado quienes han sido, desde 2015, sus socios en la Comunidad de Madrid. También en febrero de 2016, a raíz del registro de la sede del PP de Madrid, Rivera calificaba de "banda organizada" a la formación con la que dentro de unos días comenzará a compartir gobierno. "No es que haya un garbanzo negro o un ladrón, es que hay bandas organizadas enteras con siglas de partido que se aprovechan y saquean nuestras instituciones", denunciaba Rivera, que insistía en su exigencia de "regeneración democrática" y llegó a afirmar que los partidos "que no saben limpiar su casa difícilmente pueden limpiar España de corrupción".

Y es que Ciudadanos, al menos públicamente, lleva años convencido de que su "socio preferente" es una organización en la que los casos de corrupción no son la excepción, sino la norma. En la misma línea que Rivera se expresó en abril de 2017 el entonces portavoz parlamentario del partido naranja, Juan Carlos Girauta, que aseguró que "el caso Gürtel, la operación Púnica" o "el caso Taula" no son "casos aislados, es el caso PP"caso PP. Y también hablaba de "caso PP"caso PP en marzo de 2018 quien se perfila como el próximo vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, el mismo que, dos años antes, aseguraba que Ciudadanos estaba "obligando al PP de la Púnica y la Gürtel a que se regenere".

 

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"¿Vamos a seguir viendo casos del PP de Madrid?"

Tan poco convencido estaba Ciudadanos de que el PP madrileño hubiera terminado de depurar responsabilidades que su portavoz adjunto en la Asamblea de Madrid, César Zafra, se lo preguntó directamente a Esperanza Aguirre cuando ésta tuvo que comparecer en la comisión de investigación sobre la corrupción del partido abierta en la Asamblea regional en marzo del año pasado. "¿Usted cree, señora Aguirre, que después de lo que hemos visto del señor Granados, del señor González, en las últimas horas de la señora Cifuentes, esto es lo último que vamos a ver? ¿O vamos a seguir viendo casos del PP de Madrid, de su PP?", le lanzó Zafra a Aguirre en un intenso intercambio dialéctico en el que acusó a la exdirigente de saltarse la ley "a la torera" y de tener "a la mitad del partido escondido por ahí".

Un mes antes, en febrero, Zafra ya había mantenido en esa comisión de investigación otra discusión con Aguirre, a la que preguntó "cómo es posible que [...] el señor Granados, don Ignacio González, la señora Figar, la señora Gallego, don Salvador Victoria, hayan hecho cosas que no deberían hacer, cuando, al fin y al cabo, son sus pollitos", a los que Aguirre cuidó "debajo de su ala". "Ha llegado el punto en el que a la corrupción tienen que decir que sí o que no. No vale decir: bueno, puede que no, y mañana, si ocurre que sí, pues volveremos a echarle la culpa al de al lado", espetó Zafra a la expresidenta madrileña.

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