26M | 'Superdomingo' electoral
Rivera presenta como gran fichaje a una socialista excluida de las listas tras 25 años de cargos con el PSOE
Era un secreto a voces desde que anunció su renuncia al carné del PSOE, pocos días después de que los socialistas confirmasen que no contaban con ella para las elecciones, pero no fue hasta este martes que Ciudadanos hizo oficial su fichaje: Soraya Rodríguez, cuyo currículum acumula 25 años de cargos en el PSOE —los últimos 20 ocupando puestos públicos—, será la número tres de la lista de Albert Rivera en las elecciones europeas del 26 de mayo.
El pasado de Rodríguez en el socialismo español se remonta tanto en el tiempo que cuando empezó a desempeñar cargos de responsabilidad en el PSOE todavía gobernaba España Felipe González. Y cuando se sentó por primera vez en un puesto público gracias a su partido (el escaño en Estrasburgo que consiguió en 1999) el líder socialista era Joaquín Almunia. Fue alto cargo del último Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero —secretaria de Estado de Cooperación— y ese compromiso con aquel Ejecutivo, que la derecha siempre cita como el epítome de la peor gestión pública posible, planeó como una evidencia incómoda sobre el teatro madrileño en el que la exsocialista consumó su desembarco en la nave naranja cuando Luis Garicano, el cabeza de lista para Europa, criticó con dureza la gestión del penúltimo presidente socialista, al que situó en el origen del conflicto catalán y al que culpó de agravar la crisis económica global dilapidando recursos públicos durante los últimos años de su mandato.
Rodríguez no replicó, como solía hacer en el Congreso hasta hace pocos meses cuando alguien criticaba al Gobierno de Zapatero. En vez de eso tomó la palabra para señalar a los presentes en el acto que estamos ante un “momento difícil en el ámbito europeo” en el que habrá que marcar “una línea” entre quienes, como ella, son partidarios de “construir Europa y los que quieren destruirla. El nacionalismo xenófobo, la hoguera en la que ardió Europa, está avanzando”, advirtió con gravedad. Y sus aliados, añadió, son “los movimientos secesionistas”, en referencia a las formaciones independentistas catalanas. Ni una palabra sobre Vox, la ultraderecha autóctona, con cuyo apoyo Cs llegó a la Junta de Andalucía y gracias al cual Rivera, su nuevo líder, confía en alcanzar el Gobierno de España.
Albert Rivera se mostró muy contento de que Rodríguez forme parte de su candidatura europea —irá como número tres—. “Me siento muy orgulloso de tener gente tan preparada”. “Ha demostrado ser una política de convicción”, añadió sobre quien, hasta que su partido decidió prescindir de ella en las listas, sumaba un cuarto de siglo de militancia socialista. 25 años que no le han impedido viajar del socialismo al liberalismo en menos de cuatro semanas.
Ella le correspondió haciendo suya una de las ideas que más repite Rivera en las últimas semanas: “Los constitucionalistas tenemos que dar la misma batalla en la misma trinchera”. Por encima de “diferencias políticas”, razonó, “los que tenemos el mismo concepto de nación debemos trabajar juntos“ y “yo no creo en un Estado plurinacional”, proclamó entre aplausos en su primer acto oficial en Ciudadanos. “Por encima de la lealtad a tu partido”, se justificó, “está la lealtad a tu país, España”.
En ese contexto, aseguró, “es la misma batalla en Europa que en España. Europa no puede ser neutral; tiene que combatir a quienes intentan romperla”. Y para apoyar esta tesis citó al socialista Frans Timmermans y al conservador Jean-Claude Juncker. Olvidó que su nueva casa es liberal y omitió incluir a alguno de sus líderes entre las referencias europeístas de su intervención.
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El fichaje de Rodríguez trata de apuntalar la idea, sobre la que Rivera está haciendo descansar el núcleo de su discurso electoral, de que Pedro Sánchez traicionó a España pactando con los nacionalistas la moción de censura y prometiéndoles cesiones a cambio de un apoyo en el Congreso que espera revalidar a partir del 28 de abril. Es verdad que su nueva número tres para Estrasburgo discrepó en las reuniones parlamentarias socialistas de algunas decisiones de Sánchez en relación con Cataluña, pero eso no le impidió votar a favor de la moción de censura que Ciudadanos siempre describe en términos de alianza secreta con los independentistas catalanes. Ni permanecer en las filas del PSOE durante los últimos nueve meses hasta el momento en que el partido le confirmó que no contaba con ella para ninguna de sus candidaturas.
Eso es precisamente lo que más le reprochan sus antiguos compañeros de filas: un supuesto interés por seguir ocupando cargos aún a costa de traicionar sus convicciones. Si completa la legislatura en Estrasburgo, esta vez en el grupo liberal, muy distinto al de los socialistas, al que perteneció entre 1999 y 2004, habrá sumado 26 años cobrando un sueldo público, casi la mitad de su vida. Allí, recuerdan otros dirigentes de su antiguo partido, tendrá además que adaptar su discurso a la defensa de otros valores de Ciudadanos muy distintos de los que defiende el PSOE: desde la apuesta por las medidas de austeridad y las rebajas de impuestos a la defensa de los vientres de alquiler y la legalización de la prostitución, dos actividades que, al menos hasta ahora, resultaban poco compatibles con el feminismo que Rodríguez decía defender en las filas socialistas.
La candidatura de la que fuera portavoz del PSOE en el Congreso entre 2012 y 2014, cuando el secretario general del partido era Alfredo Pérez Rubalcaba, y que fue una de las más significadas opositoras a Pedro Sanchez en las primarias que le enfrentaron a la expresidente andaluza Susana Díaz, es el último fichaje hecho público hasta ahora por Albert Rivera. El primero fue Silvia Clemente, en este caso una exdirigente del PP de largo recorrido que ha acabado fuera de las candidaturas de Cs después de que saliese a la luz el pucherazo que pretendía alterar la voluntad de los militantes en las elecciones primarias para determinar la candidatura a la Presidencia de Castilla y León. Entre ambas Rivera ha presentado, entre otros, al millonario Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca-Cola, y al abogado del Estado que se negó a seguir el criterio del Gobierno en el juicio del procés, Edmundo Bal.