PSOE-PP
Sánchez pone a Feijóo frente a sus contradicciones en el inicio de una precampaña a cara de perro
El guión ha quedado marcado ya. El enfrentamiento entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo para el largo ciclo electoral que afrontará España en el próximo año será duro, áspero, sin concesiones, con dos rivales que saben que sólo quedará uno. No habrá concesiones. A cara de perro.
El debate en el Senado de este martes era la fotografía de lo que espera en este curso político recién inaugurado. Y no será un simple paseo de ver al Gobierno caer como espera el Partido Popular, según ha dejado claro el presidente. Pedro Sánchez estrenaba de lleno frente a Feijóo su estrategia: confrontar directamente, intentar retratar al nuevo líder del PP, airear las contradicciones del rival, levantarse como el gran defensor de las clases medias y trabajadoras y colocar al expresidente de la Xunta como el hombre puesto por las grandes empresas.
Feijóo había planteado un debate a Sánchez como canto de sirena y se encontró con que el presidente tiene ganas de enfrentarse. No es un cobarde, repiten en el entorno del jefe del Ejecutivo. Y fue a por todas desde que subiera a la tribuna con un nuevo lema contra el gallego: “¿Insolvencia o mala fe?”
"Le voy a poner algunos ejemplos. En marzo dijo que el Gobierno de España se estaba forrando, cuando el grueso de los ingresos de esos impuestos iban a las comunidades autónomas. ¿Eso es insolvencia o es mala fe? En abril propuso una deducción para inversiones que ya se había aprobado. ¿Insolvencia o mala fe?", desgranaba el socialista. Indicaba más contradicciones, como cuando el popular dijo que en Galicia no se pagaba impuestos en lo rural, y le ha puesto contra la pared preguntando cómo se financian la Sanidad o la Guardia Civil. "¿Insolvencia o mala fe?", ha vuelto a lanzar.
Sánchez dibujaba su tono con Feijóo, apelando a que es imposible llegar a acuerdos e instándole a empezar por un pacto por la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Pero verbalizaba que tiene claro que el PP quiere, como pasó con Pablo Casado con la pandemia, utilizar la guerra en Ucrania y la incertidumbre económica para “relevar al Gobierno”. Pero no lo va a conseguir, repite Sánchez.
Sánchez critica que Feijóo meta "miedo a la población"
El presidente acusaba al conservador incluso de intentar meter “miedo a la población” y criticaba que se crea un “chamán”. En la carpeta de anuncios llevaba uno principalmente: la ampliación de la excepción ibérica para la industria de cogeneración. Esto servirá especialmente para la cerámica, el texil, el papel y los fertilizantes. Con otra idea: eliminar la sensación de que llegarán en otoño e invierno “episodios apocalípticos” como vaticinan los medios de derechas.
En un mensaje muy pensado para llegar a los ciudadanos, el socialista avanzaba que no habrá medidas “dramáticas”, perfilando que serán principalmente recomendaciones. De esta manera quería combatir la imagen creada por la oposición desde el debate sobre las medidas de ahorro energético, con el PP intentando calentar la calle por el apagado de los escaparates y la regulación de los grados del aire acondicionado bajo la estela de Isabel Díaz Ayuso.
Por lo tanto, el presidente dibujaba un panorama incierto, marcado por las acciones futuras de Putin, y en el que Europa se está preparado para lo peor. Pero con la idea de que hay que confiar en la economía española y que las medidas son ahora de ahorro energético: “No habrá apagones ni racionamiento”.
Feijóo, "el candidato de las grandes empresas"
El presidente era duro contra el líder del PP, pero se notaba que estaba harto de esa oposición “destructiva” de los populares, como observaban luego fuentes cercanas a Sánchez. Apelaba a la gestión de Feijóo en su etapa gallega, con el aumento de la deuda y la eliminación de la gratuidad de los libros de texto. Se trata, como evidenciaba durante su discurso, de confrontar el modelo de la coalición para salir de la crisis frente al del PP, retratado en 2008. Sánchez ha pronunciado frases que se escucharán a lo largo de todo este ciclo electoral: Feijóo es el candidato de las grandes empresas y bancos. El popular luego se revolvía y decía que era un insulto para la democracia.
Fuentes de la Moncloa consideran que el presidente realizaba un diagnóstico “realista frente a quienes alimentan el catastrofismo”. En el entorno del presidente destacan que se ha visto a un líder “pedagógico, empático, cercano, transmitiendo seguridad, rigor y control, en un discurso centrado en los asuntos centrales que preocupan a los ciudadanos: energía, precios, economía y empleo”.
La idea de Sánchez, según La Moncloa, era mostrar determinación para hacer frente a la incertidumbre: “Ha defendido un país que prefiere la esperanza y las soluciones al miedo y los augurios. Ha acreditado iniciativa frente al ‘no’ a todo”. “Frente a los profetas de la catástrofe, hay un Gobierno que dispone todos los recursos del Estado al servicio de la gente y no al revés”, concluyen las fuentes.
En el partido también gustaba el discurso, según comentaban varios senadores y dirigentes del PSOE tras el debate. Les suena bien el tono de cara al periodo preelectoral, un momento en el que el partido debe estar especialmente movilizado de cara a las municipales y autonómicas del próximo mes de mayo. Y Sánchez quiere que el PSOE esté muy vivo: reunirá a los barones el próximo día 17 en Zaragoza.
A pesar de las encuestas en contra, Pedro Sánchez no piensa quedarse quieto y su intención, como se ha notado desde el primer momento, es dirigirse a los ciudadanos y recuperar la épica de las primarias que ganó en el PSOE en 2017 (cosas de la vida, al principio del Pleno tomaba posesión de su escaño Susana Díaz, con la que luego se ha saludado afectuosamente). Y hasta mandó mensajes directos con su vestimenta: no llevaba corbata, como símbolo para ahorrar energía y como guiño frente a los “poderosos” de lo que habla.
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Sánchez y Feijóo no tienen un cara a cara semanal, como pasaba con Pablo Casado. Por lo que el tono lo tienen que buscar de otra manera. Y a Alberto Núñez Feijóo le gusta, y así lo hará durante la precampaña, presentarse como un hombre de Estado y como un gran gestor. Esto es lo que intenta desmontar La Moncloa. El gallego tiraba de coletillas como que sólo hacen falta unos segundos para leer los currículums de algunos ministros y llegaba a reprochar a Sánchez que sólo haya sido concejal en el Ayuntamiento de Madrid. No llevaba bajo el brazo ninguna nueva propuesta y sí el mantra de la bajada masiva de impuestos. Por supuesto, había referencias a Bildu. Con otro de sus brindis: que el PSOE rompa con Podemos y sus socios, garantizando el apoyo popular mientras dura la legislatura. El presidente sigue en la misma teoría: en contar de las grandes coaliciones, esto favorecería a los extremos fuera del sistema.
La versión del Partido Popular, según fuentes de la formación, es que las referencias a la gestión de Feijóo en la Xunta por parte de Sánchez evidencian que se ve ya de perdedor y que por eso se rebaja a hablar de aquella época. En el entorno del gallego hacen esta reflexión: “Pedro Sánchez vuelve a encontrar inspiración en las propuestas del Partido Popular. Su gran anuncio de este martes lo pedimos este fin de semana y lo reiteró ayer mismo el presidente del PP. Encantados de ayudar al Gobierno. Les pedimos que sigan copiando los planes económicos del PP deflactando el IRPF a las rentas medias y bajas para afrontar los efectos de la inflación”.
El debate en el Senado marcaba este martes lo que va a pasar en los próximos meses en España: una dura y áspera campaña electoral. A cara de perro. Con la inflación por las nubes y con dos rivales luchando por el voto de la gente. Sánchez ya ha dejado claro que sale a luchar, Feijóo preferiría que el agua corriese sola y no tener que mojarse mucho. La gran batalla: en diciembre del año que viene.