El futuro de la sanidad
El enfado por las listas de espera ceba el negocio del seguro médico (y más si el enfadado es de derechas)
La diferencia entre correlación y causalidad puede parecer sutil, pero es decisiva. En el caso que nos ocupa, pasar de la primera a la segunda implica aceptar que el boyante negocio de la sanidad privada no sólo coincide, sino que se ceba con el deterioro de la pública. Así es: la pérdida de prestigio del Sistema Nacional de Salud (SNS) es una causa del boom del seguro médico.
El paso de convertir lo que era una sospecha en una certeza lo han dado José Rama, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, y los investigadores en el ámbito sanitario Javier Rama y Olalla Iglesias en el estudio ¿Qué determina la elección público-privada en la sanidad española?
El objetivo del trabajo, elaborado a partir de datos y respuestas de más de 4.500 adultos, es determinar qué características de tipo individual condicionaron en 2022 la elección sanitaria para médico de familia, especialista, ingreso hospitalario y urgencias. El contexto hace especialmente pertinente este empeño, porque España vive un auge del seguro médico privado, que ya tiene más de 11,5 millones de clientes.
Durante la pandemia, el negocio –que ya crecía con fuerza, aunque no tanta, antes del covid– ha subido un 18%. La facturación de las aseguradoras subió por primera vez en 2022 de los 10.000 millones de euros. Concretamente, alcanzó los 10.543 millones, un 7% más que el año anterior. Hay un puñado de compañías que es posible señalar como triunfadoras. Las nueve principales suman 7.906 millones de facturación en 2021, un 83,84% del total del sector. Las cinco primeras –Segurcaixa Adeslas, Sanitas, Asisa, DKV y Mapfre– totalizan 7.036 millones en volumen de primas en 2021, un 74,17% del negocio. La primera es Segurcaixa, con casi un 30% de la cuota de mercado.
En paralelo a este auge, ha caído el prestigio del sistema público. Hay una creciente preocupación, un deterioro de la percepción social que –como demuestran los autores– allana el camino al seguro privado.
Cada año los encuestadores del Barómetro sanitario del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntan a los entrevistados cuál de estas cuatro respuestas representa mejor su opinión sobre el sistema sanitario: 1) En general, funciona bastante bien. 2) Funciona bien, aunque son necesarios algunos cambios. 3) Necesita cambios fundamentales, aunque algunas cosas funcionan. 4) Funciona mal y necesita cambios profundos. Las respuestas 1 y 2 son favorables y las 2 y 3 desfavorables. Esta es la gráfica resultante.
La opinión favorable (50,5%) es la más baja de la década. Ha caído con fuerza desde 2019, cuando era del 72,1%. En el mismo periodo, la opinión desfavorable crecía del 27,4% al 48,5%. Otro dato, este salido de la serie de encuestas Opinión pública y política fiscal del CIS: el 73,1% de los españoles creen que se dedican "muy pocos" recursos a la sanidad, porcentaje que era del 58,8 en 2019.
La pérdida de prestigio de la red pública abarca su puerta de entrada: la atención primaria. En 2019 la nota que los encuestados por el CIS daba a la atención primaria estaba entre 7,29 (consultas) y 6,66 (urgencias). Ahora, entre 6,11 y 6,09. La media ha pasado de 6,97 a 6,1, una caída de un 12,48%.
Edad, ideología y satisfacción
Las sospechas de la vinculación entre el auge del seguro privado y la crisis del sistema público estaban servidas. El artículo ¿Qué determina la elección público-privada en la sanidad española? las corrobora.
Los autores miden la relación entre la elección sanitaria y diversas variables: sexo, estudios, tamaño del municipio, situación laboral, religión, edad, ideología y satisfacción con el SNS. Queda acreditada una relación significativa para los tres últimos factores. De menor a mayor influencia: edad, ideología y satisfacción.
"La preferencia por alternativas privadas sanitarias frente a públicas está fuertemente relacionada con la satisfacción del paciente con el SNS y mediada por su ideología. Además, la edad parece tener un papel fundamental, siendo los pacientes más mayores los menos proclives a soluciones privadas", concluyen los investigadores, que establecen una vinculación con el covid-19: "La interacción entre satisfacción e ideología podría haber aumentado debido a la pandemia. La alta presión asistencial, unida a la situación de miedo y al clima político y social de descontento, generaron una baja satisfacción".
"En estas percepciones –añaden– la ideología jugó un papel muy relevante. Los efectos de ambas variables, satisfacción e ideología, son más intensos en los parámetros de médico de familia y especialistas, ambos servicios muy afectados durante el periodo covid y en los que las listas de espera y la telemedicina se instauraron como tónica habitual".
De derechas, insatisfecho y menor de 50 años
El factor más influyente es el grado de satisfacción con el SNS. La conclusión es firme: a mayor satisfacción, menor inclinación al seguro privado.
La segunda es la ideología. "Los pacientes con ideología conservadora son más proclives a opciones privadas", señalan los investigadores. El 19% de las personas que se ubican en la izquierda prefieren un médico de familia privado, frente a un 33% en la derecha, según los datos aportados a infoLibre por los investigadores. Los porcentajes para consulta de especialista son: 32%-47%. Para ingreso hospitalario: 14%-25%. Para urgencias: 18%-28%. Siempre, con las personas autoubicadas a la derecha más inclinadas la elección privada.
El tercer factor con mayor influencia es la edad. Los mayores de 50 años son menos proclives a decantarse por una alternativa privada. A más edad, más interés en quedarse en el sistema público. Hay una lógica detrás. Por un lado, el coste de una póliza sube con la edad, porque el cliente-paciente se va haciendo menos rentable para la compañía. En segundo lugar, los pacientes saben que a medida que la complejidad del tratamiento crece, es más probable que la solución se encuentre en el sistema público. Es un fenómeno ya detectado por los investigadores de Oxford Aaron Reeves y Benjamin Goodair en un trabajo publicado en The Lancet en julio de 2022 para el caso de Reino Unido.
Uno de los autores, Javier Rama, reflexiona con los datos en la mano: "La pandemia podría haber significado una mayor adhesión al sistema público, que demostró que era fundamental para la respuesta en una situación crítica. En cambio, ha supuesto un desgaste del sistema, insuficientemente financiado. Su deterioro está sirviendo como caldo de cultivo para el descontento, que en el caso de la población de ideología de derechas, sea conservadora o liberal, inclina hacia salidas privadas".
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Rama también señala que no es ajeno al fenómeno el "bombardeo" de informaciones sobre los problemas de la sanidad pública, que genera una impresión de disfunción. El coautor del artículo considera importante la aportación realizada porque, "si España quiere hacer de la opción pública sanitaria una referencia", es prioritario conocer las circunstancias que empujan hacia la privada. "Es imprescindible potenciar el sistema público e invertir decididamente para mejorar la accesibilidad, reducir tiempos de espera y paliar los problemas de falta de personal", concluye el investigador.
Estado civil, género, religión y situación laboral
Hay factores sobre los que la literatura previa indicaba que tenían una incidencia en la elección sanitaria que no queda acreditada, o no en grado relevante, por este estudio. Es el caso del tamaño del municipio, del estado civil y del género, si bien en este último apartado hay una excepción: los hombres se muestran más tendentes que las mujeres a ingresar en un hospital privado. En cuanto a la religión, los católicos no practicantes son significativamente más propensos a ir al médico especialista por la sanidad privada, al igual que los individuos con mayor nivel de estudios.
"Especialmente llamativos son los resultados sobre la situación laboral", anotan los autores. ¿Por qué? "Esperábamos que los parados tendrían un comportamiento diferencial al resto de categorías, sobre todo al compararlos con los trabajadores. Sin embargo, son los jubilados los que presentan un comportamiento más diferencial: son menos proclives que los trabajadores a acudir a un especialista o ir por urgencias de un centro sanitario privado". Esto está muy relacionado con la edad, lógicamente.