Sumar busca a un nuevo Nacho Álvarez para engrasar las relaciones con el PSOE dentro del Gobierno

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El de Nacho Álvarez es un caso inusual. No muchos políticos renunciarían a dirigir una cartera ministerial y él lo hizo, harto de las cuitas internas en torno a su figura. Tras constatar la "pérdida de confianza" de la dirección de Podemos, anunció su marcha del partido al que ha pertenecido desde su nacimiento. La formación morada dice adiós a uno de los técnicos más alabados por propios y ajenos —de él destacan su inteligencia, su carácter dialogante y sus formas sosegadas— y que ha sido clave a la hora de negociar contrapartidas con el PSOE, ya fuera bajo la batuta de Pablo Iglesias o de Yolanda Díaz.

Álvarez, poco dado a los focos públicos pero vital a la hora de engrasar las relaciones con los socialistas, es profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid, un puesto al que ya ha anunciado que volverá tras su etapa en política institucional. Este martes ha sido el protagonista de uno de los aplausos más largos que se han producido en el traspaso de carteras en Derechos Sociales, pese a que había acudido como público. Ha recibido elogios del nuevo ministro del ramo, Pablo Bustinduy, y un agradecimiento de la saliente, Ione Belarra. Álvarez está dolido con su organización, pero también se siente aliviado tras unas últimas semanas especialmente duras.

Él ha sido el cerebro del programa electoral y las principales políticas económicas de Unidas Podemos, el negociador para cada uno de los Presupuestos la pasada legislatura y el artífice del acuerdo de coalición de Sumar y el PSOE. En el espacio de la izquierda son conscientes de que Álvarez será una figura difícil de sustituir, tanto a nivel de partido como sobre todo a nivel gubernamental.

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Ese es el reto que tiene por delante Yolanda Díaz, que aunque inicia una "nueva relación" —tal y como ella misma lo definió— con el PSOE más colaborativa y menos confrontativa, necesita a segundos espadas a su lado. Uno de ellos seguirá siendo, según apuntan fuentes de Sumar, el hasta ahora secretario de Estado de Empleo y Economía Social, Joaquín Pérez Rey, que junto con la eurodiputada María Eugenia Rodríguez-Palop y el propio Álvarez pilotó las negociaciones con los socialistas.

A lo largo de la legislatura pasada, Pérez Rey participó en los acuerdos de los que siempre presume Díaz como la reforma laboral o los sucesivos incrementos del salario mínimo. En este nuevo Gobierno la vicepresidenta segunda del Gobierno contará con dos secretarías de Estado —una de empleo y otra de economía social— en lugar de una, como tenía hasta ahora, lo que le permitirá situar a otra persona de confianza en un puesto clave para que Trabajo tenga más representación en la comisión de subsecretarios.

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También podría adquirir un rol importante el diputado Carlos Martín Urriza, uno de los fichajes de Díaz para los comicios del 23J. Desde un primer momento Sumar apostó por él para ser el "referente económico" de la coalición, aunque hasta la fecha ha sido Álvarez el que ha tenido un rol más protagónico. Durante la pasada legislatura formó parte del grupo de expertos para la reforma del Salario Mínimo Interprofesional y ha sido el director del gabinete económico de Comisiones Obreras.

Sumar ve necesario un mecanismo de coordinación con el PSOE

Aunque en Sumar se da por hecho que la relación con el PSOE será mejor esta legislatura que la pasada —desde la coalición se preguntan si "podía ir a peor"—en el equipo de Díaz prevén contar con un mecanismo para coordinarse con el PSOE, aunque por el momento no detallan en qué consistirá, tanto a nivel gubernamental como parlamentario.

Hace cuatro años se puso en marcha la Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo de Coalición, un espacio creado para gestionar sus discrepancias y revisar el funcionamiento de la alianza que la propia Díaz utilizó para solventar discrepancias a cuenta de la reforma laboral. Díaz, cuya interlocución con Sánchez es mucho más fluida que la que tenía su antecesor en el cargo y exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, confía en solventar algunas de esas diferencias directamente con el presidente, como ocurrió en la negociación del pacto de coalición.

El de Nacho Álvarez es un caso inusual. No muchos políticos renunciarían a dirigir una cartera ministerial y él lo hizo, harto de las cuitas internas en torno a su figura. Tras constatar la "pérdida de confianza" de la dirección de Podemos, anunció su marcha del partido al que ha pertenecido desde su nacimiento. La formación morada dice adiós a uno de los técnicos más alabados por propios y ajenos —de él destacan su inteligencia, su carácter dialogante y sus formas sosegadas— y que ha sido clave a la hora de negociar contrapartidas con el PSOE, ya fuera bajo la batuta de Pablo Iglesias o de Yolanda Díaz.

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