Derechos laborales
Los trabajadores de Telepizza se organizan para exigir el salario mínimo
La movilización se fraguó en Zaragoza y llega ya hasta Barcelona. Madrid parece también predispuesta a tomar el relevo, mientras Burgos y Bizkaia comienzan a organizarse. Es el balance, hasta el momento, que hacen los sindicatos sobre las protestas de los trabajadores de Telepizza. En Zaragoza suman dos huelgas y Barcelona se prepara para otra el próximo sábado 6 de julio. Su demanda es clara: quieren que la empresa cumpla con la subida salarial fijada por real decreto para alcanzar el salario mínimo interprofesional que, desde enero del presente año, debe ascender a 900 euros al mes o 12.600 anuales divididos en catorce pagas.
El movimiento comenzó a gestarse en la capital aragonesa. Los trabajadores de Telepizza acumulan atrasos en los pagos necesarios para adaptar su salario al mínimo fijado por el Gobierno de Pedro Sánchez. La situación se volvió insostenible con el anuncio de la franquiciación de las ocho tiendas que posee Telepizza en Zaragoza. Así lo denuncia Darwin Henríquez, delegado sindical de UGT en Telepizza Zaragoza. En conversación con infoLibre, el sindicalista explica que "el conflicto se inicia a partir de la negativa de la empresa a cumplir con el salario mínimo", a lo que conviene añadir que "desde el 1 de junio ha franquiciado sus ocho tiendas en Zaragoza". Los trabajadores, relata Henríquez, siguieron la vía de la negociación para lograr una subida de los salarios y a su vez solicitaron información sobre el contrato con la franquicia, QSR North, para conocer bajo qué condiciones se llevó a cabo y si implicaba algún cambio en la situación de los trabajadores. La respuesta de la empresa, explica, fue una negativa a ambas cuestiones.
Ocurre, además, que la empresa matriz asegura que el pago de los atrasos depende de la nueva empresa, mientras que ésta "dice que sólo va a responder de junio a diciembre", siempre según la versión de los sindicatos.
El 31 de mayo se celebró la primera huelga en Zaragoza, convocada por UGT y CGT. Aquella jornada pasó a la historia además por ser la primera huelga de Telepizza desde su nacimiento en 1987. La empresa pareció reaccionar y ofreció entonces una subida de 50 céntimos brutos la hora, pero los sindicatos "no aceptan limosnas", sostiene Henríquez. Piden un aumento de 1,28 euros la hora, suficiente según sus cálculos para arañar el umbral del salario mínimo decretado.
A finales de junio, miembros del comité de empresa se reunieron con la dirección de la compañía en el Servicio de Mediación y Arbitraje de Aragón (SAMA), pero no lograron alcanzar un acuerdo. "La autoridad laboral, un mediador que conoce a ambas partes, planteó una subida a 60 céntimos, pero no fueron capaces de subir ni diez céntimos miserables", lamenta el sindicalista. La imposibilidad de alcanzar un acuerdo entre empresa y sindicatos cristalizó este sábado 29 de junio en una segunda jornada de huelga celebrada en suelo aragonés.
"Tanto la primera como la segunda fueron un éxito importantísimo", comenta al otro lado del teléfono Iván –que prefiere no revelar su apellido–, miembro del comité de empresa de Telepizza Zaragoza por la CGT. De acuerdo con sus estimaciones, el seguimiento durante la primera jornada osciló entre el 50% y el 60%, mientras que la segunda fue respaldada por cerca del 75% de los empleados. "Es un éxito no sólo por la cantidad, sino también porque desde cierto punto de vista es un hecho histórico, nunca en esta empresa se habían producido huelgas de estas características", celebra el sindicalista, quien destaca que el sector está atravesado por la baja edad de sus trabajadores, un alto índice de rotatividad y toda una serie de condiciones precarias. Hablamos, dice, de "un sector que a simple vista no se mueve". Hasta ahora.
UGT, en añadido, ha denunciado ante la Inspección de Trabajo que durante la primera huelga la empresa sustituyó a los trabajadores que habían participado en la misma. Vulnerar el derecho a huelga es, afirma Henríquez, "algo habitual dentro de esta empresa".
La segunda huelga celebrada el sábado, subrayan desde CGT, marcó además "un nuevo hito por la participación de los trabajadores de Glovo y Uber Eats", lo que consideran "una demostración de que más allá de la división que impone la patronal es posible unir a la clase trabajadora". En Madrid y Barcelona, por su parte, se organizaron concentraciones de apoyo por parte de sindicatos, colectivos sociales y organizaciones políticas. "En Barcelona, además, se demostró que cuando la clase obrera golpea unida, aliada a los movimientos sociales, puede marcar el camino para lograr la unidad de nuestras filas", añade la CGT mediante un comunicado, "como se vio cuando decenas de manifestantes del Orgullo fueron a apoyar y protestar en las puertas de Telepizza".
Los trabajadores catalanes han dado de hecho un paso más y han decidido convocar una huelga el próximo 6 de julio. Esteban Díaz, miembro del comité de empresa de Telepizza Barcelona por la CGT, explica en conversación con este diario que "las exigencias son las mismas", pero con un matiz: Telepizza Barcelona franquició sus tiendas a QSR North en enero de 2019, de manera que los atrasos tendrán que ser asumidos en su totalidad por esta empresa.
Las únicas noticias de la patronal, señala Díaz, llegan a través de un comunicado que el Grupo Telepizza hizo público a través de redes sociales. En él asegura que la compañía está cumpliendo "escrupulosamente para el ejercicio 2019 las cuantías del SMI establecido en el Real Decreto 1462/2018 en el marco del Convenio Colectivo vigente pactado con los sindicatos", de manera que "ningún trabajador a jornada completa cobre por debajo de los 12.600 euros anuales". También Telepizza afirma respetar el derecho a huelga que sus trabajadores, asegura, pueden "ejercer libremente".
Los representantes sindicales de ambos territorios coinciden en que la estrategia de Telepizza y QSR North pasa por retrasar las subidas lo máximo posible debido a la "alta rotación de los trabajadores". En ese sentido, "cuanto más lo alarguen, menos atrasos tendrán que asumir", porque aquellos empleados que dejen de trabajar para la empresa sólo podrán optar por la vía de la denuncia, un proceso que no todos están dispuestos a seguir por el alto coste que supone.
La batalla de los complementos
Otro de los conflictos en el seno de la empresa, directamente relacionado con el salario mínimo, surge a raíz de los complementos salariales. Díaz explica que los trabajadores cuentan con una serie de complementos, como los de nocturnidad, ayuda al transporte o limpieza de ropa, que se suman al salario base. Telepizza tiene en cuenta todos esos complementos dentro del propio salario de sus empleados, pero los sindicatos quieren dejarlos al margen. "Son un extra, tienen que estar fuera", razona Díaz. Coincide con él Henríquez, quien además reclama que la empresa "detalle cómo hace el análisis de los complementos".
A mediados de junio, la Audiencia Nacional dictaminó, al respecto, que los complementos salariales sí forman parte del salario mínimo. UGT ya ha recurrido la decisión al Tribunal Supremo.
Este diario contactó con Telepizza para plantear una serie de cuestiones con el objetivo de conocer, de forma pormenorizada, la versión de la empresa. La respuesta fue un comunicado muy similar al ya publicado por la compañía [disponible a través de este enlace], en el que puntualiza que el salario de los trabajadores "varía en función del tiempo que llevan trabajando en la compañía, a lo que hay que sumar las cuantías añadidas en concepto de nocturnidad, y otros pluses". Las actuaciones de la compañía, afirma, "además de ceñirse rigurosamente al Real Decreto, están amparadas por las recientes sentencias de la Audiencia Nacional y la resolución de la Dirección General de Trabajo".
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Los sindicatos denuncian también la decisión de Telepizza de franquiciar varias de sus tiendas. "Uno de los problemas principales es que deja a los trabajadores sin capacidad de organización", explica Díaz, "cuántos menos trabajadores, menos representantes". Hasta el momento, detalla, cuando era Telepizza quien gestionaba las tiendas, "toda Barcelona estaba en el mismo comité, pero ahora no es así".
El sindicalista subraya además que no se trata de una franquiciación permanente, sino que se hace "por un periodo de diez años". Para entonces, reflexiona, "no quedará nadie en la empresa y la posibilidad de organización será mínima".
Precisamente por este motivo los sindicatos llaman a que las movilizaciones se extiendan por otras comunidades. "No podemos asegurar que la situación sea exactamente la misma en toda España, pero podemos hacer una extrapolación", argumenta Díaz. A día de hoy, dice, existe una organización clara en Madrid, Zaragoza y Barcelona, mientras que en Burgos y Bizkaia comienzan a tejer redes. El objetivo último, dice, es que "se visibilice que la explotación no es algo que se esté dando ahora, sino que viene desde hace tiempo".