Crisis del coronavirus

De los ultracatólicos de Hazte Oír a Resistencia Democrática: ¿quién es quién tras las protestas contra el Gobierno?

Manifestación contra el Gobierno en Granada.

Cada día, a primera hora de la noche, cientos de personas sustituyen el aplauso a los sanitarios por el repiqueteo de cacerolas para exigir la dimisión del actual Gobierno por la gestión de la crisis sanitaria. El soniquete, que ha descendido desde los balcones hasta un asfalto en el que las distancias de seguridad se han convertido en algo secundario, comenzó hace un par de semanas en el exclusivo Barrio de Salamanca y ha encontrado su reflejo en los últimos días en diferentes ciudades españolas –el pasado viernes había programadas una treintena de protestas fuera de la Comunidad de Madrid–. El movimiento intenta vender espontaneidad vecinal y transversalidad política, al más puro estilo 15-M. De hecho, algunos de los impulsores de estas marchas aseguran que no existen ni vinculaciones con formaciones ni ideologías. Sin embargo, lo cierto es que en las diferentes movilizaciones que se han ido sucediendo no resulta raro toparse con saludos fascistas, banderas con el Águila de San Juan, enseñas carlistas o gritos de “¡Comunistas hijos de puta!” o “¡Rojo el que no bote!”. Debe ser la nueva transversalidad que ha dejado la pandemia.

El notable incumplimiento de las medidas de salud pública impuestas durante la crisis sanitaria llevó la pasada semana a la Jefatura Superior de Policía de Madrid a poner en marcha una investigación. La idea pasa por estudiar la actuación en las distintas protestas con el objetivo de identificar un posible patrón común en todas ellas que les lleve a unos organizadores y les permita identificar si detrás de las marchas se esconden movimientos políticos. No es extraño. Al fin y al cabo, se trata de marchas no comunicadas –tal y como establece la propia Constitución– que no respetan las restricciones sanitarias en gran parte de los casos. Pero, ¿quién se esconde tras estas movilizaciones espontáneas? La verdad es que los impulsos vienen de varios frentes diferentes. Desde un movimiento vecinal de reciente creación hasta clásicas organizaciones ultracatólicas. Un descontento alrededor del cual también intentan picotear varias formaciones neonazis y que recibe un buen impulso en redes sociales a través de agitadores y difusores de bulos bastante conocidos.

De Resistencia Democrática a España 2000

Con una renta disponible media que sobrepasa los 65.000 euros anuales y un voto a la derecha superior al 60% en las anteriores elecciones generales, la mecha callejera contra el Ejecutivo de coalición arrancó en la calle Núñez de Balboa a comienzos de mayo. Desde el primer momento, la cara visible del descontento ante los medios de comunicación fue el conocido como Movimiento Barrio de Salamanca. Ahora, casi un mes después, esta organización se hace llamar Resistencia Democrática. En sus diferentes comunicados, se definen como un “grupo muy reducido de personas normales y corrientes”, con sus “obligaciones personales y profesionales”, que cargan contra el Gobierno por llevar a España a la destrucción sanitaria, económica y democrática. Le acusan, directamente, de ser “responsable directo” de la mayor “mortalidad en términos relativos de todo el mundo”. Y, por supuesto, de dirigir al país hacia un “estado democrático fallido”, un “estado neocomunista” que “oscilará” entre Venezuela y China. Nada nuevo.

Desde casi el primer día, Resistencia Democrática ha intentado vender que es “un movimiento no vinculado con ningún partido político” que mantiene “una posición ideológica transversal”. Es decir, que caben todas aquellas “que defiendan una España libre y democrática”. Sin embargo, los mensajes lanzados en redes sociales por la considerada líder del grupo, María Luisa Fernández, dinamitan cualquier pequeño atisbo de transversalidad. Las duras críticas contra los inmigrantes son habituales en el canal de Youtube de esta analista de inteligencia. “Tenemos un problema de una inmigración excesiva, que no está controlada. Tenemos una proporción muy abundante de estas personas que son de origen musulmán y que están delinquiendo en su mayoría”, apuntaba en un vídeo subido en enero de 2019. Un par de meses después, con la vista puesta en las generales, animaba a PP y Ciudadanos a trabajar de la mano con Vox, “el partido más limpio de todos, el partido de futuro, el partido patriota”, para impedir la conformación de un “Frente Popular muy agresivo”.

Además de Resistencia Democrática, las protestas se están animando y promoviendo a través de Gobiernodimision.net. Tras esta página web, que la semana pasada colocó a toda página en el diario El Mundo un anuncio sobre las caceroladas organizadas, se encuentra el colectivo ultracatólico Hazte Oír, el mismo que hace sólo un par de años hacía pasear un autobús con mensajes tránsfobos por varias ciudades españolas y al que el Ministerio del Interior terminó retirando la declaración de utilidad pública. Al frente de la campaña de recogida de firmas que busca hacer “caer” a un Ejecutivo de coalición que ha aprovechado la crisis “para amordazar” las “libertades” y “perpetuarse en el poder” se encuentra, según desveló Elplural.com, el periodista Javier Villamor, que ha participado en alguna que otra charla del grupo neonazi Hogar Social y que no tiene reparos en defender, como él mismo señala en Twitter, “la existencia de consultas psicoafectivas para homosexuales”. Es decir, las terribles terapias para curar la homosexualidad.

También está promoviendo y organizando las marchas en suelo valenciano el partido de extrema derecha España 2000. Lo reconocen ellos mismos en su propia página web. “Está aprovechando las caceroladas contra el Gobierno para organizar protestas callejeras”, recoge un comunicado de la formación ultra encabezado con una imagen de su líder en la ciudad, José Luis Roberto. Este abogado es bien conocido en el municipio. En octubre de 2017, fue uno de los miembros de la formación xenófoba que se apostaron por la noche con capuchas y caretas frente a la casa de la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra. Una acción que llevó a la política a interponer una denuncia que, finalmente, quedó en nada. En la sentencia, la jueza consideró que hubo “extralimitación en el ejercicio de la libertad de expresión” al haberse presentado “innecesariamente frente al domicilio de la víctima”. Sin embargo, no apreció que de las proclamas lanzadas pudiesen desprenderse amenazas.

Neonazis de Hogar Social o el MAS aragonés

Al igual que España 2000, otros tantos grupos neonazis también intentan picotear alrededor de las protestas. Es el caso de Hogar Social. El movimiento surgió en 2014, al calor de la eclosión de otros grupos ultras por el Viejo Continente, con un marcado perfil antiinmigración e islamófobo y con un espejo en el que mirarse: los nacionalsocialistas italianos de Casa Pound. Entre sus hazañas se encuentran las campañas de asistencia social exclusivas para nacionales, la colocación en el Ayuntamiento de Madrid de la pancarta “Españoles welcome” en plena crisis de refugiados o el asalto a la sede del PSOE el pasado mes de enero, un asunto que se está dirimiendo en los tribunales. De hecho, justo frente al cuartel general socialista en plena calle Ferraz fue detenida este mismo fin de semana la líder de Hogar Social y exmilitante del neonazi Movimiento Social Republicano, Melisa Domínguez. Está acusada, como otros miembros del colectivo, de resistencia a la autoridad y desobediencia.

También se encarga de calentar las protestas ADÑ Identidad Nacional, la coalición conformada por Falange, Alternativa Española, FE de las JONS o Democracia Nacional cuyo objetivo no es “cambiar un gobierno del régimen por otro” sino tumbar “todo el sistema”. Esta agrupación fue la misma que tras el visto bueno dado por el Supremo a la exhumación de Franco se apostó frente a la sede de los socialistas al grito de “¡El Valle no se toca!”. En el caso de Aragón, los que están tratando de capitalizar las marchas, al menos en redes sociales, responden al nombre de Movimiento Aragonés Social. Hace justo un mes, cuando el Barrio de Salamanca todavía no había empezado a salir a las calles, el secretario general de esta formación política, Adrián Lafuente, subió una carta a la página web en la que pedía, directamente, “la inmediata dimisión de todo el Ejecutivo en pleno, haciendo responsables subsidiarios a aquellos partidos que votaron favorablemente la investidura del Gobierno actual” y solicitaba al “máximo mando del Ejército” que tomara las riendas del país hasta que finalizase la pandemia.

A pesar de ello, la formación que encuentra mayor acomodo alrededor de estas marchas es Vox. Al fin y al cabo, son los únicos ultras que han conseguido meter la cabeza en las instituciones. En los últimos días, el partido liderado por Santiago Abascal se ha desmarcado de la organización de todas estas protestas. Sin embargo, nunca ha ocultado su simpatía por las mismas. “Sí, llevo tres días saliendo a las caceroladas, estuve en ellas, he estado y estaré. […] Los españoles salen a sus caceroladas de manera espontánea y no lo gestiona ningún partido”, aseguró la semana pasada el portavoz ultra en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros. Públicamente, las únicas marchas de las que se hace responsable Vox son las celebradas en coche este fin de semana en todas las capitales de provincia. Protestas, algunas de ellas autorizadas por la justicia, en las que de nuevo el distanciamiento social y las medidas de seguridad brillaron por su ausencia.

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Los agitadores de la alt-right

En la de Madrid, a bordo de un Rolls Royce descapotable, desfilaron durante toda la mañana Cristina Seguí y Javier Negre. Este periodista es otro de los altavoces que están teniendo diariamente las protestas. El canal utilizado para ello es Estado de Alarma, una especie de programa en Youtube por el que desfila buena parte del movimiento ultra español. Entre sus tertulianos destaca, por ejemplo, el promotor de la campaña de Hazte Oír contra el Ejecutivo. Y por sus manos ha pasado hasta el terrorista Santiago Royuela, condenado a seis años de prisión por poner una bomba al cantante Fermin Muguruza. Negre, en definitiva, cumple la función de caja de resonancia de la extrema derecha a través de un canal que ya supera los 200.000 seguidores. Ya sea abonando teorías conspiranoicas o difundiendo bulos. De hecho, Estado de Alarma fue el encargado hace una semana de señalar, a través de fotografías y capturas de Google Maps, el lugar de residencia del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, una casa en la que unos días después se empezaron a presentar personas cacerola en mano al grito de “¡Trabaja un poquito, vago!”.

Otro de los habituales con Negre en su programa es Luis Pérez, más conocido en Twitter como Alvise Pérez. El exasesor del político de Ciudadanos Toni Cantó, reconocido difusor de bulos en redes sociales, es otro clásico agitador de la alt-right española. De hecho, su fotomontaje “Confía en tu Gobierno. Un buen ciudadano obedece” ha inspirado algunas de las pancartas que se han descolgado de edificios en las últimas semanas. A mediados de mayo, Pérez se encargaba de animar a sus seguidores a través de Twitter a comprar merchandising contra el Ejecutivo a través de una tienda online –Gobiernodimision.online– que ahora ha sido denunciada por la asociación de consumidores Facua por dejar expuestos los nombres, direcciones de correo electrónico o cuentas bancarias de usuarios. Sólo dos días antes, difundía en sus redes sociales un vídeo con pasquines cayendo de un edificio. Acompañando la escena, el Bella Ciao, himno de la resistencia italiana frente al fascismo. Y un mensaje: “Sus espacios. Sus himnos. Sus símbolos. Sus términos. Sus marcos y relatos. Así se gana la guerra informativa. Así se vence la batalla cultural”.

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