El auge de la extrema derecha
Un estudio muestra cómo el boom del revisionismo sobre la Guerra Civil dispara el voto a Vox
El revisionismo histórico sobre el siglo XX español, tras más de 20 años de persistente trabajo culpando a la izquierda y a la propia República de una guerra civil presentada como un mal menor, da ya sus frutos electorales. ¿Quién los recoge? Que podamos asegurar, Vox. Un artículo de enfoque inédito en el que participan dos investigadoras españolas, Irene Martín y Marta Paradés, realizado a partir de datos de un proyecto financiado por la Unión Europea, muestra que es hasta 4,5 veces más probable dar apoyo al partido de Santiago Abascal si piensas, contra toda evidencia historiográfica, que la propia democracia tricolor fue la única responsable de la Guerra Civil.
El historiador Pablo Batalla, autor de Los nuevos odres del nacionalismo español (2021), cree que Vox y el revisionismo se retroalimentan. "Vox es un inductor y además un beneficiario", afirma. Y así lo desarrolla: "Cuando se debatió [en febrero de 2021] potenciar en la educación pública la figura de Chaves Nogales [tenido por representante de la Tercera España, alejado de los extremos a izquierda y derecha], Vox se situó a favor, pero dejó constancia de su crítica a Chaves Nogales por no haber visto que la izquierda revolucionaria nos conducía a la Guerra Civil. Es decir, Vox no ha estado nunca en esa visión del 'todos fuimos culpables, miremos al futuro' característica del discurso a favor de la Transición, sino que afirma con contundencia que la culpa de la guerra fue de la izquierda. Pero, al mismo tiempo, y a la vez que hace abundante pedagogía de ese discurso, se beneficia de un clima que es previo al nacimiento de Vox, que viene del éxito desde principios de siglo del revisionismo de figuras como Pío Moa, un publicista –no un historiador– que empieza a sembrar la idea de que la guerra no empieza en el 36, sino en el 34. Vox es también consecuencia y sublimación de unos relatos previos".
El enemigo culpable
El artículo Cómo influye el pasado traumático en el voto a los partidos populistas de derecha radical en Alemania, Polonia y España lleva la firma de Irene Martín, Marta Paradés y Piotr Zagórski como investigadores del departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid. Se trata de un estudio realizado a partir de datos recabados para el proyecto Repast Horizon 2020, financiado por la Comisión Europa, que pretende profundizar en la forma en que las sociedades europeas afrontan los episodios conflictivos de su historia para encauzarlos dentro del proceso de integración comunitaria.
Los autores emplean un enfoque original para acercarse a los porqués del apoyo a la extrema derecha. Las explicaciones sobre el fenómeno, señalan, "suelen centrarse en los agravios económicos [...] o en factores culturales, como las actitudes antiinmigración y nativistas". En cambio, este artículo centra su aportación en las "actitudes relacionadas con los conflictos del pasado".
Además de la "nostalgia", identificada en la literatura académica como un rasgo esencial de los partidos de extrema derecha, los investigadores señalan también otra característica que –a la luz de sus conclusiones– acaba resultando determinante: la culpabilización en términos antagónicos de un otro, encarnación del enemigo, de los hechos traumáticos del pasado que aún siguen causando enfrentamiento político y social.
Los investigadores ponen el foco en tres partidos: Alternativa para Alemania, Ley y Justicia (Polonia) y Vox, que apunta su dedo acusador contra la República y el PSOE por la Guerra Civil, la herida mal cerrada por antonomasia de la vida pública española. El estudio concluye que el uso del pasado en los tres casos "es un componente clave" del "éxito electoral" de estos partidos.
España, Alemania y Polonia
Martín, Paradés y Zagórski identifican la "politización de la división" entre "bandos" que hacen los tres partidos. Veamos caso por caso:
1) Alternativa para Alemania instrumentaliza las diferencias entre los ciudadanos a uno y otro lado del antiguo muro, utilizando el término "ciudadanos de segunda" para explotar la sensación de "agravio" en el Este y beneficiándose de las diferencias de enfoque sobre la Segunda Guerra Mundial y los recuerdos del Holocausto.
2) Ley y Justicia, que gobierna desde 2015, alimenta una "nostalgia" por un "pasado libre de culpa" sobre la Segunda Guerra Mundial y la República Popular Polaca que le permite construir una "mitología" sobre la condición de "víctima unilateral" del país. El partido gobernante apela a la memoria del comunismo para dividir a los polacos en dos bandos. A un lado, los anticomunistas; al otro, los "polacos de segunda clase".
3) El tercer caso es Vox y su visión sobre república, golpe, guerra y dictadura.
Aquí nos detenemos. Hace no mucho, en 2018, aún proliferaban los estudios sobre los motivos que hacían de España, junto a Portugal, una excepción en Europa al no haber un partido de extrema derecha fuerte. Una de las razones más alegadas era el rechazo a la no lejana dictadura de Franco, que estigmatizaba estas opciones políticas. "El reciente avance de Vox ha invalidado estos argumentos", señalan los autores. Es más, añaden: "El éxito de Vox se explica en parte por sus referencias al pasado autoritario español".
El filofranquismo de Vox
Vox "moviliza la memoria del pasado asociando la dictadura franquista a 'tiempos mejores' y 'gloriosos'" y se presenta como adalid de la "España real" en oposición a la "anti-España", término con el que los franquistas se referían a los republicanos, señalan los autores.
El artículo no se detiene en todas las expresiones de filofranquismo de Vox. Pero estas son notorias. No se trata de deslices de figuras de segunda fila. La defensa de la legitimidad del golpe de Estado y la solución dictatorial como el mal menor forman parte de la columna vertebral de su discurso. Vox se opone a la retirada de calles a franquistas y reclama la derogación de la normativa de memoria histórica para ser sustituida, como en Andalucía, por otra que enaltezca a "los caídos". Su presidente, Santiago Abascal, culpa del inicio de la guerra no a los sublevados, sino a la República o en concreto "al PSOE y los separatistas", situando la revolución de 1934 como el inicio del conflicto.
Culpas, equidistancia y voto a Vox
El artículo no tiene por objeto discernir con detalle hasta qué punto Vox es causante y hasta qué punto beneficiario de que en la sociedad haya toda una corriente de opinión según la cual el golpe de Estado fue un resultado "inevitable" de la Segunda República y las acciones durante la misma de la izquierda. Lo que sí hace es acreditar una relación: a mayor anclaje de la visión revisionista sobre la Guerra Civil –concretamente de la equidistancia en relación con su origen y más aún de la culpabilización de la República–, mayor probabilidad de voto a Vox. ¿Y cuánto determina o influye este factor? ¿Un poco? ¿De forma dudosamente significativa? Al contrario. Se diría que mucho.
Veamos cuánto es ese mucho. "Suele ser difícil abordar estas dos cuestiones –voto y visión sobre la historia– de forma conjunta, pero el proyecto Repast nos daba la oportunidad. Habíamos observado que Vox utilizaba una visión nostálgica y revisionista, culpando a la República de la Guerra Civil, pero no podíamos saber con certeza qué importancia tenía eso entre su electorado", explica a infoLibre Marta Paradés, actualmente profesora en la Universidad Comillas. Este trabajo llena ese espacio vacío.
Los autores encuestaron a un millar de españoles entre marzo y mayo de 2020 y les preguntaron por sus visiones sobre la Guerra civil y por su voto en las últimas generales (noviembre de 2019, cuando Vox logró 52 diputados). El apoyo al partido de Abascal se sitúa en el 3,8% entre quienes culpan de la guerra al llamado "bando nacional". El porcentaje sube al 8,7% entre los que piensan que ambos bandos son "igualmente responsables". Y se sitúa en el 17,3% para los que culpan "sólo a los republicanos". Es decir, la probabilidad de apoyar a Vox se multiplica por 4,5 entre quienes piensan que la República causó la guerra.
Una variable significativa
Las respuestas al cuestionario planteado al millar de encuestados permite medir la importancia que a la hora de apoyar a Vox tienen hasta 17 variables. Pues bien, sólo hay seis que resultan "significativas": ser de derechas –poco sorprendentemente–, ser joven, tener una visión negativa sobre la UE, aceptar sólo con restricciones la inmigración musulmana, verse como una persona con "orgullo nacional" y atribuir la responsabilidad de la guerra a los republicanos. Esto influye más según esta encuesta que ser hombre o mujer, empleado o desempleado, tener o no estudios universitarios, vivir en ciudades o pueblos, apoyar o no el autoritarismo o considerarse o no antielitista.
¿Conclusión general, abarcando a los tres países estudiados? "Si el conflicto es interno [como en Alemania y España], el mecanismo que explica el apoyo [a la extrema derecha] es la atribución de la culpa al 'otro' bando; si el conflicto implica a un actor externo, es el sentimiento de victimismo nacional", señalan los autores. Y añaden: "El efecto de las percepciones [sobre el pasado] de los votantes es estadísticamente significativo. [...] El pasado importa y la reactivación de divisiones del pasado reciente parece ser electoralmente rentable".
El auge del revisionismo
Los autores se preguntan: "¿Los votantes están cambiando sus opciones electorales porque encuentran partidos que se acercan a sus preferencias políticas, o son estos partidos los que cambian la opinión de los votantes sobre los conflictos del pasado?". Es una cuestión a cuya profundización invitan a otros investigadores. Paradés, en conversación con infoLibre, cree que los hechos demuestran que, una vez que la culpabilización de la República ya no es una idea desdeñable para significativos sectores de la sociedad española, Vox tiene más opciones de beneficiarse electoralmente del debate sobre el pasado cuando este se "polariza".
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Lo indudable es que el auge de Vox se produce en un contexto de crecimiento de ideas revisionistas sobre la historia de España, tanto sobre su papel en los países de lo que hoy es Latinoamérica como puertas adentro en el siglo XX [ver aquí y aquí]. Como ha analizado el historiador Francisco Espinosa, el revisionismo cogió brío con José María Aznar en La Moncloa como respuesta al avance del movimiento memorialista. En la primera legislatura del PP (1996-2000), se produjo un hito clave: Aznar recurrió a lo que Espinosa llama "los Moas", en referencia a un grupo de autores liderados por Pío Moa, puntal de un movimiento al que Espinosa también adscribe a César Vidal, Ángel D. Martín, José Javier Esparza, Jesús Palacios o Fernando Paz.
El investigador ha llegado a detallar 20 ideas-fuerza de esta corriente de éxito en "radio, prensa y televisión": la República fue ilegítima y se dedicó desde su origen a la violencia anticlerical; la izquierda dio un golpe de Estado en 1934; la victoria del Frente Popular en 1936 fue un fraude; sólo un gobierno militar podía devolver el orden; la represión no fue para tanto; el franquismo fue una dictablanda que enfiló a España hacia la prosperidad...
La fuerza del revisionismo no reside en su prestigio académico. En Revisionismo y política (2008), Alberto Reig Tapia llega a mofarse de unas tesis fracasadas en el ámbito intelectual pero con importantes "patrocinadores" políticos y mediáticos, entre los que cita a El Mundo, Libertad Digital, ABC, La Razón y COPE. Esta corriente se complementa con lo que el doctor en Filosofía Edgar Straehle, que investiga sobre usos políticos de la historia, llama "populismo historiográfico": una forma de contar el pasado basada en "explicaciones sesgadas" y "recursos populistas" que colisionan con la investigación académica pero se adaptan como anillo al dedo al marco nacionalista, en especial en relación con el desmontaje de la llamada "leyenda negra".