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Iria Grande: "Para muchos el psiquiatra sigue siendo el loquero"

La psiquiatra e investigadora Iria Grande.

Jordi Pacheco

En marzo de 2020, Iria Grande (Barcelona, 1982) fue una de las muchas especialistas del sistema sanitario de nuestro país que, ante el colapso hospitalario, tuvieron que apartar momentáneamente su labor habitual para atender a pacientes covid. Psiquiatra de la unidad de trastornos bipolares y depresión del Hospital Clínic de Barcelona y secretaria de la Sociedad Española de Psiquiatría, Grande avisa de la necesidad de aumentar la inversión en servicios de salud mental mientras atiende el fuerte aumento de los trastornos psíquicos provocados por la crisis pandémica. 

¿En qué medida estos meses de pandemia han generado cambios entre los pacientes que visitan su consulta?

La pandemia ha supuesto un cambio de rutinas total. Muchas visitas han pasado a realizarse de forma telemática, con las ventajas e inconvenientes que esto representa. El servicio de psiquiatría y psicología del Hospital Clínic es un centro de referencia en algunas enfermedades concretas, de manera que atendemos a pacientes no solo de Barcelona sino también de otras partes de Cataluña. Para estas personas, la visita telemática supone un ahorro en cuanto a desplazamiento y lo agradecen. Y los vecinos de Barcelona, por su parte, a menudo echan de menos la cercanía de la visita presencial. Por lo demás, la pandemia ha hecho aumentar la cantidad de solicitudes a nuestra unidad. Hay más afecciones de salud mental y todos, de un modo u otro, estamos expuestos. Esta crisis ha generado situaciones muy difíciles que se han prolongado en el tiempo: al principio todo el mundo tenía ánimos para salir adelante, pero con la prolongación en el tiempo de esta situación de estrés, ha empezado a aparecer este sentimiento de estar quemado y, por consiguiente, los síntomas depresivos.

Se habla de la “otra pandemia” en referencia al empeoramiento de la salud mental de la población durante los últimos meses. ¿El imperativo de la distancia social como medida para evitar la propagación del virus es la principal razón que ha provocado esto? empeoramiento de la salud mental

Esa es una de las razones. La otra es la precariedad económica desencadenada a raíz de la crisis sanitaria. Hay mucha gente que perdió su empleo y no ha vuelto a trabajar. De modo que si antes ya era difícil llegar a fin de mes para muchísimas familias, ahora lo está siendo mucho más. Las dificultades y los problemas para sacar adelante a la familia son algo que produce ansiedad y depresión. El contacto social, por su parte, también es importante, pero nos hemos puesto al día en cuanto al uso de las tecnologías y, aunque tengamos que prescindir de los abrazos, al menos hemos podido desarrollar otras formas de demostrar afecto y amor.

La Sociedad Española de Psiquiatría viene reclamando desde hace tiempo más recursos y una mayor dotación de infraestructuras. ¿Cuáles serían las prioridades a la hora de vehicular la inversión en servicios de salud mental? 

Lo primordial es aumentar recursos de personal porque estamos desbordados en cuanto a atención psiquiátrica tanto en adultos como en menores. Es pública y notoria la inestabilidad de las contrataciones que se dan actualmente en el sector, lo cual puede provocar, y de hecho así sucede, que algunos pacientes se queden sin atención psiquiátrica de un día para otro y durante un cierto periodo de tiempo. 

Según el estudio de Obertament ‘El estigma y la discriminación en la atención de la salud’ (2016), una de cada cuatro personas con algún diagnóstico en salud mental afirma haber recibido un trato injusto en centros de atención primaria y hospitales. ¿La base del sistema sanitario de nuestro país está preparada para lidiar de un modo convincente con esta problemática?El estigma y la discriminación en la atención de la salud

El estigma asociado a la salud mental es algo que viene de lejos. Cuando alguien se rompe una pierna se entienden fácilmente sus limitaciones; pero cuando se tiene una depresión, las personas del entorno suelen pensar aquello de que “no es para tanto”, que “hay que ser optimista y salir adelante”. Este es un estigma que sufren tanto los pacientes psiquiátricos como los profesionales. Se trata de un tema que aún no se alcanza a entender y este estudio de Obertament lo refleja perfectamente. 

Las estadísticas dicen que el 70% de trastornos de salud mental comienza en la adolescencia, antes de los 18 años. Dada su lógica necesidad de abrirse al mundo, ¿se ha visto la población joven especialmente afectada durante la pandemia?

Hay que reconocer que en general los menores han gestionado la situación bastante bien, han dado ejemplo en cuanto al uso de las mascarillas y han asimilado la gravedad de la situación mucho mejor que ciertos adultos. También es verdad que a medida que avanzan en su adolescencia, las relaciones sociales son muy importantes para ellos y en este aspecto se ha visto truncada una faceta fundamental en su etapa evolutiva. Hasta ahora los menores y jóvenes han sido responsables, pero, al igual que el resto de la sociedad, empiezan a estar cansados de la situación y, por lo tanto, son también susceptibles de caer en la ansiedad y la depresión. 

Recientemente se estrenó ‘Loco por ella’, un film que aborda el tema de la salud mental. En una escena de la película, uno de los personajes, el de la directora de un centro psiquiátrico, dice: “Lo malo de tener una enfermedad mental es que los demás quieren que te comportes como si no la tuvieras”. ¿Cómo interpreta esta afirmación? 

Bien, no he visto la película y es probable que el comentario hiciera alusión a ciertos casos graves en que puede haber algún tipo de interferencia de la enfermedad en el ámbito de las relaciones. La prevalencia de problemas de salud mental es alta. Sin embargo, cuando una persona se encuentra estable, difícilmente se puede discernir si padece un problema o no. Mucha de la gente que tenemos a nuestro alrededor presenta algún tipo de trastorno en este sentido y nunca lo diríamos, ya que se comportan exactamente igual que los demás. 

Existen pacientes psiquiátricos cuyo entorno más cercano cree que todos sus problemas se resolverían con algo tan sencillo como echar un buen rato en el bar, con fuerza de voluntad y ganas de estar bien. Se ignora que a menudo existen problemas subyacentes de mayor calado.

Cuando una persona está en un episodio agudo, la gente a su alrededor intenta —con muy buena fe— dar recomendaciones, pero estas recomendaciones quien las tiene que dar es el especialista. Volviendo al ejemplo anterior, si una persona tiene una pierna rota, se entiende con facilidad que no tenga ganas de ir al bar o a donde sea; sin embargo, si esa persona tiene depresión, a los demás les cuesta entender que verdaderamente existe un problema. La mayoría de personas que sufre algún tipo de trastorno en materia de salud mental, si sigue el tratamiento médico, se encuentra estable y bien. Y eso es lo importante: que los pacientes consigan recuperar la vida que tenían antes de la enfermedad e integrarse adecuadamente en la sociedad.

El suicidio es la principal causa de muerte externa en nuestro país. Cada día mueren por esta razón unas diez personas y con la pandemia, según los expertos, han aumentado aún más las tentativas. ¿Estamos muy lejos del tan necesario y anhelado Plan Nacional de Prevención del Suicidio?

Desde la Sociedad Española de Psiquiatría estamos dando a este tema toda la importancia que requiere. Si la cifra de muertos por accidente de tráfico conseguimos reducirla a base de campañas de concienciación, con el tema del suicidio hay que hacer lo mismo. La tasa de muertes por suicidio es muy elevada, sobre todo entre personas de entre 25 y 35 años. Se trata de un tema de una gran trascendencia, entre otras cosas porque quienes más lo padecen son personas jóvenes que tienen toda la vida por delante.

Entre los profesionales sanitarios que ejercen desde la atención primaria, ¿existe motivación o incentivos para formarse en materia de prevención del suicidio?

Hay motivación, pero en estos momentos el principal problema es que apenas hay tiempo para otra cosa que no sea atajar la pandemia. En plena crisis del coronavirus y con muchos servicios colapsados, aunque el tema de la prevención del suicidio es urgente, hay que entender que en los centros de atención primaria la prioridad es administrar las vacunas contra el covid-19 en la mayor cantidad y brevedad posibles.

Muchas de las personas que mueren por suicidio han sido diagnosticadas previamente de trastorno bipolar. Usted es experta en este tema. ¿Cuál es la prevalencia de esta enfermedad a día de hoy?

La prevalencia se sitúa en torno al 3% de la población si tenemos en cuenta las diferentes tipologías. El trastorno bipolar es una enfermedad prevalente y que comienza en edades muy tempranas. Por ello es fundamental un diagnóstico precoz que permita establecer un tratamiento y asegurar, así, que el paciente pueda tener una vida lo más normal y adaptada posible a la sociedad en que vivimos.  

Como especialista, en los medios de comunicación ha notado últimamente algún cambio en cuanto al interés por abordar la salud mental. ¿Cree que estamos contribuyendo a romper el tabú en torno a este tema?

Tanto en Cataluña como en otras partes del Estado hay entidades, como Obertament o la Confederación de Salud Mental, que están realizando un gran trabajo para frenar la estigmatización de la salud mental. Y, en este sentido, ofrecen a los medios de comunicación pautas y documentos que ayudan a enfocar el tema correctamente. Aunque lo cierto es que queda mucho trabajo por hacer ya que, por desgracia, todavía vemos de vez en cuando algún titular del tipo: “Un joven esquizofrénico mata a su familia con un cuchillo”. ¿Por qué no poner, entonces, “Un diabético mata…”? Lo único que consiguen titulares de este tipo es estigmatizar más si cabe a los pacientes.

¿En qué medida el consumo de drogas puede influir en trastornos ligados a la salud mental?

Las drogas pueden empeorar mucho estas situaciones y, de hecho, este es uno de los temas que más nos preocupa. El consumo de cannabis —un producto a menudo muy adulterado— y otras drogas en preadolescentes y adolescentes, cuando el cerebro aún no está formado, puede resultar muy dañino y actuar como detonante de episodios psicóticos. 

¿Cree que tenemos miedo a ir al psiquiatra? 

Creo que en esto hemos mejorado en los últimos años, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer. Precisamente, a causa del estigma que comentábamos anteriormente. No es lo mismo ir al psicólogo que al psiquiatra, porque para muchos, el psiquiatra sigue siendo el loquero. 

¿No debería ser algo mucho más normalizado? 

Cuando alguien no está bien, lo importante es pedir ayuda a un experto en salud mental. Del mismo modo que cuando tenemos un problema legal acudimos a un abogado o cuando se nos rompe una cañería a un fontanero. Hay cosas que no las podemos solucionar sin recurrir a la ayuda profesional. Cuando existen problemas de salud mental, los psicólogos pueden ofrecer terapias; y nosotros, por nuestra parte, estamos para aconsejar, dar herramientas y determinar cuándo existe trastorno y cuándo no y, en caso de que sea necesario, administrar tratamientos farmacológicos. 

Una inmersión en la maltratada psique española, en 'tintaLibre'

Una inmersión en la maltratada psique española, en 'tintaLibre'

Parece que se empieza a ver la luz al final del túnel de esta pandemia. Sin embargo, todavía pasará algún tiempo hasta tener vacunada a la totalidad de la población y volver, por tanto, a una cierta normalidad. ¿Cuáles son sus recomendaciones en este momento para preservar la salud mental y emocional mientras dure esta situación? 

Cuando comenzó la pandemia en 2020, desde la Sociedad Española de Psiquiatría editamos y publicamos en la web una serie de consejos tanto para los profesionales como para el resto de la población. En el segundo caso, se trata de cosas básicas que funcionan como vías de escape y nos ayudan a desahogarnos y aliviar el estrés del día a día. Entre otras cosas, conviene mantener los hobbies y estar en contacto con las personas en quienes confiamos, siempre en la medida de lo posible y haciendo uso de las nuevas tecnologías. También es importante evitar la sobreexposición a los medios e informarse sobre la epidemia siempre a través de fuentes fiables.

*Este artículo está publicado en el número de mayo de tintaLibre, a la venta en quioscos. Puedes consultar todos los contenidos de la revista haciendo clic aquíaquí

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