La Eurozona va camino de otro austericidio sin que nadie explique por qué va a funcionar ahora

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La Eurozona respondió a la crisis financiera de hace década y media con una política presupuestaria expansiva que duró lo que un caramelo en la puerta de un preescolar. Cuando los mercados financieros atacaron, los ministros de Economía y Finanzas decretaron un ajuste a martillazos, acabando sobre todo con la inversión pública, que todavía hoy explica el retraso en inversión y crecimiento económico de los últimos 15 años con respecto a otras potencias, principalmente a Estados Unidos. Tras la pandemia y la crisis energética e inflacionaria derivada del ataque ruso a Ucrania, la respuesta fue diferente. Se abrieron las compuertas del gasto público para sostener el empleo y la actividad económica. Por eso los 20 países de la Eurozona están en mínimos históricos de desempleo cuando las políticas de austeridad de una década antes lo habían disparado. ¿Pero está llegando a su fin esa respuesta expansiva puesta en marcha en marzo de 2020 con la llegada del virus?

La presidencia española del Consejo de la UE consiguió que se acordara una reforma del Pacto de Estabilidad que hará que las normas fiscales vuelvan a aplicarse a partir de 2025, aunque de forma progresiva hasta 2027. Sin esas normas en vigor toda la Eurozona lleva reduciendo déficit público (despacio) y deuda pública (mucho más rápido, en parte debido a la inflación) desde 2021. En los últimos cuatro años la española pasó del 125,9% al 107% del PIB, 18,9 puntos de reducción en cuatro años sin el Pacto de Estabilidad en marcha, es decir, con más manga ancha para gastar y muy pocos corsés para contener gasto público. ¿Qué hacer a partir de 2025 cuando se espera un crecimiento en la Eurozona raquítico (difícilmente llegará al 1%) después de un 2024 que será un buen año simplemente si escapa a la recesión? ¿Qué hacer si además se tiene en cuenta que la inflación parece controlada? Los ministros de Economía y Finanzas creen, de leer su comunicado tras la reunión del Eurogrupo de este lunes, que vuelve a tocar apretarse el cinturón más que intentar reavivar una economía estrangulada.

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El comunicado del Eurogrupo reconoce que la Eurozona tiene “demandas presupuestarias múltiples”. Hay que gastar cientos de miles de millones de euros al año en transición ecológica, hay que aumentar el presupuesto militar por los miedos a una Rusia con tentaciones belicistas (considera la inmensa mayoría de los dirigentes europeos) y sostener, entre otros muchos sectores, a los agricultores y ganaderos. Pero que también tiene que “seguir reconstruyendo sus colchones fiscales”. El texto recuerda que la reforma del Pacto de Estabilidad “está diseñada para reforzar la sostenibilidad de la deuda”, pero olvida decir que un 100% de deuda puede ser más sostenible que un 50%, porque si el nivel total es importante, lo esencial es esa sostenibilidad, que los mercados estén seguros de la capacidad de devolver las emisiones en tiempo y forma. Por ejemplo: la deuda pública japonesa ronda el 255% del PIB y es más sostenible que la argentina, que está en el 85%.

El texto del Eurogrupo, que acordaron los 20 ministros de Economía y Finanzas de los Estados que comparten el euro, pide para 2025 una política presupuestaria “ligeramente contractiva”. Es decir, apretar los cinturones de unas economías que apenas crecen. La receta del período 2010-2012, esa idea del ajuste fiscal expansivo que no funcionó entonces y que el Eurogrupo no explica por qué funcionaría ahora. El texto asegura que “sería apropiada a la luz de las actuales previsiones macroeconómicas, de la necesidad de continuar con la sostenibilidad presupuestaria y apoyar el proceso desinflacionario”.

Son indicaciones de política presupuestaria que parecen dictadas para enfriar poco a poco economías recalentadas (la Europa está en el congelador), con inflación al alza (en la Eurozona baja) y que puedan crear burbujas peligrosas. Pero la única burbuja que aparece en el horizonte de muchos países europeos es la de la vivienda y el Eurogrupo ni la nombra. La otra burbuja, esta política, es la del auge de la extrema derecha. Numerosos estudios muestran que las políticas de austeridad de hace más de una década fueron esenciales para su nacimiento y crecimiento en muchos países europeos. Cuando la Eurozona está metida en un año en el que podrá aplaudir con las orejas si escapa a la recesión y lo mejor que prevé el año siguiente es un crecimiento escuálido que no superará el 1%, una política presupuestaria contractiva es agua bendita para la extrema derecha.

La Eurozona respondió a la crisis financiera de hace década y media con una política presupuestaria expansiva que duró lo que un caramelo en la puerta de un preescolar. Cuando los mercados financieros atacaron, los ministros de Economía y Finanzas decretaron un ajuste a martillazos, acabando sobre todo con la inversión pública, que todavía hoy explica el retraso en inversión y crecimiento económico de los últimos 15 años con respecto a otras potencias, principalmente a Estados Unidos. Tras la pandemia y la crisis energética e inflacionaria derivada del ataque ruso a Ucrania, la respuesta fue diferente. Se abrieron las compuertas del gasto público para sostener el empleo y la actividad económica. Por eso los 20 países de la Eurozona están en mínimos históricos de desempleo cuando las políticas de austeridad de una década antes lo habían disparado. ¿Pero está llegando a su fin esa respuesta expansiva puesta en marcha en marzo de 2020 con la llegada del virus?

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