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La UE se prepara para una guerra comercial con China con aranceles de hasta el 37% a los coches eléctricos

Trabajadores de Audi este martes a las puertas de la planta de Forest, al suroeste de Bruselas, protestan por la supresión de 1.400 puestos de trabajo tras poner fin poner fin a la producción de la serie de modelos Q8 e-tron por el descenso de pedidos de coches eléctricos.

La Comisión Europea presentó este martes a los gobiernos su propuesta definitiva para imponer aranceles a los coches eléctricos fabricados en China porque considera que su producción se beneficia de ayudas de Estado ilegales, una subvención que les permite competir con una ventaja desleal en el mercado europeo. Bruselas decidió también este martes que la decisión no será retroactiva, una posibilidad que en junio había dejado abierta.

Después de meses dándole vueltas y de una investigación abierta en junio y cerrada en los últimos días, el brazo ejecutivo de la Unión Europea propone aranceles del 37,6% a los coches de SAIC, 19,3% a los de Geely y 17% a los de BYD. Son tasas muy ligeramente inferiores a la de la primera propuesta, provisional, de junio. Los de Tesla fabricados en China tendrán que pagar un 9% adicional al 10% que ya pagan todos los coches fabricados en terceros países para entrar en el mercado europeo.

La solución europea para proteger sus automotrices, que llevan la transición al eléctrico por detrás de sus competidores chinos, es un aumento de aranceles al que China responderá. Entre los gobiernos hay diferencias, pero la mayoría está de acuerdo. La propuesta sólo pueden bloquearla si forman una mayoría cualificada contraria a la misma, algo que ahora mismo parece imposible. Alemania es el que más teme la reacción china, porque los coches de gama alta de marcas como BMW, Audi o Mercedes Benz tienen buena parte de cuota de mercado en China.

Productores de marcas más baratas, como los del grupo italo-francés Stellantis o algunas del grupo Volkswagen que se fabrican fuera de Alemania, son los que más apoyaron la medida porque los coches eléctricos baratos chinos son su competencia directa. También están de acuerdo los países que tienen más fábricas o empresas nacionales de coches eléctricos de gamas baja y media, como España, Hungría o Eslovaquia. Son países que apenas producen coches eléctricos de gama alta que se exporten a China.

El problema es de fondo. Las automotrices chinas, empujadas y subsidiadas por su gobierno, iniciaron la transición del auto de motor de combustible al eléctrico prácticamente una década antes que las automotrices europeas. Esa ventaja hace que los chinos sean capaces de poner en el mercado europeo automóviles con las mismas prestaciones, pero hasta un tercio más barato que sus competidores europeos. Entre los compradores europeos sigue siendo primera opción comprar un Volkswagen o un Renault que un auto de una marca china que apenas conoce, pero cuando el chino es un tercio más barato el precio se convierte en una variable importante en la decisión de compra. Los aranceles hacen que ese diferencial desaparezca.

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El gobierno chino dijo en junio que era una medida “proteccionista”, “contraria a los principios de la economía de mercado y a las normas del comercio internacional”, que “socava la cooperación económica y comercial y la estabilidad de la cadena mundial de producción y suministro de automóviles y, en última instancia, perjudicará los propios intereses de Europa”.

La decisión política está tomada al más alto nivel en la Comisión Europea, pero entre los técnicos consultados por Infolibre hay dudas de que sea la decisión correcta. Fuentes comunitarias cuentan que, si bien es cierto que China subsidia a sus fabricantes de una forma que probablemente viole la normativa comercial internacional, también lo es que los europeos intentan proteger a una industria que no hizo sus deberes a tiempo. Creen que sería mejor empujar a los fabricantes europeos a acelerar el desarrollo de los coches eléctricos más baratos y que la protección de los aranceles no puede alargarse de forma que se sientan protegidos y sigan así arrastrando los pies.

La decisión muestra también que la cooperación con China es cada vez más compleja y que aumenten los roces. Tras años aceptan que China inundara el mercado europeo con productos subsidiados con fondos públicos, como hizo con los paneles solares hasta secar el mercado para los fabricados en Europa, la Comisión Europea se revuelve ahora y cambia de estrategia.

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