Alejo Stivel: "Mis gatas son una compañía genial, me dan paz y mucho cariño"
Alejo Stivel (Buenos Aires, 1959) es historia de la música en español, un nexo necesario para comprender la evolución del rocanrol del último medio siglo a ambos lados del Atlántico. Argentina y España, tan lejos, tan cerca, tan conectadas a través de tantas canciones a lo largo de los años.
Muchas de ellas con Alejo como protagonista, ya fuera como cantante de Tequila en el crucial paso de los años setenta a los ochenta o, más tarde, como productor de algunos de los más exitosos trabajos de Joaquín Sabina, M Clan, La Oreja de Van Gogh o El Canto del Loco, entre muchos otros.
Actualmente, sigue en la carretera de gira este verano como artista en solitario. Además, tiene su propio curso de producción musical y está al frente de un programa en la emisora Rock FM llamado precisamente Música para animales. Un nombre que le va perfecto dado su amor por los animales en general y los gatos en particular.
"Mis gatas tienen seis años y se llaman Mirta y Rebeca. Les puse así porque son nombres típicos de tías judías en Argentina y como mi segundo apellido es Katz, que quiere decir gato en alemán, son las las señoras Mirta y Rebeca Katz", apunta a infoLibre, para luego reconocerse como "más gatuno" que perruno: "Me encantan los perros y los encuentro divinos, pero con mi carácter y mi apellido..."
Y aún prosigue: "Tuve una gata toda mi infancia que tuve que abandonar cuando me vine al exilio a España. Fue muy duro para mí porque la tenía desde los dos años y yo me vine a los 17. Fue muy triste dejarla, pero estaba muy mayor y yo me venía en barco y no la podía traer".
Tras aquella primera relación gatuna, Mirta y Rebeca entraron en la vida del músico a través de la que en aquel momento era su novia, un poco en contra de su voluntad por el "trauma" del pasado: "Me dio tanta pena despegarme de aquella que no quería volver a sufrir. Pero bueno, me las trajo y la verdad es que se lo agradeceré de por vida porque son una compañía genial. Lo fueron en la pandemia y, en general, me dan mucho cariño, tanto cuando llegaron como ahora que vivo solo. Me dan paz y compañía. Son geniales".
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Tanta compañía le dan que, según reconoce, a veces mantienen "charlas muy largas de miaus". "Intercambiamos diez miaus, por ejemplo. Una dice miau, yo contesto miau y así como diez veces", relata divertido, para luego reconocer que, como buenas gatas, "a veces están a su bola".
"Salen a la terraza o están al salón, vienen a la habitación, voy a la cocina y vienen a la cocina. Hay una que me persigue hasta en el baño y se sienta a mirarme. Mis gatas son un poco gatoperros porque responden cuando las llamo (bueno, cuando quieren)", nos cuenta entre risas. "Mis gatas son muy mimosas y muy compañeras y me aportan mucho", apostilla.
Por último, sobre su preferencia por los gatos, plantea que, analizado a nivel práctico, "en un piso un perro sufre un poco" porque son "más salvajes, más de correr" y hay que sacarles por lo menos dos veces al día. "Yo viajo mucho y dejar a un perro solo todo el día... En cambio, las gatas se hacen compañía, son más independientes y, aunque siempre viene alguien a verlas, no hace falta que vengan todos los días", termina.