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Manuel Vilas: “Prefiero mil veces a Chiquito de la Calzada que al pelma de Juan Ramón Jiménez”

El escritor y poeta Manuel Vilas durante la firma de libros en la Feria del Libro de Madrid 2023.

A Manuel Vilas (Barbastro, 1962) le apasiona atravesar una y otra vez la línea que separa la alta y la baja cultura. A diferencia de otras personas que hacen complicados equilibrios para sostenerse en un pretendido elitismo, al escritor le gusta sumergirse de lleno en lo popular y en lo que muchos entienden por vulgar. Desde Paco Martínez Soria hasta Chiquito de la Calzada, pasando por Mari Trini, el autor que maravilló a la literatura española con Ordesa, novela que cumple cinco años este año, y que en este 2023 ha vuelto a cautivar a la crítica con su libro Nosotros, ganador del Premio Nadal, nos cuenta sus placeres más culpables, aunque para él, no lo sean tanto.

Vilas es amante de la vida. De una vida que abarca todo, lo bueno, lo feliz, lo refinado, lo exquisito, pero también lo popular, lo esperpéntico y lo grosero. Por eso, el autor repudia a quien quiere agenciarse la cultura como un espacio elitista y alejado de lo popular: “Es algo que he visto constantemente, es la cosa más patética del mundo, es muy triste. Creo que quienes lo hacen son al final los menos cultos de todos porque no saben que la cultura es una manifestación de una vida que puede ser exquisita, pero también grosera”. Por eso, Vilas cree que el elitismo tiene mucho de odio a la vida y del deseo de mucha gente de construir “una torre de marfil para alejar de ellos a los bárbaros que disfrutan con lo popular”.

Así, el escritor se considera un errante entre las dos orillas, no repudiando ninguna de ellas y reivindicando su coexistencia y la necesidad de conocer ambas. “No hay verdades sobre la tierra, solo supersticiones. La separación entre baja y alta cultura es artificial y una vez que has conocido ambas, haces como yo y transitas sin ningún problema entre una y otra, haciendo lo que te da la gana”, sostiene Vilas. El problema, según el escritor, viene cuando no se tiene acceso, por motivos socioeconómicos, a la alta cultura y solo se puede disfrutar de la baja.

De hecho, gracias a esta capacidad que asegura tener para transitar entre la baja y la alta cultura, son muchos los “placeres culpables” del escritor de Barbastro. “Me gustan muchos artistas de la cultura popular, por ejemplo, Raffaella Carrá es un mito de mi infancia y me la pongo como si estuviera escuchando a Bob Dylan, también me encantan Albano y Romina Power, que los escucho mucho, y también Mari Trini”, reconoce Vilas. 

Sin embargo, si hay algo que le apasiona al autor de Nosotros es el humor. Los cómicos son, para Vilas, unos auténticos genios y muchos de ellos son los protagonistas de los placeres culpables del escritor. “El humor en España está desacreditado, parece que si utilizas el humor no estás diciendo grandes verdades o grandes temas y eso es un error”, sostiene el autor, que enumera a José Mota o a Mariano Ozores como algunos de estos grandes genios. 

Sin embargo, la gran pasión de Vilas es un humorista al que define como “uno de los grandes poetas españoles del siglo XX”, Chiquito de la Calzada. El malagueño es, para el escritor, “un filósofo de lo popular, un iluminado. Su aparición es uno de los momentos estelares de la cultura popular española, teniendo además una gran repercusión en la lengua española”, y es que como ya hiciera el poeta Juan Ramón Jiménez, Chiquito también creó su propio vocabulario. “Tenía una inteligencia lingüística en sus chistes tremenda, el ‘te da cuen’ era alta filosofía”, sostiene Vilas, que coloca al humorista en una posición superior al poeta de Moguer: “Prefiero mil veces a Chiquito que al pelma de Juan Ramón Jiménez, incapaz de darse cuenta de la gran ironía del mundo. El poeta era una amputación de la vida, su obra es una exquisitez que quita la vida. En cambio, escuchas a Chiquito y te dan ganas de vivir”, concluye el autor.

El humor también está muy presente en sus placeres culpables cinematográficos. “Me encantan las películas de Paco Martínez Soria, las veo con el mismo deslumbramiento con el que vería una de Bergman”, admite el escritor, que también se declara fan de películas como Los bingueros de Andrés Pajares y Fernando Esteso, El turismo es un gran invento o La ciudad no es para mí del propio Martínez Soria. En esta última, Vilas cree que hay incluso “chistes metafísicos”, como por ejemplo en una despedida entre dos amigos donde se dicen: “me voy y si no nos volvemos a ver, ya nos hemos visto bastante”. “Que haya gente que no se dé cuenta de lo buena que es la cultura popular es muy triste”, zanja el escritor. 

Ese tránsito entre la alta y la baja cultura la hacen, además de Vilas, varias obras que han abierto pasadizos entre ambas. De hecho, algunas han comenzado siendo populares y han acabado tirando la puerta abajo de los espacios más elitistas y distinguidos. “En España el gran ejemplo es Don Quijote de la Mancha, ahí se unen la cultura vulgar y la alta cultura. También pasa un poco con Luis García Berlanga. El verdugo está entre lo popular y la risa más ilustrada”, cree el escritor.

Estos pasadizos que reivindica Vilas nos enseñan que lo importante es transitar la alta y la baja cultura de forma análoga para “pasarlo igual de bien escuchando a Richard Wagner y a Raffaella Carrá y disfrutar tanto de una película de Bergman como de La ciudad no es para mí". "Y no solo disfrutarlas, sino también emocionarnos con todas por igual”, concluye el autor de Ordesa.

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