Lecturas infalibles
Marta Sanz sigue a María de Zayas en la denuncia de la violencia machista
"Como son los hombres los que presiden en todo, jamás cuentan los malos pagos que dan, sino los que les dan; y si bien lo miran, ellos cometen la culpa y ellas siguen tras su opinión pensando que aciertan; que lo cierto es que no hubiera malas mujeres si no hubiera malos hombres". ¿Una cita de una feminista radical de los sesenta? No: su autora es María de Zayas, creadora del siglo XVII, considerada la primera mujer novelista de la literatura española y, ya se lee, pionera en la defensa de los derechos de la mujer. Estas líneas salen de sus Desengaños amorosos, editados en 1649, y quien los recomienda casi 370 años después es la también escritora Marta Sanz (Madrid, 1967). "En ellos", apunta la autora de novelas como Clavícula o Farándula, "cuenta cómo hay hombres que seducen a mujeres, se casan con ellas y una vez están en el seno del matrimonio, las matan". Esto, lamentablemente, trasciende el Siglo de Oro.
Si Sanz selecciona esta obra dentro de la sección en la que infoLibre pide a escritores y periodistas que recomienden un clásico que visitar en verano, es precisamente por su actualidad. En los Desengaños amorosos, Lisis pide que, durante las celebraciones de su boda, las que amenicen la fiesta con cuentos para los invitados sean las mujeres, y pide también que las asistentes relaten "casos verdaderos y que tuviesen nombre de desengaños", tal y como recoge Zayas en la introducción. En las tres noches que dura la juerga, diez mujeres relatan la violencia sufrida por sí mismas o por otras a manos de sus maridos o pretendientes. Y no faltan detalles en la descripción de los crímenes.
"Esa mezcla de María de Zayas", dice Sanz, "entre el gore, el proto género negro gorey la denuncia de la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres en el seno de la institución matrimonial no me puede parecer más oportuna". Es en estos puntos donde los intereses de la novelista se cruzan con los de aquella abuela literaria. Marta Sanz se define a sí misma como feminista y ha abordado en libros como el recientemente reeditado Amour fou o El frío los males del amor romántico que describe Zayas. A su vez, la ganadora del Herralde por Farándula en 2015 ha visitado también el género negro en Black, black, black o Un buen detective no se casa jamás.
En los Desengaños hay de todo un poco, y la novelista los compara con Los hombres que no amaban a las mujeres, el volumen de Stieg Larsson que en 2008 iniciaba la trilogía superventas Millennium. "Aquí las matan o por aburrimiento o por ambición económica, por mezquindad, por ira, porque se enamoran de otras mujeres…", cuenta, y añade, con la fascinación de los amantes de la novela negra: "Y las matan de maneras terribles: las emparedan, las degüellan… Lo cuenta con un colorismo y una plasticidad que es que lo ves. Es tremenda. A mí me encanta".
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María de Zayas llegó a ser, en vida, una autora verdaderamente popular: la elogiaron en sus textos Lope de Vega o la dramaturga Ana Caro de Mallén. Sus obras se siguieron reimprimiendo hasta bien entrado el XVIII, aunque luego acabó cayendo en el olvido pese a las reivindicaciones de escritores como Emilia Pardo Bazán. Las tornas parecen haber cambiado: sus obras se han recuperado gracias a editoriales como Cátedra y una versión teatral de sus Desengaños —con versión de Nando López y dirección de Ainhoa Amestoy— recalará en abril en la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico después de pasar por plazas como la del festival de Almagro.
Pero Marta Sanz se interesa también en la propia De Zayas, una mujer a la que describe como "bastante clasista y ahormada a los códigos de la época, pero que sin embargo tenía la conciencia de la necesidad de educación de las mujeres". De hecho, la escritora barroca no deja de repetirlo, tampoco a través de sus personajes. En los Desengaños se dice, después de hablar de varias intelectuales —entre ellas, Ana Caro—: "Puédese creer que si como a estas que estudiaron les concedió el Cielo tan divinos entendimientos, si todas hicieran lo mismo, unas más y otras menos, todas supieran y fueran famosas. De manera que no voy fuera de camino en que los hombres, de temor y envidia, las privan de las letras y las armas". La recomendación de Sanz llega para que las lectoras no se vean privadas ni de unas ni de otras.