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Aquí hay plan

Música para resistir al calor del asfalto

Concierto de Bonnie 'Prince' Billy en los Veranos de la Villa de Madrid.

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Avanza agosto y, con el puente del 15, las ciudades se vacían un poco más y los bañistas se aprietan para recibir a los últimos de Filipinas. Mientras, y en el interior, algunas propuestas culturales resisten la estampida para que ese 40% de los españoles que no puede irse de vacaciones ni una semana al año tenga al menos la ilusión de veraneo.

Música

La música es una de las formas de escapismo más frecuentadas en las grandes ciudades que sufren el calor veraniego. Si los festivales llaman a hordas de felices veraneantes en las zonas costeras, las urbes montan sus propios equivalentes.

En Madrid, el ciclo Veranos de la Villa organizado por el Ayuntamiento levanta el pie del acelerador en agosto. Aun así, quedan actividades —la mayoría gratuitas, y no solo musicales— como la noche de Perseidas y jazz el jueves 10 en el Parque Enrique Tierno Galván, en el que científicos y especialistas explicarán el fenómeno astronómico con una big band de fondo, la milonga del Quinteto Real el miércoles 16 en el Parque de Berlín o el concierto de Christina Rosenvinge en la Quinta de los Molinos el miércoles 30 como fin de fiesta.

Pero otras iniciativas —además de las fiestas de barrio— también contribuyen a animar el desierto de agosto. Entre ellas está La Casa Encendida. El centro cultural de la Fundación Montemadrid pone en marcha el ciclo La Terraza Magnética en la ídem de su edificio, donde programa cine y conciertos centrados en la electrónica. Entre estos últimos, están programados el del belga Manu Louis, que se dice tan influenciado por el jazz como por la electrónica; el productor alemán Detlef Weinrich (más conocido como Toulouse Low Trax); y el dj John Gómez. Sucede los domingos de agosto a las 20.30 por cinco euros. 

Barcelona resiste también con la electrónica: el festival DGTL, en el Parc del Fòrum el 11 y 12 de agosto, reúne a algunos de los principales nombres del techno y el house. El Error! Fest ameniza las Fiestas de Gràcia un poco más avanzado el mes: sus grupos del underground barcelonés se encuentran el 19 y 20 en la Plaça Rovirai Trias (con entrada gratuita). Casi al mismo tiempo que Festigàbal, que reúne en Heliogàbal a grupos como Museless e Hidrogenesse el 18 de agosto. Para ir cerrando el verano, y antes de volver a la faena, la música PJ Harvey toca en el Poble Espanyol el 23 de agosto (a partir de 56 euros). 

Valencia y Sevilla resisten como pueden la cercanía de la playa, que hace que incluso aquellos que no tienen vacaciones las abandonen el fin de semana. En Levante habrá que acercarse hasta los pueblos vecinos, del Medusa Sunbeach Festival de Cullera (del 9 al 15 de agosto) a las Coves de Sant Josep, en las que Singin' in the cave celebra conviertos hasta el 25 de agosto (10 euros), pasando por la Fira de Xàtiva, que se celebra desde 1250 y este año reúne conciertos tan dispares como los de Chenoa (15 de agosto), la cantante mexicana Lüla Reyna (16 de agosto) o Tremenda Jauría (17 de agosto). En Sevilla, el festival POP CAAC aprovecha el frescor del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo para escuchar a grupos como Guadalupe Plata (10 de agosto) o Alex O'Dogherty (18 de agosto), e incluso el Festival Rock Andaluz (17 de agosto). 

Teatro

El Festival de Mérida lleva 63 años poniendo en escena obras de la tradición grecolatina en el teatro romano de la localidad extremeña. Más o menos. Porque, aunque este año celebre su 63ª edición, lo cierto es que dos ediciones después de su inauguración en 1933 el certamen se suspendió, y solo volvió a retomarse en 1953. En cualquier caso, la edición de 2017 va llegando a su fin: La comedia de las mentiras, de Pep Anton Gómez y Sergi Pomermayer, a partir de la obra de Plauto, estrenada el miércoles, es la penúltima obra en cartel. 

Con esta obra vuelve el actor Pepón Nieto al Teatro Romano tras su éxito con El eunuco, basada en el texto de Terencio. Esta vez, los dramaturgos aúnan textos como Miles gloriosus, Pseudolus o El mercader para servirse, sobre todo, de los arquetipos con los que trabajaba el escritor. Ahí estarán el esclavo (servus), que encarna el propio Nieto, o el viejo (senex) o la joven (virgo), basadas en los gags que conformaban las comedias grecolatinas. 

Arte

 

'Jane Avril', de Toulouse-Lautrec (1899). / GUGGENHEIM

El Museo Guggenheim de Bilbao ofrece un doble viaje. El primero y más obvio, a la ciudad de Euskadi y al propio centro, por el que pasaron en 2016 un millón de visitantes. El segundo, al París de fin de siglo: así se titula la exposición en marcha desde el pasado 12 de mayo al 17 de septiembre y que reúne obras del neoimpresionista Paul Signac, del simbolista Odilon Redon o del más famoso de todos sus contemporáneos, Henri de Toulouse-Lautrec. El centenar de pinturas, dibujos, grabados y obras sobre papel puede visitarse por los 16 euros que cuesta la entrada general y que da acceso también a la colección y a muestras como la del videoartista Bill Viola o Los invitados, de Ken Jacobs. 

Cine

Cuando la mayor parte de los cines de estreno del país están de capa caída, la Filmoteca Española no cierra. El programa de exhibición del organismo, dependiente del Ministerio de Cultura, tiene en agosto la misma sustancia que el resto del año. El madrileño cine Doré, donde se encuentra la sala de la Filmo, ofrece solo este fin de semanaLos locos viajes de Céline y Julie, de Jacques Rivette, y Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, el jueves; Caballo dinero, de Pedro Costa, y dos filmes protagonizados por Robert Mitchum, Río sin retorno y Con él llegó el escándalo, el viernes; El castillo ambulante, de Hayao Miyazaki y La noche del cazador, el sábado... Durante todo el mes están en marcha un ciclo dedicado a Mitchum, otro de magia e ilusionismo (El mago de Oz, El truco final...) y Cine pendiente, en el que la Filmoteca rescata cada año películas recientes de gran calidad pero que no tuvieron gran éxito en salas. 

Libros

Patria, de Fernando Aramburu, ya supera las 300.000 copias vendidas y es uno de los títulos que copan las lecturas de verano. Su historia, a lo largo de décadas, del enfrentamiento de dos familias en el marco del conflicto vasco, abre la puerta a visitar otros títulos sobre la violencia de ETA ahora que hay tiempo para detenerse además de ocasión para hacerlo. En la lista estaría, sin duda, Martutene, de Ramón Saizarbitoria (traducida del euskera por Madalen Saizarbitoria y editada por Erein). El título proviene del barrio donostiarra del mismo nombre, en el que viven los dos matrimonios protagonistas tras los que se encuentra una revisión crítica de la sociedad vasca. 

Pero estarían también Nuestras guerras. Relatos sobre los conflictos vascos (Lengua de Trapo, 2014), un volumen que reunía relatos y novelas cortas de autores vascos como Bernardo Atxaga, Harkaitz Cano, Arantxa Iturbe o el propio Saizarbitoria que recorrían, en caleidoscopio, la violencia que sufrió Euskadi desde la Guerra Civil hasta el alto el fuego de ETA. Estaría también, si seguimos en narrativa, El comensal(Caballo de Troya, 2015), de Gabriela Ybarra, una novela autobiográfica en torno al secuestro y asesinato de su abuelo, Javier Ybarra.

Y Ojos que no ven, de José Ángel González Saiz (Anagrama, 2009), que de nuevo pone la lupa en los conflictos internos de una familia vasca. O, en el cómic, Las oscuras manos del olvido (Norma Editorial, 2014), en el que Bartolomé Seguí y Felipe Hernández Cava dibujan una vendetta en el tóxico ambiente del conflicto. Si vamos al ensayo, se podrían nombrar El eco de los disparos. Cultura y memoria de la violencia (Galaxia Gutenberg, 2016), en el que Edurne Portela analiza a su vez películas, novelas y demás relatos relacionados con el conflicto vasco —y así, de paso, encontrar otras muchas obras a las que acercarse—. Se trata, en suma, de franquear la puerta que abre, para muchos, Patria

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