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La orquesta confinada

Pedro Jorge: "La música está infrafinanciada desde hace años y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso"

Dentro de una orquesta, hay un grupo de personas que no pueden llevar mascarilla: los instrumentista de viento. Parece una observación curiosa sin mayor trascendencia. Sin embargo, da cuenta de las dificultades a las que se enfrentan estas bandas musicales en su nueva realidad, en la que la distancia de seguridad es indispensable. Aunque ello suponga que sea "prácticamente imposible ver una de las grandes obras de la literatura orquestal". Es un lamento de Pedro Jorge, trompa solista de la Fundación Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM). "Se pueden interpretar reducciones orquestales como hemos hecho nosotros con la Primera Sinfonía de Gustav Mahler, pero es impensable hacer su versión original", explica el músico valenciano, que se ha animado a participar en esta sección en la que varios integrantes de orquesta dan a conocer sus instrumentos e interpretan algunas de sus piezas musicales favoritas.

Según Pedro Jorge, la crisis provocada por la pandemia de covid-19 ha mostrado la peor cara de una situación que no es nueva: "La música está infrafinanciada desde hace años y esto ha sido la gota que ha colmado el vaso". Es consciente, eso sí, de que estas circunstancias acarrean también problemas a los que nunca se habían enfrentado: "Todo va a ser más incómodo y más frio, más impersonal. Además, mientras sigan las restricciones de aforo, por desgracia, muchas veces va a ser inviable económicamente hacer conciertos, puesto que no se puede ni costear el alquiler de ciertas salas". Nada ilustra mejor lo complicado de este panorama, especialmente en los meses pasados, que la experiencia del propio Jorge: "No había conciertos ni ensayos, que es la parte de nuestro trabajo más gratificante".

El solista de trompa remarca que su actividad no ha cesado, ya que su empleo "tiene una parte que no se ve que es el estudio individual en casa". Reconoce, no obstante, que es "muy complicado mantener la motivación para estudiar varias horas al día cuando no se ve una meta a corto o medio plazo". "Necesitamos el contacto con el público, sin poder hacer disfrutar a la gente nada tiene sentido", admite. Por suerte, poco a poco la situación del sector fue mejorando, así como la suya: "A mediados de junio pudimos retomar la actividad, inicialmente con formatos de música de cámara y más tarde con orquesta, aunque reducida".

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El músico cuenta que ha pasado el confinamiento "estudiando, dando alguna clase online y haciendo deporte con bicicleta de spinning". Por eso no entiende los prejuicios hacia su profesión: "Hay gente que piensa que somos unos vagos y unos vividores. Cuando eres estudiante algunos te dicen que no te dediques a la música porque no tiene futuro, otros piensan que es algo terriblemente aburrido". En su opinión, estas creencias "parten del desconocimiento que existe sobre el mundo de la música clásica". Cree que "la manera en que se enseña música en los colegios no ayuda". Tampoco ayuda que "el único momento de la semana donde se dan conciertos en la tele sean sábados y domingos a las ocho de la mañana". Para acabar con este "punto elitista", propone una solución que conoce de primera mano: "Me gustaría hacer hincapié en la labor que hacen las bandas en Valencia (aunque no sólo allí). El hecho de que se subvencione prácticamente la totalidad del coste de los estudios elementales y de que se preste el instrumento hace la educación musical accesible a todos". Considera además que lo ideal es acudir a algún concierto y después "acercarse a los músicos y charlar con nosotros, ver que somos gente normal, sólo que tenemos la suerte de poder trabajar en algo que nos apasiona".

Pedro Jorge predica con el ejemplo, y nos cuenta los entresijos de su instrumento, así como sus obras musicales favoritas. Las que hicieron que tras un año compaginando el Grado Superior de Música y una ingeniería técnica industrial dejara esta última. "Toqué por primera vez la Sinfonía Alpina de Richard Strauss y me quedé tan impactado que supe al momento que ninguna profesión me haría sentir tan bien como trabajar tocando en una orquesta". En esta ocasión, sin embargo, se decanta por interpretar la Sinfonía número 3 de Beethoven, HeroicaHeroica. "Fue originalmente dedicada a Napoleón Bonaparte, cuando todavía muchos le consideraban liberador de Europa, pero cuando éste se autoproclamó emperador, Beethoven tachó su dedicatoria original y la sinfonía se publicó en 1806 bajo el título Sinfonía Heroica, compuesta para festejar el recuerdo de un gran hombre". Jorge es un gran admirador del autor alemán: “Fue uno de los primeros compositores independientes de la historia, sin estar al servicio de ningún noble, y en parte a ello se debe la imagen que nos ha llegado de Beethoven como creador rebelde e inconformista". Además, esta era la obra principal del concierto con el que hubieran puesto fin a la temporada “si la pandemia no hubiera truncado todos los planes”.

Sobre su instrumento, relata que empezó con él por casualidad: "En la banda me dieron básicamente lo que tenían disponible. Yo tenía 7 años y quería la trompeta, pero se me pasó pronto el capricho. Una vez empecé con la trompa, me encantó y nunca me he arrepentido de seguir adelante con ella". Disfruta especialmente con los repertorios románticos y posrománticos. "Desde las sinfonías de Anton Bruckner hasta los ballets de Igor Stravinsky pasando por los poemas sinfónicos de Strauss o las óperas de Richard Wagner, la trompa es la piedra angular". Destaca una serie de piezas claves para conocer la trompa: "Más allá del Concierto Número 4 de Mozart y los dos conciertos de Strauss, que son escucha obligatoria, recomendaría la Sinfonía Alpina de Strauss, la Sinfonía Número 5 de Mahler y la Sinfonía Número 4 de Bruckner". Aunque los intereses de Jorge no se quedan ahí. Para el calor estival aconseja, por ejemplo, la "frescura" de la Sinfonía Número 5 de Franz Schubert. Pero no todo es música clásica: Nina Simone o Prince son otras de sus recomendaciones para pasar un verano, por extraño que sea, en el que no falte la música.

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