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Comunicación política

El aplazamiento de las elecciones en Cataluña dejaría en el aire la 'Operación Illa'

Salvador Illa.

El Govern catalán parece tener tomada la decisión de aplazar los comicios anunciados en principio para el próximo 14 de febrero. El agravamiento de la emergencia sanitaria tras las fiestas navideñas sirve de justificación para la medida que implicaría trasladar la cita con las urnas. Estas elecciones tienen una indiscutible importancia debido a la situación especialmente confusa que vive Cataluña en la actualidad. Casi todos los partidos parecen defender el aplazamiento excepto el PSC. Estas posturas coinciden con la reciente publicación de las últimas encuestas que daban una sensible mejora de los resultados al PSC tras haberse dado a conocer que Salvador Illa sería el nuevo cabeza de lista en lugar de Miquel Iceta.

La sorpresa de fin de año

El pasado día 30 de diciembre se hizo pública la decisión del PSC de designar al actual ministro de Sanidad del Gobierno de España como candidato a la presidencia de la Generalitat. La noticia sorprendió a casi todo el mundo. Meses atrás se especuló con esta posibilidad. Sin embargo, en las últimas semanas parecía segura la apuesta de los socialistas catalanes por Miquel Iceta para encabezar su candidatura. Al hacer el anuncio oficial de la designación de Illa, la declaración oficial pretendía trasladar un alto grado de optimismo: “El PSC no se pone techo. Va a por todas, está bien preparado, presenta un magnífico programa, y al mejor candidato de Catalunya para presidir la Generalitat”. El propio Pedro Sánchez se unía en apoyo de la iniciativa.

En apenas 15 días, una operación política ha transformado por completo un escenario que parecía centrado en resolver dos interrogantes principales. Por un lado, determinar quién iba a liderar la previsible mayoría independentista, si ERC o JxCAT. Por otra parte, desvelar la evolución del voto en la derecha españolista. Se contaba con un significativo descenso de Ciudadanos que había sido sorprendentemente la fuerza más votada en las anteriores elecciones. Pero, sobre todo, quedaba pendiente la amenaza de que Vox llegara a sobrepasar al PP. El anuncio de la vuelta de Illa a Cataluña parecía adelantar cambios importantes en el escenario previsto.

Iceta o Illa

La Operación Illa implicaba sustituir a Miquel Iceta, que había liderado el PSC desde 2014. El cambio del candidato no era sólo nominal. Significaba un notable giro en el perfil del candidato. Según Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación en Ideograma, “Illa tiene tres características que lo hacen un candidato más competitivo que Iceta: menos rechazo en los votos de frontera —incluidos los votantes soberanistas—, más transferencia positiva a su favor con ERC, y mayor capacidad de ser voto refugio del votante constitucionalista”.

Para Toni Aira, profesor en la UPF Barcelona School of Management, la principal diferencia entre ambos perfiles deriva de la función desempeñada por Illa en este último año: “Su gran diferencial con Iceta es esa capa que le cubre de la púrpura del poder y que ha demostrado ser la persona adecuada en el momento adecuado, algo que en la campaña catalana puede competir muy fuertemente con el debate identitario”.

Desde una perspectiva emocional, tal y como expresa Joan López Alegre, profesor de UAO CEU, también el actual ministro de Sanidad cuenta con mayores atributos: “Es mejor candidato por el vínculo emocional que puede generar con el votante y porque ahora mismo la política española está muy polarizada e Illa es un personaje aparentemente calmado, no crispante y que huye de la polémica. Esto es algo que el electorado lo puede valorar muy positivamente”.

Un político bien valorado

Salvador Illa ha vivido un salto meteórico en su imagen pública en los últimos nueve meses. Hasta la llegada del coronavirus, era un político poco conocido fuera de Cataluña que ocupaba en el Gobierno un Ministerio que, erróneamente, parecía destinado a tener un bajo perfil en la agenda política. Tras el estallido de la pandemia, su constante presencia en los medios le ha convertido, junto a Fernando Simón, en la principal figura referente de la gestión sanitaria en un momento histórico. Su valoración política en las encuestas se ha situado en estos meses por encima de sus colegas en el Consejo de Ministros y también de los principales líderes catalanes. Este hecho ha debido pesar especialmente a la hora de designarle para dirigir el futuro de los socialistas en un territorio especialmente complejo políticamente.

Tal y como destaca Toni Aira, “la pandemia, lejos de quemar la figura de Illa, la ha reivindicado. Ha transmitido solvencia en la gestión y calma en una circunstancia muy difícil. Illa es una apuesta fuerte por parte del PSC”. En la misma línea, Gutiérrez-Rubí mantiene que “la mayoría de la opinión pública, y de forma ampliamente transversal, tiene una imagen positiva de Illa, basada principalmente en dos virtudes: eficacia y templanza. Atributos de buen gesto y de político que huye de la crispación”. Para el profesor López Alegre, “es un personaje que rompe moldes con lo estrictamente político ya que ha creado un vínculo emocional y de familiaridad con la población a raíz de la crisis del coronavirus. Es una estrategia que desde el punto de vista electoral tiene todo el sentido del mundo”.

Un inmediato vuelco electoral

El pasado fin de semana se hacían públicas las primeras encuestas electorales tras conocerse la noticia del cambio de candidato en el PSC. El estudio que presentaba una mayor convulsión en el tablero electoral fue el realizado por el Instituto GESOP para El Periódico. El sondeo colocaba al PSC como primera fuerza política y a Salvador Illa como el candidato mejor valorado. Con estos datos en la mano, Gutiérrez-Rubí resalta una importante conclusión: “El impacto es imprevisible, pero las primeras encuestas publicadas indican que la decisión sí que cambia el tablero y puede presentar al PSC como primera fuerza. Eso puede no ser suficiente para impedir una mayoría parlamentaria independentista, pero sí garantizar que no haya una mayoría de votos independentistas si la participación es moderadamente alta”.

Por su parte, para López-Alegre, “según los últimos datos, las elecciones catalanas han dejado de ser un elemento a dos entre Junts y Esquerra. El cambio de candidato en el PSC supone una aceleración de la transferencia de voto de Ciudadanos hacia el Partido Socialista y convierte al PSC en un tercer actor, con posibilidades de victoria electoral”. En efecto, un previsible crecimiento del voto del PSC determinaría la transferencia de electores procedentes de otras formaciones dependiendo, en gran medida, del perfil de la campaña que pudiera respaldar a Illa. Para Toni Aira, “Illa puede intentar redirigir el enfoque de la campaña y poner el acento en la vertiente de gestión, desplazando el debate independencia sí o no que ya de por sí ha sido trasladado a un segundo plano por la pandemia. Illa tiene ahí una ventana de oportunidad muy buena y le roba parte del discurso a Ciudadanos y a los Comunes”.

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Illa seguirá como ministro

Es imposible aún determinar a quién puede beneficiar y a quién perjudicar el previsible aplazamiento de las elecciones. Lo que queda fuera de discusión es que ha sido acertada para los intereses del Gobierno de Sánchez y para el PSC la opción de no adelantar la dimisión de Illa como ministro. De haber abandonado el Ministerio de Sanidad ahora se enfrentaría a un doble castigo. Por un lado, derivado de las críticas por estar ausente de la lucha contra la pandemia en una fase especialmente crítica. Por otra parte, se hubiera quedado completamente desubicado en el mapa político a expensas del calendario que va a marcar de nuevo el Govern catalán.

Mientras se mantenga al frente de Sanidad, Illa seguirá gozando de una presencia mediática tan abundante como trascendente. Cabe pensar además que, de aquí a mayo, la situación mejore, tanto porque se pueda haber controlado la tercera ola de la pandemia en la que nos encontramos como porque la campaña de vacunación se encuentre ya muy avanzada. Su imagen política podría estar más reforzada aún que en la actualidad. A cambio, siempre hay riesgo de que una vez más suceda lo inesperado y la fotografía actual sea otra completamente diferente.

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