‘Las flores perdidas de Alice Hart’: lo bello, lo triste y la esperanza
Desde comienzos de mes puede verse al completo una bella y triste miniserie de siete episodios en Prime vídeo. Las flores perdidas de Alice Hart cuenta una historia y muchas historias de abuso de hombres a mujeres, de traumas y superación.
La serie muestra un largo camino. No describe atajos para desaprender y rehacerse tras una experiencia brutal. Toda la ayuda es necesaria y a veces ni siquiera es suficiente una generación para reponerse. Y, sin embargo, lo que nunca falta es la esperanza.
Sólido argumento
El argumento debe ser aceptado como un cheque en blanco. No se puede anticipar nada porque buena parte del atractivo reside en ir desvelando cada capa para adentrarse más y más en los mundos de las protagonistas.
Enseguida se presiente que el viaje vale mucho la pena literal que se sufre ante el retrato de realidades duras, contadas con sensibilidad y tiempo. Se necesita esta lenta inmersión para adentrarse en las sorpresas y contradicciones aparentes que deparan los comportamientos de las víctimas.
Gran papel para Sigourney Weaver
Y como suele ocurrir, merece la pena por su calidad en todos los aspectos, que compensa la dureza de lo contado con la admiración que provoca el alto nivel del relato, de las interpretaciones y del estilo visual.
Entre sus protagonistas destaca una imponente Sigourney Weaver interpretando un personajazo. Una matriarca impenetrable en una sociedad femenina. Una líder difícil de entender, dura y admirable.
“Una carta de amor a las mujeres”
“Es una carta de amor a las mujeres. A lo que pueden hacer. Apoyándose unas a otras, cuidando unas de otras. Un mensaje importante y una gran verdad” ha afirmado la intérprete al programa australiano Sunrise sobre esta adaptación.
La Alice que da nombre a la serie está interpretada en su edad adulta por Alycia Debnam-Carey, especialmente conocida por su personaje protagonista en Fear the walking dead, aquí llena de ímpetu y juventud.
En su niñez está encarnada por la joven Alyla Browne, que a sus trece años ya ha sido también hija de Nicole Kidman en la serie Nine perfect strangers, y que resulta expresiva, valiente y vulnerable en este personaje. El resto del reparto está a la altura lo que vuelve a mostrar el éxito de la dirección.
Basada en una novela con un mundo propio
La historia está basada en la novela de Holly Ringland del mismo nombre. El escrito ya contiene además de la profunda y conmovedora historia que cuenta, un mundo estético y geográfico potentísimo.
Ringland debutó como escritora a los 37 años con este libro. Viendo la constante lluvia del duro invierno del Manchester en el que vivía entonces, disfrutó evocando las flores salvajes de su Australia natal.
La influencia de los paisajes australianos
La escritora creció entre jardines muy cerca de la costa este de Australia y del océano Pacífico. Aún niña su familia se mudó a Canadá y desde allí viajaban en caravana de parque nacional en parque nacional por Norteamérica. Ya mayor de edad redescubrió Australia trabajando con comunidades aborígenes en el desierto occidental.
Toda esta memoria sensorial y vital pasó a su libro, que ha sido recogido de manera arrolladora en la serie. La autora detalla los emplazamientos en los que se ha inspirado en una página de internet destinada a localizar los lugares en los que transcurren libros, tripfiction.
El director Glendyn Ivin ha conseguido una fotografía memorable. Grandes horizontes paisajísticos se alternan con escenas de detalle en las que se mece la hierba o se alzan las rocas rojizas del desierto. Y en medio, como constante, las flores.
Un lenguaje privado con flores
Las flores recorren un camino narrativo. No debe ser fácil conseguir los ejemplares más bonitos y sorprendentes, un invernadero de ensueño y que al fotografiarlos resulten cargantes, dramáticos, sofocantes.
Incluso cuando se muestran como un profundo lenguaje privado entre la pequeña comunidad de mujeres protagonista, cuando se utilizan para expresar lo que es difícil nombrar, tienen un tono desolado a pesar de su belleza y delicadeza.
Poco a poco, solo cuando se muestran silvestres, libres e iluminadas por el sol aparecen como un reflejo de biografías que se acercan a un estado más sano y tranquilo.
Mujeres que apoyan a mujeres
Esta serie acerca de mujeres que apoyan a mujeres está desarrollada por una productora con el mismo espíritu y por un equipo que se ha sumergido en las profundas motivaciones de los personajes.
La guionista Sarah Lambert sintió un flechazo con el libro y se empeñó en hacer la adaptación, aunque paralelamente otro equipo trabajaba para levantar otro proyecto basado en el mismo material.
Convencida de que su lectura era la correcta fue al encuentro de la autora, viajaron juntas por Australia, hablaron durante horas sobre cómo la infancia fija comportamientos que son muy difíciles de cambiar y Lambert se hizo con el desarrollo del guion y de toda la producción.
Una productora con sello femenino
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Lo hizo para la productora australiana Made up stories, con sedes en Los Ángeles y Sydney. La compañía es heredera de la fundada por su dueña, Bruna Papandrea, con la actriz Reese Witherspoon, Pacific Standard.
Mientras las socias tomaban caminos independientes realizaron la serie Big little lies, y posteriormente Papandrea ha seguido centrándose en películas y series con mayoría del talento femenino.
Las flores perdidas de Alice Hart sobresale entre las numerosas producciones que se han puesto en marcha desde entonces. La cantidad de reflexiones y aproximaciones que se hacen a las secuelas del trauma muestran una reflexión profunda contada con un hermosísimo estilo audiovisual.