El PP abraza a Puigdemont por Navidad Pilar Velasco
Un pan como unas hostias en Castilla y León
Soy leonés de nacimiento y corazón. De Sahagún concretamente. Tierra de Campos. Y si hacemos caso a Max Aub y convenimos en que uno es "de donde hace el bachillerato", entonces también sería castellano, porque me tocó cursarlo en el Instituto público Jorge Guillén de Villalón de Campos (Valladolid). ¿Y a mí que me importa?, se preguntará el improbable lector que haya leído hasta aquí. Pues entre poco y nada, por supuesto. Pero en estos tiempos de reivindicaciones identitarias y efervescencias territoriales, quizás sea oportuno mostrar el DNI antes de escribir sobre las elecciones de este domingo, 13 de febrero, en Castilla y León. Puedo acertar o equivocarme (como un Michavila cualquiera), pero no será porque uno no tenga conexión alguna con la región más extensa y una de las más despobladas de Europa.
Despachado el sentimiento de cuna y arraigo, pese a llevar desde los 16 años habitando en la burbuja madrileña, paso a transcribir unos apuntes personales que no pretenden hacer vaticinios sino simplemente reflejar lo que fuentes oficiales y oficiosas (para mí creíbles) transmiten sobre lo que en mi tierra se avecina.
1.- Influyentes gurús demoscópicos, desde Narciso Michavila a Sigma Dos (también conocida en algunas Redacciones como Rumba tres), trasladaron en su día a Pablo Casado y su núcleo duro que un adelanto electoral en Castilla y León tenía casi garantizada la mayoría absoluta. De ese vaticinio nace la hoja de ruta de Casado que consiste en cabalgar una “ola victoriosa” que se inicia en Castilla y León, pasa por Andalucía, continúa en la cita autonómica y municipal de mayo de 2023 para concluir en la Moncloa como estación de destino en las próximas elecciones generales. Cual Aníbal o Napoleón, el líder del PP veía ya sobradamente afianzado su liderazgo por encima de enemigos internos y externos, Ayusos y Abascales, en un camino expedito hacia la presidencia del Gobierno. (Contaminar de presunta corrupción la gestión de los fondos europeos o boicotear por artes filibusteras la reforma laboral también ayudaría…)
A medida que avanzaba la campaña se ha ido asentando una tendencia: sube la intención de voto a Vox en la misma proporción en la que baja la del PP. ¿Tanto como para que se produzca un vuelco hacia la izquierda? Difícil, pero nada es imposible
2.- Han ido surgiendo algunos “problemillas” con los que ni Casado ni Alfonso Mañueco contaban (lo cual no significa que no existieran). Por citar alguno: es la primera vez que Castilla y León vota en soledad, sin el paraguas movilizador de comicios autonómicos o municipales a nivel estatal; se justifica el adelanto electoral con argumentos increíbles, en mitad de la sexta ola de la pandemia y en pleno proceso de adjudicación y gestión de los fondos de recuperación europeos; se planifica una campaña en clave nacional, contra Sánchez y el gobierno “socialcomunista”, vistiendo a Mañueco con un traje diseñado para Ayuso, sin caer en la cuenta de que Madrid será España, pero Castilla y León no es (o no son) Madrid; y se lanza una campaña de desinformación y bulos sobre la ganadería para competir con Vox despreciando la realidad castellano-leonesa y, lo que es peor, la inteligencia de sus habitantes.
3.- A medida que avanza la campaña que este viernes concluye se va asentando una tendencia (con perdón a la ciudadanía por la absurda prohibición legal de compartir con ella los tracking diarios que los partidos manejan): sube constantemente la intención de voto a Vox en la misma proporción en la que baja la del PP. ¿Tanto como para que se produzca un vuelco hacia la izquierda y las urnas pongan fin a 35 años de gobiernos conservadores en Castilla y León? Difícil, pero nada es imposible cuando algunos actores ponen tanto empeño en descalabrar su propia función.
4.- En la mejor de las hipótesis para Mañueco, podría seguir gobernando con el permiso y las condiciones que Vox decida, muy probablemente con un vicepresidente cuya xenofobia, machismo y estulticia están documentadas (ver aquí). El resultado de la apuesta consistiría para el PP en cambiar su sociedad de gananciales con Ciudadanos por un matrimonio forzado con Vox, cuyo contrato marcaría definitivamente al PP como la única formación conservadora europea que en lugar de alejarse del nacionalpopulismo extremista se abraza a sus tentáculos. El liderazgo de Casado quedaría obviamente resentido hacia fuera (a disposición de las exigencias de Abascal) tanto como ya ha quedado debilitado hacia dentro, a la vista del protagonismo de Isabel Díaz Ayuso en el segundo y estresante tramo de esta campaña (ver aquí).
5.- En el peor de los escenarios para la dirigencia del PP y sus aliados demoscópico-mediáticos, cabría la posibilidad de que la participación cayera aún más de los cinco puntos que ya descuentan casi todos los sondeos, en un domingo sin más urna que la autonómica, con lluvia y temperaturas bajo cero y muchísimos votantes hartos de tanto dominguero disfrazado de Coronel Tapiocca vociferando sobre asuntos alejados de sus intereses inmediatos. El discurso que promete soluciones, en boca de quienes llevan 35 años engordando problemas, resulta muy difícil de encajar.
6.- Hay dirigentes políticos, y también analistas sesudos, que llevan meses vaticinando el vuelco que supondrán los nuevos partidos que representan a la llamada España vacía (con todos mis respetos al hallazgo de Sergio del Molino, me parece más apropiado definirla como La España despreciada). Se generaliza demasiado: en Castilla y León se celebran nueve elecciones, una por provincia, y las diferencias entre la realidad que viven y sufren León y Ávila o entre Burgos y Soria son tan notables como entre México y Argentina cuando nos empeñamos en bautizarlas sin matices como Latinoamérica.
Ya sabemos que las encuestas electorales son utilizadas fundamentalmente como herramienta de movilización o de influencia en el ánimo colectivo. Como también los mensajes que lanzan ciertos gurús de la demoscopia buscan la movilización de electorados afines (ver aquí alguno escuchado este mismo jueves). Lo cierto es que, cuando se apaguen las luces de la jornada electoral de este domingo, es muy probable que entre quienes decidieron anticipar la cita con las urnas se escuche ese dicho tan español, castellano y leonés: “Hemos hecho un pan como unas hostias”.
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