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Gorbachov y la masculinidad

La muerte de Mijaíl Gorbachov ha traído a la actualidad su legado político y las consecuentes valoraciones sobre el mismo. Para unos ha sido clave por lo que supuso de cara al final de la Guerra Fría, una visión muy compartida en occidente, y para otros ha sido nefasto, idea que prevalece en Rusia y en una gran parte de su área de influencia, como muy bien se ha visto en la actitud de Vladímir Putin ante su muerte.

Sin embargo, no se ha dicho nada sobre el hombre que era Gorbachov, no tanto en relación a cuestiones personales relacionadas con su intimidad, algo que no conocemos lo suficiente, pero sí sobre la forma de entender su manera de ser hombre a partir de las decisiones tomadas.

Mijaíl Gorbachov rompió con lo que se esperaba de él como hombre, tanto que fue considerado entre los suyos como un traidor y como un “mal hombre”.

Ser hombre es “ser reconocido como hombre por otros hombres”, no se trata de tener una serie de elementos biológicos como individuo, sino de representar a partir de ellos la parte alícuota de masculinidad que le corresponde. La identidad masculina viene definida por los elementos comunes que forman parte de todos los hombres, con independencia de que se adopten o no determinadas conductas y comportamientos. Por eso ser hombre tiene una doble consecuencia: comportarse como tal según lo establecido y hacer que otros hombres cumplan con su mandato masculino para, entre todos, mantener las referencias androcéntricas que definen la normalidad.

Y Mijaíl Gorbachov en un momento dado no hizo ninguna de las dos, ni se comportó como el hombre líder para lo que fue elegido, ni hizo que otros hombres mantuvieran las referencias sobre las que los hombres y su modelo de sociedad son reconocidos. De hecho, Chris Buckley, en su artículo publicado en The New York Times el 14 de febrero de 2013, recoge las palabras de Xi Jinping, muy crítico con Gorbachov y con quienes ejercen una política dialogante, cuando en diciembre de 2012 acudió a la provincia china de Guangdong (Cantón) y se dirigió a los miembros del partido para llamar la atención sobre la lección que debía aprender China a raíz de lo ocurrido en la URSS. Después de criticar lo sucedido y a Gorbachov dijo: “al final nadie fue un hombre de verdad, nadie salió a resistir”.

Y esa es una de las claves para entender la reacción de la sociedad ante las políticas transformadoras en general, y para comprender el rechazo que supone Gorbachov para mucha gente, más allá de las decisiones políticas adoptadas y sus consecuencias. Porque para muchos Gorbachov representa una doble traición, la traición al modelo comunista que regía la URSS, y la traición a una masculinidad que debería haberlo hecho resistir hasta el final como “un hombre de verdad” y actuado de otra forma para presionar y mantener el poder, o una parte del mismo, bajo la continuidad o la adaptación del modelo a unas nuevas circunstancias, tal y como, por ejemplo, hacen Vladimir Putin o Xi Jinping.

En otro artículo reciente de The New York Times, publicado el 1 de septiembre de 2022, Hannah Beech describe la lección que supuso Gorbachov para los que hoy tienen el poder en la zona de influencia de la antigua URSS. El artículo se titula gráficamente “Para la China de Xi y otros hombres fuertes, Gorbachov mostró exactamente qué es lo que no hay que hacer”, y en él habla de cómo los líderes autócratas han aprendido a ser más duros a través de la lección sobre lo ocurrido con Gorbachov. Y mientras que esos hombres cuestionan al Gorbachov que trajo libertad a Rusia y a todas las repúblicas que formaban la URSS, con independencia de que luego otros “hombres fuertes y de verdad” no continuaran con el trabajo iniciado, o que desde fuera los “hombres fuertes y de verdad” occidentales se aprovecharan de la situación para lograr más poder, no dudan en apoyar al “hombre de verdad” que es Xi Jinping y sus políticas que han aplastado a los movimientos prodemocracia de Hong Kong, y ha llevado a cabo encarcelamientos masivos y esterilizaciones forzadas a las mujeres uigures en Sinkiang. El líder chino, Xi Jinping, ha formado una alianza con Putin para intentar revertir lo que denominan una “catástrofe histórica forjada por Gorbachov” y están llamando a otros “hombres de verdad”, autócratas en algunas de las repúblicas asiáticas, pero también en África, a unirse a ese modelo de ejercer la política a través de la masculinidad tradicional y sus testículos.

La identidad masculina viene definida por los elementos comunes que forman parte de todos los hombres, con independencia de que se adopten o no determinadas conductas y comportamientos

Estoy convencido de que Mijaíl Gorbachov tiene mucho que criticar en las decisiones tomadas, como recogió mi querido Javier Valenzuela en su artículo “Patético Gorbachov” publicado el 31 de agosto de 2022, y aunque él lo considera un “perdedor de manual”, yo creo que merece la pena mirarlo y entenderlo desde otra perspectiva más centrada en su persona y en esa forma que tuvo de “alterar el orden” previsto. Es cierto que muchas decisiones tuvieron consecuencias muy duras para muchos de sus conciudadanos, pero él hizo lo que tenía que hacer para que los cambios y la transformación social y cultural de la antigua URSS se pudieran producir, que otros hombres no continuaran con ella o que los que lo hicieron se encontraran con todas las dificultades del mundo, o que otros hombres se aprovecharan de ese proceso de cambio para obtener poder dentro y fuera de la URSS, no podemos achacárselo a Mijaíl Gorbachov.

Creo que Gorbachov hizo lo que tenía que hacer y pudo llevar a cabo en sus circunstancias, pero a la vista está que muchos hombres no tenían ningún interés en que lo hiciera.

Si Mijaíl Gorbachov dio una lección a los autócratas sobre qué es lo que no hay que hacer, Putin, Xi Jinping y otros hombres como ellos nos dan una lección que muestra que Gorbachov hizo lo que hay que hacer.

Y como parte de esa lección está la referencia de que se puede ejercer una masculinidad de manera diferente a lo que históricamente la cultura androcéntrica ha entendido que es ser “hombre de verdad” a la hora de ejercer el poder.

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Miguel Lorente Acosta es médico y profesor en la Universidad de Granada y fue delegado del Gobierno para la Violencia de Género.

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