Lo mejor de todo, que Franco sigue muerto

Cuando escuchamos que el Cara al sol no es franquismo, porque es anterior al franquismo, efectivamente, para conocer la historia, tenemos que conocer la prehistoria. Nadie recuerda a Hitler como pintor, y tener que explicar que el Cara al sol es propaganda franquista en el siglo XXI habla muy poco de la educación recibida por quienes lo cantan, lo cual demuestra lo necesaria que es la Ley de Memoria Democrática, en especial en su labor de pedagogía, para las nuevas generaciones, y por lo que se ve, también para según qué adultos. La gente civilizada no canta el Cara al sol.

Históricamente la marcha del 20-N, y esto lo explicaba muy bien José María Calleja en su libro sobre el Valle, es un recorrido que arranca en la calle Génova de Madrid, lugar en el que vivió el fundador del partido único en España, se supone que caminan con teas hasta la sierra de Guadarrama, a la que llegarían de madrugada, todo a pie, y según ellos, sin contaminación ideológica, portando camisa azul, gafas oscuras, pelo hacia atrás y guantes negros, como marca su tradición, para terminar desembocando en una misa infame, gritando como hienas “Franco…Franco…Franco”. Esto ya no es posible, gracias a una ley democrática.

En las pancartas falangistas podemos encontrar “José Antonio no se toca”, tocar según el diccionario es llegar a algo con la mano, el tacto. Lo que pretende la ley democrática es exhumar su cuerpo, inhumado en un ataúd, previsiblemente en mejor estado que el del dictador. “Presente” significa estar delante, en presencia, y a día de hoy, su fundador se ubica en el Valle, a 50 km de la calle Génova, por tanto, esa propaganda es ciertamente contradictoria, pero también es cierto que los gritos en las manifestaciones falangistas nunca se han caracterizado precisamente por su tono lírico.

Un 22 de noviembre, Franco fue inhumado en el Valle, por decisión del rey Juan Carlos, ese rey Juan Carlos que firmó una petición dirigida al entonces Abad, porque el de entonces sí era Abad, firmando como “yo el rey”, y tenía sentido, porque era la forma de calmar a los militares ante un riesgo de Guerra Civil, y ese riesgo estuvo mucho tiempo, hasta la profesionalización del ejército, militares que conocían misiones de paz, que viajaban, y esa profesionalización culmina con la creación de la UME, a la par que aquellos militares que traicionaron a España se jubilaban. Nuestro actual ejército, profesionalizado y civilizado, no canta el Cara al sol.

La exhumación del dictador corrige una anomalía, como la de Queipo “mejor fuera que dentro”, que decía un macareno, y la futurible de José Antonio, sin embargo, genera una discriminación con las víctimas del Valle, los hermanos Lapeña y el resto de compañeros de Calatayud, que vieron reconocido su derecho por sentencia judicial en 2018, y que todavía no se ha visto materializada.

¿Qué es apología? Cuando hablamos de Millán Astray, alcalde Almeida, el primer ofendido por que no le consideren franquista sería el propio Millán Astray, que estará gritando ¡cómo que yo no soy franquista! ¡si soy el propagandista de todo esto!. Vamos, yo soy familiar de Millán Astray y estaría yendo al Juzgado… Señor alcalde de Madrid, le presumo informado de lo que supuso el franquismo, entre otras cosas una persecución sobre los que amaban diferente, y cuya memoria LGTBi, hoy el Gobierno de España está reparando. La gente civilizada no hace homenajes a Millán Astray.

La derecha europea es laica y está en contra de los totalitarismos, la derecha española, cuando una sociedad demanda derechos en memoria, responde con terrorismo. Por si fuera poco, en España en el siglo XXI ha habido que legislar, calificando de muy graves en doble sentido la apología del franquismo o exaltación de la guerra civil; y la especial protección sobre la humillación a las víctimas, con sanciones de 10.000 a 150.000 euros, que por cierto, en caso de una repentina insolvencia, conviene recordar que dos cuotas no satisfechas suponen un día de privación de libertad, sustituibles por trabajos en beneficio de la comunidad, lo que equivaldría a ocho horas de jornada laboral, por cantar el Cara al sol.

La derecha europea es laica y está en contra de los totalitarismos; la derecha española, cuando una sociedad demanda derechos en memoria, responde con terrorismo. En España en el siglo XXI ha habido que legislar (...) la apología franquista

Todo queda en manos del expediente de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, dependiente del Ministerio de la Presidencia, con un contexto nuevo, una ley democrática genera derechos a las víctimas.

¿Qué es simbología de exaltación franquista?, pues la simbología va, desde la calle General Lafuente en León, quien ordenó la ejecución del capitán Lozano, cuyo nieto sería presidente del Gobierno de España, a la calle más personal dedicada a quien ordenó asesinar a nuestros abuelos, pasando por la retirada de las estatuas del dictador (el burro subido a caballo), que comenzó en 2005 y cuya retirada en suelo público culmina en Melilla en el año 2021, 16 años después.

Franco tenía dos opciones para eliminar la identidad de los republicanos: la ejecución y el exilio. Tendemos a pensar que la cuna del exilio español es México, y es cierto, pero para llegar allí, los exiliados pasaron una frontera a pie a Francia. Bien recuerdan esos niños de entonces lo que fue abrir la frontera; lamentablemente, después sufrieron aún más violaciones de derechos humanos, como fue el caso de mi tío Miguel Ranz, en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, y después a México, tras haber sido fusilados cuatro de sus siete hermanos, uno de ellos mi bisabuelo Andrés Ranz, guardia civil leal a la República, cuyo crimen fue negarse a matar. Como escribieron en el libro La represión en Soria durante la Guerra Civil: “El caso de la familia Ranz Iglesias fue uno de los más duros de la comarca” (Herrero Balsa, Gregorio; y Hernández García, Antonio), por eso es tan importante el día de recuerdo a las víctimas y el día de homenaje a las víctimas del exilio.

Todos los hechos de un ilícito en manifestación, se juzgan a posteriori, y hoy se produce en un contexto completamente nuevo, por un lado, los fascistas manifestándose, considerándose víctimas de lo que ellos consideran vomitivo, la democracia, y por otro, un Estado que repara a las auténticas víctimas desde los poderes. No ha lugar a prohibir manifestación alguna, en base al derecho de reunión y manifestación, lo que tenemos son sanciones, a los mal-educados.

La gente civilizada no canta el Cara al sol.

Como escribió José María Calleja: “Y lo mejor de todo, es que Franco sigue muerto”.

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Eduardo Ranz es abogado y doctor.

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