Ignacio Ellacuría, teólogo y filósofo de la liberación Juan José Tamayo
Habrá árbol de Navidad en Kiev
Habrá árboles de Navidad en las calles de Kiev. El alcalde lo anunció hace unos días y cuando lo escuché me paré a pensar en todos esos pequeños gestos que se esfuerzan por seguir manteniendo, a pesar de estar en medio de una guerra, a pesar de llevar casi un año bajo la amenaza de que la vida salte por los aires en cualquier momento. Ellos se empeñan en seguir abriéndose paso a la vida en mitad de ese horror que les ha tocado vivir…
El alcalde de la capital ucraniana anunció que a pesar de la guerra la ciudad viviría la Navidad: quería que los ciudadanos de Kiev, los que todavía siguen resistiendo en la ciudad a pesar de los cortes de luz y del frío gélido que están pasando, sientan que la vida sigue y que la Navidad es motivo de celebración, también para ellos. Los árboles no se iluminarán por la noche. No habrá luces de navidad en la ciudad. No quieren ponérselo fácil a los drones rusos...
En el centro, en la mítica Plaza Sofía, van a colocar un enorme pino de 12 metros de altura. Quieren que se convierta en una especie de símbolo de la indomabilidad de los ucranianos. Ni Rusia, ni la guerra, ni las bombas, van a lograr que cambien su forma de vida, ni siquiera en Navidad. Y todo eso se lo quieren decir de forma simbólica con ese enorme árbol en pleno centro de la ciudad. Todo un desafío, de los muchos que llevan sumando los ucranianos desde que empezó esta guerra.
Van a tener que inventarse la magia de donde sea, entre sonido de bombas y ruinas de edificios para que los más pequeños, sus hijos, mantengan la ilusión, a pesar de todo
Quienes tenemos personas todavía mayores en casa, padres o abuelos, hemos escuchado muchas veces las historias de supervivencia que tuvieron que vivir durante la guerra civil. Cómo pasaban los inviernos, con las cartillas de racionamiento, con el hambre, con el miedo, sin saber si su padre o su hermano volvería a casa. Se quedaron huérfanos demasiado pronto y, además de frío, pasaron miedo y vivieron las ausencias de la forma más terrible. Sus navidades fueron tristes, siendo todavía niños aprendieron a celebrar en medio del miedo…
Aquello que a nosotros nos suena tan ajeno es lo que van a vivir muchas familias ucranianas estas navidades, familias como la tuya y como la mía. Familias que hasta febrero se preocupaban de las mismas cosas que nos preocupamos nosotros, de cómo llegar a fin de mes, de cómo van en los estudios nuestros hijos, qué pasará con la hipoteca el mes que viene. Ellos estos días van a tener que inventarse la magia de donde sea, entre sonido de bombas y ruinas de edificios para que los más pequeños, sus hijos, mantengan la ilusión, a pesar de todo. Esos niños recordarán estas navidades siempre, pero al menos, en sus recuerdos, habrá un enorme árbol.
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