Sólo lo común nos salvará a todos: política (honesta) frente al odio Jesús Maraña
Del 28M al 23J: Desde la tierra quemada
Escribo desde la tierra quemada.
La noche del 28 de mayo media España, como en el poema de Gil de Biedma, volvió a ocupar España entera. O casi España entera.
Escribo desde una tierra quemada porque el huevo de la serpiente alumbró el rostro inhumano de la barbarie a las pocas horas de consumarse la victoria municipal y autonómica del PP y Vox en la Comunitat Valenciana.
Sí, sólo habían transcurrido unas horas desde aquel 28 de mayo y la derecha y la extrema derecha pactaban un gobierno que a la memoria de la corrupción en los tiempos de Zaplana, Camps y Rita Barberá añadía una inquietante novedad: el fascismo ocupaba, y no sólo simbólicamente, buena parte de las instituciones valencianas. Un condenado por violencia machista contra su exmujer y en presencia de sus hijos y un torero que presume gallardamente de su franquismo sin complejos son sólo dos ejemplos de cómo el tiempo demasiadas veces se vuelve en contra de aquella razón que defendía Antonio Machado y de la propia democracia.
Sé que ante la cita electoral del 23 de julio hay mucho escepticismo inclinado a la abstención. Respeto y puedo compartir –y tanto que sí– ese escepticismo, venido desde muy diferentes y a buen seguro que ajustadas reflexiones individuales y colectivas
Escribo desde una tierra quemada que, si el 23 de julio ganan las elecciones la derecha y la extrema derecha, será a la vez casi todas las tierras quemadas de un país que verá cómo será criminalizado el sufrimiento de las mujeres y los crímenes machistas que acaban con ellas por el solo hecho de ser mujeres; cómo los fondos buitre asediarán con mayor violencia a las familias que viven en las casas de la precariedad; cómo el movimiento LGTBI será lanzado a una intemperie clamorosamente desprotegida; cómo las pensiones sufrirán ese tembleque de la inseguridad que nunca abandona los derechos adquiridos después de una vida de trabajo; cómo la gente que llega a nuestro país en busca de una vida mejor descubrirá que la vida que buscaba no es una vida mejor sino una emboscada; cómo el cambio climático será un chiste malo en las bocas cínicas del negacionismo; cómo los servicios públicos y la defensa de lo común se convertirán en un juego de tahúres al servicio de la gente del dinero; cómo las comunidades que disfrutan de lengua y cultura propias verán disminuidos sus derechos aun reconocidos en sus estatutos de autonomía; cómo las víctimas de la represión y el exterminio franquistas serán devueltas a la oscuridad de una memoria devastada; cómo, en definitiva, veremos un país como el nuestro convertido en algo que más pronto que tarde –como ya ha sucedido en mi tierra valenciana– nos llenará de una vergüenza insoportable.
Escribo, pues, desde esa tierra quemada por el resurgir de un daño que regresa sin contemplaciones. Pero escribo, también, no desde ese miedo tan presente estos días en nuestras vidas, en los medios de comunicación y en las redes sociales, sino desde ese miedo que, como en los versos de Mario Benedetti, es principalmente una insobornable forma de coraje.
Y, sobre todo, escribo este breve texto desde una tierra que nunca arderá bajo la gallardía cuartelaria de los fascismos. Hablo de esa tierra que son todas las dudas y las incertidumbres que han sido en mi vida una guía irrenunciable: esas dudas y esas incertidumbres que son el lugar donde mejor anidan y se ponen a crecer imparablemente las grandes esperanzas.
Sé que ante la cita electoral del 23 de julio hay mucho escepticismo inclinado a la abstención. Respeto y puedo compartir –y tanto que sí– ese escepticismo, venido desde muy diferentes y a buen seguro que ajustadas reflexiones individuales y colectivas, de una buena parte de la izquierda. Pero hago desde aquí, y ojalá asuma cuanta más gente mejor esta sugerencia, una llamada a que ese escepticismo pueda convertirse, a primera o a última hora, en un voto a favor, ya no digo por el progresismo o por la izquierda, que también, sino por la propia democracia. Ojalá sea así. Ojalá.
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Alfons Cervera es escritor. Su último libro es Maquis (Edición 25 aniversario en Piel de Zapa).
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