Urge volver a València Pilar Portero
Pobres empresarios
Hay días que siento la tentación de hacerme socialdemócrata. ¡Por fin una persona respetable! Luego escucho a Garamendi y, claro, sigo montando un gulag con Legos. Al de la patronal lo entrevistaron en El Mundo y el periodista tuvo que preguntarle tres veces si podría vivir con ese salario mínimo que tan holgado le parece. Nones. "El salario mínimo se supera con formación", respondió el tipejo. Los doctores en Filosofía que regentan mi McDonald’s de confianza lamentan discrepar.
Los agentes sociales, hay que joderse. El gremio de caseteros de Sevilla aplaude entusiasmado a su líder sindical: hay que cepillarse la reforma laboral, que pretende destruir nuestro modo de vida tradicional. ¿Qué hay más español que pagar veinticinco eurillos el jornal de dieciocho horas? Malditos bolcheviques, ¡rompepatrias! ¡Globalistas!
Obcecados en la nobilísima cruzada de la creación de riqueza, el benemérito cuerpo de hosteleros ha propuesto a las autoridades competentes retrasar un mesecito (¿Qué les cuesta?) el inicio del curso escolar para estirar la temporada alta. Total, si los chiquillos ya ni leen con tanta tablet. ¿Los videojuegos? Lo peor. Fuentes bien informadas aseguran que la ce o é (oé, oé) está preparando unos virales de Tiktok para que los chavales vayan practicando el servicio de sangría al guiri billetudo. "Confiamos en que esta propuesta de educación multidisciplinar y tecnológica pueda convalidarse por un par de troncales". Anota, proletario: quieres formarte y cobrar unos centimillos más del ese eme i, apúntate a ICADE.
Hay días que siento la tentación de hacerme socialdemócrata. ¡Por fin, una persona respetable! Luego escucho a Garamendi y, claro, sigo montando un gulag con Legos
Lo queremos todo. La otra tarde, un abnegado rentista que, con muchísimo ahorro y esfuerzo ha logrado acumular (apenas) cuatrocientas viviendas en propiedad, se vio obligado a repeler el ataque de una inquilina (con toda seguridad, al servicio de Moscú). Mil machacantes por un luminoso ático de diecinueve metros (¡cuadrados!) es del todo razonable. La mano invisible, rascándote los bemoles. "Bienvenida al mundo real". ¡Filántropo! Y da gracias, que con un poco de ingenio, de cada buhardilla de esas te sacamos tres Airbnb ¿Transferencia? Mejor en mano. Los impuestos, ya se sabe, van para las mamandurrias de Igualdad, blablablá.
La ofensiva veraniega no cesa. Circula por las redes el desgarrador testimonio de una hostelera vasca. Increíble: hay gente sentándose en los bancos de la calle cercanos a su negocio. ¡Otro puntapié al pequeño comercio! El departamento de propuestas del partido liberal trabaja sin descanso en una ordenanza que impida transitar a menos de doscientos metros de una terraza sin pedir caña y ración de bravas. "El espacio público no genera empleo". Almeida prevé cerrar los parques siempre que haga frío, calor o haya que echarse una rebequilla por los hombros. "No están climatizados", asegura. En la Puerta del Sol ya se han apostado tiradores dispuestos a sofocar cualquier conato contraconsumista. Un batallón de fontaneros subcontratados se dispone a desmantelar las fuentes y abrevaderos: las sustituirán por máquinas de vending. "Nadie será excluido de este nuevo servicio. El que no lleve suelto podrá pagar con bizum". En Barcelona no se dejan aleccionar por el pérfido centralismo. Se acabó lo de comer solo, que no sale a cuenta. "Somos europeos, pero no tanto", ha declarado un vocero del gremio de restauradores. "Si el comensal está muy gordo podemos hacer una excepción, siempre y cuando nos garantice que pide por dos o por tres".
¿Tapas? No tenemos. Solo raciones.
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