Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Generosos inmigrantes
Este es el precio de vivir en España: exactamente 500.000 euros. Puedes comprar una casa o varias. Y luego ponerlas en alquiler o lo que te dé la gana. Con una buena señora que te gestione el apartamento, le sacas un pico si el alquiler es turístico. Por ejemplo, en el barrio de Salamanca de Madrid. Si eso contribuye a que suban los precios de la zona y expulsar a quien no puede pagar, mejor para ti, claro, porque tu inversión se revaloriza.
Por medio millón te vienes de casi cualquier país del mundo. Madrid resulta especialmente atractiva para los mexicanos y los venezolanos más ricos, que cuando vuelven a sus países se atrincheran en las casas escoltadas, compran en las tiendas que solo admiten dólares y venden a precios prohibitivos, conducen o se dejan conducir en coches blindados y disfrutan con la élite del país (ahí las diferencias políticas se dejan en la puerta) en el country club. A los inversores, durante el frío invierno madrileño, les gusta también hacer compras en Miami o en Nueva York.
Es una lamentable paradoja que los tres países más activos en la acogida como residentes de inversores ricos sean Italia, España y Grecia
El beneficiario del programa que ellos llaman Golden Visa, y que aquí llamamos oficialmente “visado del inversor”, puede disfrutar, como dice una de las empresas de Wealth Management (asesoría para ricos, podríamos decir), de “un país vibrante, admirado por sus paisajes majestuosos y por su excelente calidad de vida; un país con una rica historia y con una cultura y tradiciones únicas”. Añade el reclamo que “España es una de las economías más importantes de Europa y es miembro de pleno derecho de la Unión Europea”.
La Comisión Europea pidió en 2022 que los Estados de la Unión dejaran de vender la ciudadanía o la residencia a los inversores y que pusieran especial cuidado en aquellos que proceden de países sancionados o en conflicto con los valores de la Unión. Existen motivos puramente morales para eliminar esa práctica, pero sucede además que, en efecto, en algunas ciudades los precios de la vivienda han aumentado extraordinariamente por las inversiones masivas que proceden de especuladores nacionales e internacionales. Y también ocurre que los visados de inversores son coladero de corruptos y vehículos de blanqueo de dinero sucio. Portugal, que en tantas cosas nos da lecciones a los arrogantes españoles, ha suprimido su programa de Golden Visa excepto para quien realmente instale en el país su primera residencia.
Es una lamentable paradoja que los tres países más activos en la acogida como residentes de inversores ricos sean Italia, España y Grecia. Lo es porque en el mítico Mediterráneo que los tres países comparten, del otro lado, en las costas del Sur, hay cientos de miles de ciudadanos que también están dispuestos a pagar por vivir en la resplandeciente Europa. Estos son mucho más generosos y mucho más valientes y emprendedores que los beneficiarios de la Golden visa. Pagan mucho más que el medio millón y con mucho más esfuerzo. Están dispuestos a pagar con su vida. A las Islas Canarias han llegado varios miles en los últimos días. Pero no hay nadie al llegar para hacerles los papeles.
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