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'Caso Koldo' y 'caso Ayuso', cara y cruz ante la ley

Hay un caso Koldo y hubo un caso Ayuso. Un hombre de confianza del entonces ministro Ábalos y el hermano de la presienta de la Comunidad de Madrid hicieron lo mismo: mercadear con mascarillas y otros materiales sanitarios durante lo peor de la pandemia de covid-19. Presuntamente, ambos aprovecharon su cercanía al poder para sacar tajada y hacer un gran negocio mientras morían en España novecientas personas diarias a causa del virus. El primero no se sabe aún cuánto ganó, pero la Fiscalía señala un sospechoso aumento de su patrimonio valorado en millón y medio de euros. El segundo logró doscientos treinta y cuatro mil, según Anticorrupción, aunque en este caso la Fiscalía dice que se está quedando una mañana muy fresquita. 

El antiguo asesor de Ábalos ha sido detenido y llevado ante un juez de la Audiencia Nacional, se encuentra en libertad provisional, con la obligación de presentarse en el juzgado cada quince días, la prohibición de salida del territorio nacional, la retirada del pasaporte y el embargo de las viviendas y terrenos en los que podría haber invertido las ganancias. Al hermano de Ayuso no le encontraron culpable de nada los tribunales. A Koldo García se le imputa pertenencia "a una organización criminal", que se dedicó a "conseguir la adjudicación" de contratos públicos tras "mediar y conseguir" ante diversas administraciones. De Tomás Ayuso no se encontraron pruebas de que hubiera recibido trato de favor alguno, tal y como avisó su hermana: "Jamás van a poder demostrar que nadie de mi Gobierno ni yo teníamos conocimiento o no, ni de esta empresa ni mucho menos de lo que hace mi hermano, nunca se va a poder probar."

La Comisión Ejecutiva Federal del PSOE ha pedido a su diputado y exministro de Transportes José Luis Ábalos que entregue su acta de diputado "en las próximas 24 horas". El PP presume de Ayuso, que celebra su impresionante mayoría absoluta en las últimas elecciones y hoy rechaza que comparezca ante la comisión que pide el PSOE sobre la compra de mascarillas igual que ayer echó a la calle a su antiguo secretario general, Pablo Casado, por afearle los trapicheos de su familiar. "La cuestión es si cuando morían setecientas personas al día se puede contratar con tu hermana y recibir doscientos ochenta y seis mil euros", dijo, quedándose corto en las dos cosas, el número de víctimas y la cantidad de dinero.

Ya sólo queda que se lleve también las manos a la cabeza Alfonso Guerra y condene enérgicamente la falta de control del ejecutivo de Sánchez sobre familiares y amigos de sus altos cargos. Si lo hace, García Page paga la segunda ronda

El portavoz de Ayuso y triple consejero de Presidencia, Justicia y Administración Local de su Gobierno se ha escandalizado por el caso Koldo: "Que gente se lucrara cuando peor lo pasamos es lamentable". Se puede ser más cínico, pero ya habría que ser un personaje de una película de conspiradores. Ya sólo queda que se lleve también las manos a la cabeza Alfonso Guerra y condene enérgicamente la falta de control del ejecutivo de Pedro Sánchez sobre los familiares y amigos de sus altos cargos. Si lo hace, García Page paga la segunda ronda.

La famosa polarización no sólo nos hará asistir al espectáculo de la hipocresía entre una parte de la clase política, sino que las redes, en cuyos cables siempre hay posados muchos papagayos y loros de repetición, arderán de militancia y opiniones en llamas, sin caer en que defender lo indefendible es fumarse lo infumable, que es una droga que nubla la razón como otra cualquiera. A mí personalmente me parecen exactamente igual de reprobables y perseguibles el caso Koldo y el caso Ayuso, es decir, que no me sorprende la diferencia de trato de sus compañeros y partidarios, pero sí la de la ley.

Mientras unos y otros se lo llevaban crudo, otros se iban al otro barrio, y en las residencias de Madrid lo hacían sin asistencia médica, tras firmar el Gobierno de la propia Ayuso el protocolo que prohibía derivar a los hospitales a las y los ancianos contagiados, que según evidencian las ciento noventa y ocho actas de inspecciones de la policía ahora filtradas, fallecieron abandonados, encerrados, sin cuidado paliativo alguno. Qué más da, vino a decir la presidenta autonómica, si "se iban a morir igual". Es una de las frases más vergonzosas que se han pronunciado en un Parlamento. 

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