Aquí está el Estado

Aviso: Este artículo fue remitido a infoLibre unas horas antes de producirse la agresión al presidente del Gobierno y a los reyes por parte de unos militantes de la ultraderecha. Lamentablemente, estos graves incidentes vienen a corroborar lo que aquí expongo. Llevo años investigando cómo la crisis climática amenaza a las democracias, y lamentablemente nos está tocando vivir uno de esos episodios. No tengo dudas de que la sociedad española y el Estado de Derecho resistirán, pero debemos tomar nota de lo que viene para evitar males mayores. De momento, son días de solidarizarse con las víctimas y mantener la calma para poder gestionar el desastre. Pero más pronto que tarde, hay que analizar lo ocurrido y garantizar que no se vuelva a repetir.

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A la vuelta de la esquina de la tragedia provocada por la dana espera otra amenaza de naturaleza también devastadora, la antipolítica. Mientras los expertos en emergencias describen cómo la desconfianza institucional nos mata, los abanderados de la ultraderecha hacen su agosto en las redes sociales aprovechando el dolor y la desesperación. Con distintas soflamas, el mensaje es el mismo: el Estado nos ha abandonado. Se puede llegar a entender que ese sentimiento lo tengan en estos momentos quienes aún no han conseguido localizar a sus seres queridos, quienes se afanan en sacar barro de sus casas mientras siguen sin luz ni agua, o quienes tienen que buscarse la vida para dar de comer a sus hijos. Pero no son estas gentes quienes están incendiando las redes, ni publicando artículos en los medios conservadores que llaman, literalmente, a ahorcar y descuartizar a los gobernantes, ni lanzando proclamas que esperemos no lleguen a males mayores. Para los primeros, toda la solidaridad y comprensión. Para los segundos, que andan tecleando desde sus portátiles tan cómodos como lo hago yo, un recordatorio de dónde está el Estado.

Los abanderados de la ultraderecha hacen su agosto en las redes sociales aprovechando el dolor y la desesperación. Con distintas soflamas, el mensaje es el mismo: el Estado nos ha abandonado

1.- El Estado está en la AEMET, Agencia Española de Meteorología dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que llevaba al menos desde el miércoles 23 de octubre alertando de una DANA (ver aquí) y que el martes 29 a las 7.36 lanzó la alerta roja, como muestra este mensaje.

2.- El Estado está en la Universidad de Valencia (pública), cuyos responsables mandaron  un preaviso el lunes 28 por la tarde a los departamentos, y el martes a las 11:58 el Comité de Emergencias de la Universidad de Valencia remitió un e-mail a toda la comunidad universitaria donde decía: “El Comité d'Emergències de la UV, després d'estudiar les previsions meteorològiques, en contacte amb els seus serveis tècnics, les autoritats municipals i de la Generalitat Valenciana, ha acordat: Declarar el nivell 3 d’emergències a tots els Campus de la Universitat de València En aquest nivell d'emergències se suspén, en tots els campus i instal·lacions de la UV, l'activitat universitària (docent, administrativa, investigadora i cultural), amb l'excepció de les tasques de suport a les funcions bàsiques i de manteniment d'instal·lacions crítiques, així com d'aquelles activitats d'investigació la paralització de la qual supose un perjuí greu a la investigació en curs.”

3.- El Estado está –por si alguien lo ha olvidado– en la figura del presidente Mazón, quien hizo caso omiso de la alerta de la AEMET y a las 13 h estaba dando una rueda de prensa diciendo que la dana remitiría a partir de las 18 h. También en su director de emergencias, que andaba gestionando asuntos taurinos. Y sigue estando en ellos durante todos estos días en los que la información escasea y Mazón se niega a declarar el nivel 3 de alerta. Pese a todo, creo que el Gobierno de Sánchez acierta aceptando la propuesta y negándose a entrar en un rifi-rafe de competencias y/o cadena de mando.

4.- El Estado está en los alcaldes y alcaldesas de todos los municipios que recibieron la alerta, como sus vecinos, de parte del gobierno autonómico, doce horas después de que fuera emitida por la AEMET, y reaccionaron como pudieron, como lo siguen haciendo junto a sus vecinos y vecinas.

5.- El Estado está en los servicios de protección civil, dependientes del Ministerio del Interior, en los cuerpos de bomberos de cada municipio, en los órganos y fuerzas de seguridad del Estado que se han ido movilizando conforme se ha conocido la situación.

6.- El Estado está –por supuesto– en el Comité de Crisis creado por el Gobierno de España, que ha puesto a disposición todos los medios que el gobierno autonómico ha solicitado, incluyendo la incorporación de siete ministros y otros altos cargos al dispositivo de emergencia creado por el presidente Mazón, así como en la labor constante que vienen haciendo desde el Ministerio de Transportes –conviene seguir al ministro Oscar Puente estos días dando ejemplo de una buena comunicación de crisis–.

7.- El Estado está –incluso–, en organizaciones como Cruz Roja, imprescindibles en situaciones como esta, y que puede hacer su labor gracias a aportaciones de sus socios particulares y –como el resto de entidades sociales– de la financiación que obtiene mediante subvenciones y convenios con las distintas administraciones del Estado y de la Unión Europea.

8.- El Estado está en todos y cada uno de los centros de salud y hospitales que estos días asisten, como pueden, en medio de toda la catástrofe, las innumerables incidencias.

9.- El Estado está en los científicos y expertos que nos recuerdan que llevan décadas diciendo que hay que repensar y adaptar el territorio, las infraestructuras, los núcleos urbanos y todo lo demás a una nueva realidad más incierta y con fenómenos extremos más frecuentes y virulentos, como es la que trae el cambio climático. Conocimiento no nos falta. Los profesores Jorge Olcina, Carles Ibáñez, director del Centro de Resiliencia Climática, expertos y expertas agrupados en la Fundación Nueva Cultura del Agua, son sólo algunos ejemplos.

10.- El Estado está organizando a los miles de voluntarios y voluntarias que, en un acto de solidaridad propio de la sociedad española, han salido a echar una mano cargados de una escoba. La mala organización está haciendo que cunda el desánimo, el enfado, y provocando incluso problemas de salud (ya hay varias decenas de heridos e intoxicados).

Podría seguir –la DGT, que publicó hasta 76 avisos la mañana del martes, los médicos forenses que llevan operando en la zona todos estos días, la especializada UME–, pero ustedes se cansarían de leer. En un país como España el Estado –afortunadamente está en muchos sitios, en algunos de forma casi imperceptible. Cuando se acabe de retirar el barro y los cuerpos de los que no consiguieron escapar sean enterrados, habrá que evaluar cómo actuó cada cual, pedir responsabilidades y diagnosticar todo lo que falló –que obviamente, han sido muchas cosas–, pero imagínense cómo serían estos días sin todos y cada uno de los que aquí se han citado. Imagínense cómo sería si el sueño neoliberal del Estado mínimo que algunos aún defienden se hubiera hecho realidad.

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