Lo que la socialdemocracia ha de entender si quiere ganar espacio Cristina Monge
Lo que la socialdemocracia ha de entender si quiere ganar espacio
El 41º Congreso del PSOE ha confirmado la estrategia de Sánchez en los últimos tiempos: cierre de filas y continuidad con vocación de confirmación y ratificación, en tiempos duros, cuando crecen los problemas tanto en los tribunales como en un Congreso de los Diputados donde cada vez es más difícil llegar a acuerdos. Con el telón de fondo de la crispación que inunda a las élites de las esferas políticas y mediáticas, Sánchez aplica, una vez más, su Manual de resistencia. Una táctica que hasta ahora le ha permitido mantener el partido unido, lo que no es poca cosa.
La táctica, no obstante, es eso, táctica, pero no alcanza a configurar una estrategia. O lo que es peor, puede ser contradictoria con la estrategia que el propio secretario general parecía esbozar al mencionar, en su discurso de clausura del 41º Congreso, el objetivo de “ensanchar el espacio de la socialdemocracia”.
Acierta Sánchez cuando dice que la derecha no entendió ni asimiló que el PSOE ganara la moción de censura, ni la victoria electoral de 2019 y mucho menos la de 2023. Sin embargo, obvia que el PSOE tampoco entendió que en 2023 no ganó la izquierda, sino que perdió la derecha. Desde que irrumpió la nueva política, el conjunto de la izquierda ha gobernado a trompicones con acuerdos a múltiples bandas, pero no ha conseguido alcanzar victorias holgadas que le permitan dar respuestas progresistas a los desafíos del momento.
Aunque la desigualdad se ha ido reduciendo en los últimos años, el malestar ha ido en aumento. Seguimos en el momento de desconfianza e impugnación del 15M, sólo que lo que entonces fue indignación, ahora se ha tornado en decepción
Para ensanchar el margen de lo posible y el espacio de la socialdemocracia, el conjunto de la izquierda, y el PSOE en mayor medida, necesita no sólo “poner de moda el optimismo” –que también–, sino combinar eso con un ejercicio de autocrítica constante, instaurar mecanismos de evaluación permanente y asumir, con honestidad intelectual, que camina por territorio desconocido.
Los cambios que hoy afronta la humanidad, con una crisis climática que lo cambia todo, una revolución digital de consecuencias que aún cuesta imaginar y la ofensiva de los populismos que cabalgan a lomos de la desinformación y la falta de confianza institucional, no se pueden abordar sólo exhibiendo una exitosa hoja de servicios en economía, empleo y en algunas políticas públicas. Los tiempos exigen audacia, asunción de riesgos y mucha autocrítica que acompañe al derecho a equivocarse.
Olvida la socialdemocracia a menudo que el paradigma económico y político que cayó con la pandemia fue el neoliberal. Una derecha en busca de un nuevo marco ideológico está dejando mucho espacio a la ultraderecha, por donde se ha colado ya el autoritarismo, el desprecio a la ciencia y el cuestionamiento de la verdad. La propuesta socialdemócrata, por contra, fue la que hizo posible que Europa afrontara la pandemia sin volver a caer en las políticas de la austeridad que tanta factura han pasado. Hasta tal punto es así, que hoy, según el IV informe de tendencias sociales del CIS, entre los votantes del Partido Popular son más los que piden la intervención del Estado en la economía que quienes la rechazan.
¿Por qué, entonces, los partidos socialdemócratas están de capa caída en toda Europa? Esa es la gran pregunta a la que deben responder los socialistas. ¿Cómo es posible que con una derecha sin propuesta política, la izquierda no sea capaz de avanzar posiciones? La respuesta la encontrará analizando los malestares que hoy expresan las democracias avanzadas, y que van más allá de las buenas cifras macroeconómicas o de empleo, que se ven empañadas por problemas como el precio de la vivienda.
Porque aunque la desigualdad se ha ido reduciendo en los últimos años, el malestar ha ido en aumento. Seguimos en el momento de desconfianza e impugnación del 15M, sólo que lo que entonces fue indignación, ahora se ha tornado en decepción. Volvamos al CIS. Preguntados los españoles y españolas por la confianza que tienen en las instituciones, su puntuación, de 1 a 10, es la siguiente: 4,01 en los medios de comunicación, 3,64 en el Parlamento, 3,59 en el Gobierno y 3,19 en los partidos.
Para “defender la alegría”, que es como Benedetti llamó a “poner de moda el optimismo”, lo primero es recuperar la confianza. De la ciudadanía entre sí y con las instituciones. Ese es el terreno de juego en el que se están librando hoy todas las batallas.
Lo más...
Lo más...
Leído-
Más Madrid pide a Sánchez "hechos" sobre vivienda, empezando por la 'operación Campamento'
Miguel Moro de Castro -
Sánchez preserva el núcleo duro del PSOE: Montero y Cerdán seguirán como números dos y tres
Antonio Ruiz Valdivia - 3
- 4
- 5