Plaza Pública
Ha muerto un gran pensador crítico
Ha fallecido José Luis Sampedro, que fue un gran intelectual y economista crítico. La brillantez de su oratoria y su escritura, la gran cultura que poseía, la erudición, son los rasgos que caracterizaban la personalidad de quien podemos calificar como maestro, y que acompañaba esta talla intelectual con un compromiso social. Tuvo una visión amplia de la economía, que superaba los estrechos límites en que la ha encajonado la economía convencional.La entendía como una ciencia social que tenía que explicar las razones del hambre, la pobreza, la desigualdad, y otro tipo de grandes privaciones que se padecen a escala global. Era partidario del uso de las herramientas cuantitativas pero consideraba a estas como insuficientes para entender la realidad compleja en la que estamos y para ello era necesario también el análisis cualitativo.
De este modo, la economía no la concebía como una disciplina tecnocrática, que se sustenta en relaciones entre variables, sino que hay que entenderla como un conjunto de relaciones sociales, entre las que hay que considerar al poder, a los grupos de presión, y las clases sociales. Desde esta perspectiva trataba de entender la dinámica social, las crisis económicas y sociales, así como las imperfecciones y limitaciones del capitalismo. En sus números libros, como por ejemplo el manual de Estructura Económica (1969), y sobre todo Las fuerzas económicas de nuestro tiempo (1967), analiza con gran precisión y brillantez la naturaleza del capitalismo, la evolución que ha tenido y las transformaciones a los que ha estado sujeto.
Para Sampedro era muy importante analizar la economía dentro de las estructuras en las que se desenvuelve la actividad de la producción, consumo, y distribución, así como también del sistema, que lo entiende como una estructura pero con capacidad de autodecisión. La visión global y la interdependencia entre las diferentes partes que componen el todo constituyó el análisis estructural que propuso como una metodología para entender una realidad que está compuesta a su vez por estructuras. Este análisis estructural es su gran aportación a la economía y lo que le permite esa concepción con un enfoque muy rico, hasta el punto que facilita la compresión del funcionamiento del mundo real.
Desde la necesidad que tiene el investigador de ahondar en las causas que generan los fenómenos, el enfoque estructural supera con creces a la economía ortodoxa que se encuentra limitada en su capacidad de análisis al no concebir el objeto de estudio con esa visión global e interdependiente y al haberse convertido en una rama de las matemáticas. Este planteamiento es lo que le permite a Sampedro analizar con acierto los fenómenos del subdesarrollo, como en su libro que yo tuve la suerte de actualizar, Conciencia del subdesarrollo veinticinco años después (Taurus, 1997) y el de la inflación que publicó en el año 1976, en un momento que la subida de precios estaba desbocada, y que también he tratado de ponerlo al día, en la medida de mis posibilidades La inflación (al alcance de los ministros) (Debate, 2012).
Sampedro fue, por tanto, un heterodoxo en el pensamiento económico, pero ha tenido muy buenos compañeros de viaje, aunque con diferencias, como Galbraith y Myrdal, por mencionar dos de los grandes autores, y corrientes de pensamiento como los postkeynesianos, marxistas, institucionalistas, y estructuralistas latinoamericanos. Ha sido, a su vez, un crítico con el estado actual de la economía y con el sistema capitalista, el cual no solamente segrega demasiadas privaciones, sino que genera un crecimiento que afecta al agotamiento de los recursos naturales, deteriora el medio ambiente, modifica el clima, y que supone en definitiva que no se puede crecer indefinidamente en un mundo finito.
José Luis Sampedro nos ha dejado un legado intelectual importante en economía, pero no sola en esta rama de saber, pero también nos deja un ejemplo de compromiso ético y social, de coherencia, y sobre todo de no caer en la cultura de la satisfacción y de la aceptación de un orden tan injusto, inhumano, que deja muchos damnificados por el camino, a pesar de los logros que ha podido conseguir. Pero los avances logrados, como decía, no se debían a cesiones de los poderosos, que nunca están dispuestos a ceder nada, sino a la presión de los de abajo. Esta lección es la que tenemos que practicar hoy cuando nos roban el dinero, los derechos y la democracia, en aras de la estabilidad económica, de la competitividad, pero todo ello guiado por el lucro.