Música

Los Rolling Stones vuelven a 1969

FRANCISCO CHACÓN

'¿Hay alguien aquí que estuviera en 1969?', espetó Mick Jagger mientras los más viejos del lugar levantaban la mano (y algún que otro 'hipster' también). Esto es Hyde Park y los Rolling Stones han regresado 44 años después al pulmón verde del centro de Londres. Pasado y presente juntos de un plumazo. Con premeditación y alevosía. Bajo un calor sofocante.

La noche en blanco y negro se enciende con imágenes de aquel 5 de julio: el cadáver de Brian Jones estaba todavía fresco (sólo hacía dos días que había aparecido muerto en su propia piscina) y era la presentación pública de Mick Taylor como guitarrista sustituto. Suena entonces 'Start me up', un arranque perfecto para una noche, la de este sábado, muy especial.

Vestido con una chaqueta dorada y negra salpicada por colas de dragones, Jagger puso en marcha la máquina del tiempo con 'It's only rock and roll (but I like it)' y 'Tumbling dice'.

Las pantallas nos remitían a Etta James, The Staple Singers o Jerry Lee Lewis y, a nuestras espaldas, la puesta de sol parecía reverenciar a los Rolling antes de que 'Paint it black' tiñera la velada de psicodelia y el carismático cantante se enfundara una casaca blanca idéntica a la que lucía más de cuatro décadas atrás para interpretar 'Honky tonk women' de manera deliberadamente sucia.

Fue la antesala de una sucesión de momentos álgidos, con el público intergeneracional completamente entregado. De hecho, hubo quien se animó a bailar sobre el castigado césped junto a su padre y abuelo.

'Gimme shelter', 'Jumpin` Jack Flash', 'Sympathy for the devil', 'Brown sugar'... Y las dos horas llegaron a su fin entre gritos y aplausos de las 65.000 personas que abarrotaban el escenario próximo a la emblemática Oxford Street.

Pero no, nadie se iba. Porque todo el mundo sabía cómo acabaría el viaje retrospectivo. No podían faltar 'You can't always get what you want' y, por supuesto, '(I can't get no) Satisfaction'. Sombras de aquella rebeldía juvenil, de aquel rock contestatario, de aquellas disidencias hoy añoradas.

El diablo parecía esperar a Jagger y Richards a las puertas del 'backstage' para renovar el pacto que los muestra impertérritos en su actitud y en su figura. De fondo, Ron Wood despertaba sonrisas con su sempiterno porte etílico.

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