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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Muy fan de...

Artur Mas, sin más

¿Quién podría convertir un sábado mustio de resaca postnavideña, mantita y sofá, en una fiesta de luz y color? Pues quitando a José Luis Moreno, tú y muy pocos Mas. Con garra, con fuerza, uh, uh, uh. Muy fan.

Esa comparecencia para explicar que das “un paso a un lado” y anunciar el acuerdo con la CUP “por los pelos” –no me refiero al pelazo de tu sucesor, que supera al tuyo y mira que era difícil–, fue un pelotazo.

El momento cumbre, cuando dijiste aquella frase que erizó los pelos de la democracia: “Corregir las urnas”. Esto Woody Allen lo explicó con mucha más gracia: “En mi casa mando yo, pero mi mujer es la que toma las decisiones”. Seguro que fue un lapsus, Artur, porque una afirmación así vendría a decir que “el derecho a decidir” de los ciudadanos, tan nombrado durante el procés, te toca el clarinete.

Tu presencia ante los medios, fue todo un acontecimiento. Te digo yo que no habría calentado tanto las redes sociales la exuberante Sabrina, repitiendo el desliz de su mítico hot do de pecho de los ochenta...

♪ “Boys, Boys, Boys, I'm looking for a good time”♪,

...como tu despedida:

♪”Me voy, me voy, me voy,

aquí os dejo a Puigdemont, chin pon”♪.

Claro, imagínate la situación, Artur, el futuro gobierno de España debatiéndose entre dos recetas:

1. “El pacto a la alemana” el que quiere cocinar Mariano, cansado quizás de la dieta Juan Palomo que ha llevado a rajatabla durante toda la legislatura, se ve que ahora el cuerpo le pide trío.

De servirse este plato a tres, Pedro tendría que comerse su “no a la gran coalición” con kartoffelnkartoffeln, y Albert conformarse con ser el chucrut, una vez que “el pacto a la naranja” que tantos auguraban, se haya caído del menú tras los resultados electorales.

2. La otra receta es “El pacto a la portuguesa”, aquel en el que la izquierda partiría el bacalhau bacalhau. Pero para que cuajara, alguien tendría que tragarse la espina del “referéndum sí” o alguien la del “referéndum no” en Cataluña.

De concretarse un “acuerdo a la lusa” en España, con la fijación que tienen las izquierdas con llevarse bien, en esa cocina se iban a cocer más broncas que en la de Top Chef. Top ChefHabría que poner cuchillos de plástico para evitar disgustos.

Y en eso, llegas tú, Artur, a punto de que en Cataluña se cierre el restaurante para cambiar mesas por urnas, y te sacas la... tartera con tu “Fast Food”. Una comida rápida que se ha tragado la CUP sin refresco ni nada.

Muchos se preguntan si a la CUP no se le habrá hecho bola algún punto del acuerdo, porque desde el “León come gamba” no se veía una receta tan leonina...

¿Tendrán que apoyar “todo, todo y todo” –leer con voz de niña del anuncio de Catalana Occidente– lo que proponga la coalición Junts pel Sí en el Parlament, aunque sea en contra de sus principios anticapitalistas? ¿O el apoyo solamente será requerido en aquellos puntos relacionados con el procés de independentismo? Según el diputado Benet Salellas, el pacto no obliga a la CUP a aprobar ningún presupuesto o una política social concreta. Veremos.

El acuerdo incluye la cesión de dos diputados de la CUP al grupo parlamentario de Junts pel Sí con el fin de garantizar la estabilidad del nuevo Gobierno catalán. Otros dos, Josep Manel Busqueta y Julià de Jòdar, ya han dimitido como gesto cariñoso, una manera de escenificar el arrepentimiento por haber sido tan beligerantes en los últimos meses.

Por si alguien no lo entiende, he aquí un video explicativo, la CUP aparta a Mas –dice Salellas que se sienten satisfechos de haberlo mandado a la papelera de la Historia–, a cambio de sacrificar a dos de los suyos, entre otras cosas.

El tiempo dirá en qué se traduce el acuerdo en cuanto al procés. En cuanto a tu persona, Artur, lo cierto es que has dado un paso “a un lado” –tampoco es que hayas anunciado que te perderás en el hiperespacio– y has asegurado que no has pedido ningún cargo, para acabar, quizás, con los rumores que te situaban en la mañana del sábado como conseller en CUP, perdón, en cap.

Pero en tu despedida y, antes de explicar que lo que te apetecía esa noche era irte a cenar con tu mujer –los héroes también cenan–, dejaste claro que te retiras de un cargo pero que no te retiras de la política. Y te mostraste dispuesto a ayudar en todo lo que pida el Parlament y la Generalitat. O sea, una especie de Aznar sin mala baba o de Yoda con pelo, al que pueden ir a consultar los aprendices. 

Muy fan de 2016... ¿Qué pasará, qué misterio habrá?

Por cierto, los maestros espirituales también pueden cambiar de opinión, que conste. Hace tan solo unos días –el 5 de enero– dijiste que “ceder la presidencia, matar el proceso podría” ya sabemos que en la política, como en la ciencia ficción, todo es posible.

Total, desde que decidiste convertirte en protagonista de un proceso que tú no iniciaste, ni de lejos, has sido la estrella y así te vas, como mártir del procés y dejando frases de película: “Es muy doloroso pero estoy tranquilo”, “no he venido a salvar nada, he venido a servir a un país”. Los pelos de punta. 

Lo habrías bordado del todo si hubieras salido de la sala de prensa caminando de espaldas hacia el desierto, con esa puerta cerrándose detrás de ti, como John Wayne en el final de “Centauros del desierto”.

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