Luces Rojas
Póker o Tronos: ¿A qué juega el PSOE?
He seguido con interés el análisis que realiza Pacho Sánchez-Cuenca de la negociación del gobierno, su respuesta por parte de Luis Arroyo y, para terminar, la réplica de Sanchez-Cuenca. Por resumir el debate, Sánchez-Cuenca defiende que lo más racional para el PSOE sería gobernar con Podemos y que, para este partido, lo que mas le beneficiaría sería no hacerlo. Luis Arroyo argumenta la postura más o menos oficial del PSOE: es Podemos el que no quiere gobernar y que busca sustituirles en la hegemonía de la izquierda. Esto, siendo rigurosamente cierto, no refuta, más bien al contrario, el argumento de Sánchez-Cuenca: para el partido de la rosa, la mejor y quizá la única manera de evitar la temida “sorpassokización” es matar a abrazos a Podemos, pues es razonable pensar que un sólido abrazo en un mar de rosas con un gobierno bastante debilitado frente a Europa, rasguñaría fatalmente a un partido tan aspiracional como Podemos.
Pero si el beneficio del pacto con Podemos es evidente, ¿por qué no se alcanza este acuerdo? ¿Qué explica la estrategia en la negociación del PSOE? ¿Un juego de tronos interno? ¿Una partida de póker táctico? ¿Una histérica partida al Pandemia para frenar el fin del partido? ¿El tablero de las próximas elecciones en una partida del Die Macher? ¿A qué juega el PSOE?
La pregunta puede parecer sesgada pero no lo es. Asumamos que Podemos y Pablo Iglesias juegan al Juego de Tronos y, que como dijo Cersei, “En el juego de Tronos, o ganas o mueres”. Iglesias busca sustituir al PSOE y solo pactará en una situación muy beneficiosa. Su juego, pese a las maniobras, tiene una intencionalidad meridiana: gobernar sólo si pueden condicionar las políticas de manera clara, por la vía de un PSOE, Podemos e IU y, si no, pasar a la oposición, evitando por el camino que se les señale como obstruccionistas o culpables de la repetición.
Pero el caso del PSOE es más interesante. ¿Por qué el PSOE no ha cedido con alegría, rápidamente, ante las cálidas ofertas de Iglesias? ¿Qué puede explicar esta falta de agilidad, contraria a sus intereses? Apuntaré varias posibilidades no excluyentes entre sí.
1. Miedo
Posiblemente el factor transversal, que permea muchos otros. En efecto, tras no ver los cambios sociales provocados por la crisis y apostar por la Rubalcabiana solución de esperar a que escampase, tras las últimas elecciones, dentro del PSOE se respira el miedo a Podemos. La prioridad para con los morados es desgastarlos: son el enemigo a aniquilar, mucho más que el PP.
Este miedo es un consejero espantoso. En vez de tomar decisiones racionales, el miedo lleva a actuar de manera frenética. Solo así se explican argumentaciones que avisan del peligro de que Podemos entre en el Gobierno, cuando en realidad se sabe que son los socios menores en las coaliciones los que suelen sufrir, máxime cuando el socio no tiene experiencia de gobierno. Este miedo es también lo que lleva a buscar un pacto estable con Ciudadanos o, si no es posible, un adelanto de elecciones en el que el PSOE pueda recuperarse. El pánico a que Podemos siga su ascenso, a que el sistema de partidos se reconstruya dejando fuera al PSOE es, a mi juicio, el elemento central que explica la falta de racionalidad del PSOE en la negociación.
2. Racionalidades personales internas
El juego de tronos por el control del PSOE sigue jugándose fuera de los focos. Las fiebres antinacionalistas, en un partido federal que pactó con ERC para gobernar en 2004, no parecen muy sinceras, y aunque por supuesto hay diferencias ideológicas, lo forzado de los golpes de pecho indican que se usan solo para imposibilitar el acuerdo con los del círculo, que requeriría una abstención de ERC y DiL y el apoyo del PNV. Detectada la posibilidad de que Pedro Sánchez sea presidente con la aquiescencia nacionalista (y se vuelva inexpugnable), el establishment del PSOE, sus élites internas y también externas, marcaron rápidamente unas líneas rojas que impidieran cualquier acuerdo que incluyese incluso la abstención de los nacionalistas en un posible pacto con los morados. No es (principalmente) ideología. Es otra ronda mas de la batalla por el control interno de un PSOE que algunos siguen considerando suyo.
Pedro Sánchez, a su vez, ha jugado a alargar los tiempos de la negociación, cediendo piezas en la mesa para colocar como presidente a Patxi López, y tratar así de forzar la única posibilidad disponible, un acuerdo con Ciudadanos que culpabilice a Podemos, hasta forzar a última hora su abstención. Desde el punto de vista de Pedro Sánchez, es la opción más racional para sus intereses: alargar la negociación permite que se le visibilice como el candidato a presidente y se refuerza internamente. Si logra la abstención de Podemos, gobernará de manera óptima, como centro entre Ciudadanos y Podemos. Y si Podemos no se abstiene, llegarán esas elecciones en las que, creen, un Podemos desgastado por su negativa, permitiría la recuperación del PSOE y, con ello, de Pedro Sánchez. De nuevo miedo, pero también…
3. Perdida de contacto con la realidad social
Que el PSOE ha perdido toque con la sociedad, es una evidencia contabilizable en más de cinco millones de votos perdidos desde 2008. Una pérdida tan catastrófica de votantes, solo es explicable por una crisis económica brutal unida a la incapacidad de dar respuestas efectivas a esa crisis. Y es por eso que se hace difícil creer que los votantes que ha perdido el PSOE, decepcionados con el giro de sus políticas a partir de 2010, vuelvan al partido en unas posibles elecciones adelantadas. El grueso de ellos, los jóvenes que han comenzado a votar a Podemos, ven al PSOE como un partido antiguo y deslucido: no volverán a un PSOE en el que nunca estuvieron. Y los votantes socialistas que le dejaron de votar por desencanto, es más posible que pasen a la abstención a que vuelvan a votar con decepción.
Porque si hay algo que el 15-M logró romper es la dinámica del voto útil dicotómico, la estrategia que permitía al PSOE presentarse como la alternativa al PP y concentrar sobre si mismo el grueso del voto de la izquierda. Esa estrategia no funciona ya, hasta tal punto, que muchos de los exvotantes del PSOE preferirán abstenerse, votar Podemos o IU, antes que votar útil dando la confianza a un partido que no parece haber entendido sus demandas, por mucho que se insista en que no votar rojo, lleva a que gobierne el PP. La imagen de unos dirigentes socialistas, envejecidos unos, viejóvenes otros, desideologizados en su mayoría, que continúan derivando al partido hacia los intereses del establishment de centro liberal, hace muy poco para convencer a los perdedores de crisis de que vuelvan a votar con rosas. Pactos como el firmado con Ciudadanos, que no cuestiona la austeridad y que no se compromete a recuperar los recortes realizados durante la crisis, confirma el relato anti stablishment y deja al PSOE prácticamente sin relato político de izquierdas.
El problema es interno
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Tres posibles factores explicativos. Hay más, desde la estructura de alianzas internas, la estrategia negociadora, la búsqueda exclusiva de un pacto estable, la negativa a aceptar un papel no hegemónico desde la izquierda y, por supuesto, los roces personales y políticos, los odios, enfados y choques que la política genera. Hay más, pero estos tres son quizá, los más explicativos y coherentes con lo sucedido hasta la fecha.
El miedo a perder la hegemonía de la izquierda, los intereses y batallas internas y la falta de análisis y visión, podrían estar llevando al PSOE a no buscar activamente un acuerdo viable con Podemos que sería particularmente positivo para sus intereses y su recuperación. El terrible proceso espiral de descapitalización y desideologización que está sufriendo el partido le está llevando a cerrarse sobre sí mismo, más a la derecha, cada vez con más miedo, más centrado en sus cuitas interiores y mas alejado de lo que demanda la ciudadanía. Es muy difícil romper este círculo vicioso que comenzó con la claudicación de Zapatero en 2010 y la posterior elección de Rubalcaba, pero si el PSOE no es capaz de hacer frente a sus miedos, abandonar la lógica interna y mirar hacia fuera, hacia la gente que le votaba para recuperarla en vez de conservar la que todavía le vota más en el centro, es muy posible que aquello que más teme el PSOE, el sorpaso y la perdida de la hegemonía de la izquierda, acabe por hacerse real.
Los miedos tienen la mala costumbre de llevarte precisamente a lo que temes.