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Y sin embargo se mueve

Excluidos por obesos y fumadores

América Valenzuela

Los fumadores y obesos no podrán operarse en Reino Unido. Es la propuesta en firme de un grupo de asesores del Sistema Nacional de Salud británico. Quieren dejar fuera del quirófano a estas personas para reducir costes. En el momento en el que recuperen su peso idóneo o abandonen los cigarrillos serían readmitidos. El Colegio Real de Cirujanos asegura que es la medida más severa jamás vista.

“La cirugía supone un alto riesgo para las personas obesas que además fuman. Por este motivo, queremos asegurarnos de que los pacientes tienen el apoyo necesario para perder peso y para dejar de fumar antes de someterse a operaciones rutinarias, como por ejemplo de rodilla o de cadera. Reducir la obesidad y el tabaquismo beneficia a los pacientes y ahorra millones de libras al Sistema Nacional de Salud”, ha explicado un portavoz del sanidad pública.

Esta declaración es una edulcorada exposición de algo simplemente atroz. Muchas personas se mantienen obesas no por voluntad propia. En ocasiones no responden a los tratamientos habituales para perder peso; en otras, tienen problemas de movilidad que les impiden realizar ejercicio físico. Negarles un servicio que necesitan por esta condición es equiparable al racismo.

Por otro lado, están discriminándolos no solo por su peso, sino por su clase social. La obesidad y el tabaquismo tiene relación directa con el nivel económico y educativo. En los países opulentos la clase baja tiende al sobrepeso y a fumar. Simplificando, la propuesta viene a decir que los pobres adictos al tabaco tienen menos valor que los ciudadanos atléticos y adinerados. Es una medida retrógrada que no soluciona nada y aumenta la desigualdad.

La diabetes engulle el paraíso

Ésta es, sin duda, una propuesta desesperada. El sistema está al borde del colapso. No puede cubrir las necesidades de todos. Se avecina un pico de gasto con la entrada en la edad madura de la población del baby boom. O se invierte más dinero o se restringe el acceso, porque no hay más vuelta de hoja: tal y como está planteado ahora, el sistema no da para más. Los gestores del sistema sanitario auguran que es solo el comienzo, que le seguirán medidas en la misma línea, y aplauden la determinación de la propuesta para cuadrar los presupuestos.

Siguiendo esta manera de proceder, todos aquellos ciudadanos que tengan malos hábitos deberían quedar excluidos. Aquellos que beban alcohol, abusen de la carne roja, no hagan ejercicio físico o estén estresados no deberían beneficiarse de la sanidad pública.

Los expertos en salud pública coinciden en que los costes se reducen a largo plazo logrando una población con menos enfermedades crónicas prevenibles. Para evitar las cardiovasculares, la diabetes o la obesidad hay que poner el foco en otro sitio. Los culpables no son los enfermos, sino las políticas alimentarias y de transporte. Hay que frenar la indulgencia con la industria y la publicidad engañosa.

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