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Andalucía

El auténtico teatro de Banderas

Recreación elaborada por los ganadores del concurso ideas del Ayuntamiento de Málaga con un proyecto apadrinado por Antonio Banderas.

Antonio Banderas hizo el lunes un mutis espectacular. A través de una carta en el diario malagueño Sur, el actor anunció que abandonaba el "proyecto cultural" en el que se había embarcado en su cuidad porque "no existía el ambiente adecuado". Banderas afirmaba haber sido víctima de "insultos, descalificaciones y trato humillante" pese a que estaba dispuesto a arriesgar su propio dinero, 250.000 euros anuales, por un proyecto llamado a convertirse en un importante foco cultural en la ciudad de Picasso. Iba a usar sus influencias labradas durante toda una carrera en Hollywood para darle lo máximo a Málaga. Pero no pudo ser, concluía el actor, pidiendo disculpas a quien no entendiera su decisión. La estrella, un ídolo en Málaga –ciudad de la que habla con devoción–, buscaría "un rincón en el que no huela a corralón" para "construir algo interesante".

La carta de Banderas, que no es un cualquiera, se convirtió de inmediato en un bombazo informativo. La historia se prestaba a un guión fácil: el genial actor que ha triunfado en todo el mundo pero que, a su regreso a casa en el otoño de su vida, sólo encuentra la incomprensión de unos tarugos incapaces de ver una buena idea y el infierno de una burocracia impenetrable. Málaga se perdía así un fantástico "proyecto cultural" en una de las manzanas más valiosas del centro, la de los antiguos cines Astoria y Victoria, hoy lastimosamente abandonados, por culpa de unos pocos ignorantes, ¿Se ajusta este esquema a la realidad? No fielmente, desde luego.

infoLibre ha conversado con partes implicadas en el proceso y ha consultado la documentación del proyecto, lo que ofrece las siguientes conclusiones: Banderas no abandona ningún proyecto, porque de hecho el que él apadrinaba no había ganado más que un concurso de ideas no vinculante, y aún debía pasar un proceso de adjudicación de resultado incierto; el proyecto no era estrictamente cultural, sino sobre todo de ocio, consumo y entretenimiento; su viabilidad requería la complicidad de las instituciones públicas, ya que necesitaba cambios en la normativa urbanística que regula el centro de Málaga y un aplazamiento del canon que había que pagar al Ayuntamiento; parte de la oposición, sobre todo Málaga para la Gente (IU) y Málaga Ahora (Podemos), era crítica con el proyecto y vigilaba atentamente cada paso administrativo, al considerar que estaba hecho a medida del actor; la advertencia al Gobierno local (PP) era clara: no se admitirán tratos de favor. El PSOE, principal partido de la oposición, no era contrario al proyecto, pero sí a la gestión de todo el proceso por parte del alcalde.

En este contexto, la necesaria complicidad de las autoridades era políticamente complicada, más aún en una corporación en la que el PP gobierna sin mayoría absoluta, con el apoyo de Ciudadanos. Ningún grupo político insultó ni humilló a Banderas ni a sus aliados en el proyecto. Es más, las críticas ni siquiera se dirigieron contra él, sino fundamentalmente contra el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre (PP), por dar a entender que el pliego del concurso debía favorecer a Banderas. No hay rastro de "insultos", "descalificaciones", ni "trato humillante". Lo más duro que aparece en la hemeroteca son unas acusaciones de Eudardo Zorrilla (IU) dirigidas al alcalde en relación con este proyecto: "Usted, al contrario que Robin Hood, con el dinero de todos se lo regala a los privados. Es el nuevo sheriff de Nottingham de la ciudad", le dijo.

José Seguí, el exitoso arquitecto malagueño asociado con Banderas que presentó el proyecto ganador, da la clave de lo que podría ser la verdadera razón del mutis de Banderas: "Si por un concurso de ideas no vinculante se estaba montando todo este lío sin ninguna base, ¿qué no se hubiera montado en un proceso de adjudicación si lo ganábamos?". Seguí afirma que Banderas compartía esta preocupación, aunque asegura que la razón profunda de su desistimiento es emocional. El arquitecto no es capaz de enumerar los supuestos "insultos" a Banderas, pero se remite a "comentarios en Twitter" y a críticas de periodistas como Teodoro León Gross, que en ningún caso ha descalificado al actor. También alude a la actitud de IU y Podemos. infoLibre solicitó contactar con Banderas a través de Seguí y de la empresa Starlite, sin éxito. "Antonio está en un rodaje en el extranjero", explicó Seguí.

Historia de una manzanada abandonada

El Ayuntamiento compró en 2010 la manzana de la discordia, situada en la Plaza de la Merced, un espacio emblemático y desaprovechado del centro de Málaga. El típico espacio cuyo uso genera debate social y político. Pagó 20,7 millones de euros a la inmobiliaria Baensa. Un año después cambió su uso original, pasando de cines –Astoria y Victoria– a equipamiento. La idea era crear un gran centro cultural. La cuestión suscitaba el lógico debate político, sobre todo en relación con los pros y contras de un uso privado.

Finalmente, en 2016, el Ayuntamiento lanzó un concurso internacional de ideas no vinculante, que incluiría además una consulta ciudadana. La idea era contar con las mejores ideas y declarar ganadora a una, cuya propiedad intelectual pasaría a ser del Ayuntamiento. El ganador se llevaría 50.000 euros. La victoria no implicaba la realización del proyecto. Tras el concurso de ideas, el Ayuntamiento debería sacar un pliego, por lógica basado en la idea ganadora, para la adjudicación de la construcción y gestión del espacio. Se podría presentar cualquiera. El ganador del concurso de ideas no contaría con ninguna ventaja.

Un pliego muy criticado

Ya el pliego del concurso de ideas –y Banderas no había aparecido todavía en escena– fue objeto de críticas, por ejemplo porque recogía que "excepcionalmente se podría admitir una solución alternativa que implique la modificación del planeamiento vigente", o porque daba 30 puntos, de un máximo de 100, a la viabilidad económica, lo cual era considerado excesivo por la izquierda. "El pliego estaba muy mal hecho. ¿Cómo se puede decir en unas bases que los proyectos se pueden saltar la normativa urbanística?", lamenta María del Carmen Moreno, portavoz municipal del PSOE. La forma en que el concurso estaba planteado suponía –a juicio de IU, entre otros– una segura pérdida de carácter público del espacio.

El pliego establecía la obligación de reservar una superficie de 500 metros para sala de actividades y exposiciones de la Casa Natal Pablo Picasso. Y exigía un plan económico-financiero a 35 años. "Ponte en el lugar del Ayuntamiento. Puede ganar un proyecto que luego cueste 200 millones. Había que exigir un plan de viabilidad, era nuestra obligación", asegura el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares. A partir de la presentación del pliego los hechos se precipitan. Según la carta de Banderas, tras salir el pliego lo llamó José Seguí y le dijo que aquel concurso de ideas podía ser la gran oportunidad para que el actor hiciese realidad su sueño de impulsar un gran centro cultural en su cuidad. El actor se subió al barco e implicó a Starlite, una empresa de gestión de oferta de ocio y espectáculos a la que Banderas está vinculado desde su creación. El estudio Seguí Arquitectura presentó su proyecto –en colaboración con otros estudios y arquitectos–. Fue uno de los 72 estudios que se presentaron. Y ganó.

Una reunión entre el actor y el alcalde

Los problemas y las dudas empiezan ahí. Los eufóricos titulares destacaron la victoria del proyecto "de Banderas". Y el actor –carismático, exitoso, inteligente– es un reclamo enormemente atractivo para cualquier político. Aunque Banderas no había ganado nada, ni se le había adjudicado ningún proyecto, mantuvo el 24 de abril una reunión en Málaga con el alcalde, Francisco de la Torre, para abordar el proyecto, a pesar de que todavía no había más que una "idea". Cualquier adjudicación del proyecto requeriría una licitación pública en condiciones de igualdad; pero ahí estaba el alcalde, reunido con uno de los futuros aspirantes a la concesión. Una buena foto, una mala idea.

La prudencia del actor, que siempre insistió en la necesidad de competir en igualdad con el resto de aspirantes, contrastó con el entusiasmo del alcalde, que un día después de la reunión con Banderas realizó unas declaraciones espectaculares. Dijo que sería "natural" que se llevase a cabo el proyecto de Seguí y Banderas, pero que habría que hacerlo por concurrencia competitiva, En cualquier caso, añadió el proyecto debería contar con una persona "cualificada, con capacidad de proyección". Sería necesaria "la aportación que hace la figura de Banderas u otra persona equivalente si la hay, española o de fuera". "Actuando con buena fe, con sentido común y con sentido de la concurrencia seguro que se acierta y en esos parámetros que compartimos tanto ellos, los que han preparado la oferta, como nosotros, compartimos esa buena fe, sentido común y criterio de la concurrencia", dijo De la Torre, que señaló que podría venir "otro proyecto en una línea muy coincidente y si es mejor, no será fácil, pero si es mejor, pues 'mejor para Málaga', como decía Banderas". No se quedó ahí: "Habrá que ver, los asesores lo verán, si en el pliego se pone exactamente el nombre, quizá no se pueda, no se deba, porque se estaría haciendo como una especie de determinación previa".

La oposición no dejó pasar unos comentarios del alcalde que de forma tan descarada indicaban sin decirlo expresamente que había que hacer un concurso público para que lo ganase un aspirante en concreto. Así lo puso de manifiesto Málaga para la Gente. El PSOE, que apoya la propuesta, cargó también contra el alcalde. "Todas las declaraciones de De la Torre están sembrando dudas sobre un proyecto que puede ser bueno para la ciudad", afirmó María del Carmen Moreno, portavoz municipal del PSOE. El alcalde tuvo que salir al paso. "No es un traje a medida", dijo. Ningún partido político insultó ni atacó a Banderas. Pero su propuesta y todo el proceso ya estaban en el punto de mira.

"Dirección y tutela" de Banderas

¿Fue limpia su victoria en el curso de ideas? Consultadas las bases y la documentación del mismo, infoLibre no ha detectado ninguna irregularidad. En todo caso hay aspectos cuestionables. Por ejemplo, el pliego incide en la necesidad del anonimato de los autores. El proyecto presentado por Seguí no vulnera este punto: ni él ni el resto de los firmantes aparecen en la propuesta presentada. Pero el plan económico financiero incluye expresamente a Antonio Banderas y a la empresa Starlite –a la que el actor está vinculado– como apoyos y garantías de calidad del proyecto. Se sabía pues cuál era el proyecto de Banderas, si bien esto no suponía una irregularidad. La relación de complicidad personal entre Banderas y Seguí también es conocida en Málaga. "El anonimato tiene que ser del arquitecto. El que gana no es Antonio Banderas, es Seguí, y el nombre de Seguí no aparecía. Es más, nuestra sorpresa, una vez que ganó, es que resultara que Banderas quería realizar el proyecto", señala el concejal Pomares.

Aunque la idea tenía que ser en teoría sólo eso, una idea, lo cierto es que en la propuesta todo aparece como un proyecto pensado para su puesta en práctica "bajo la dirección y tutela de Banderas", del que se adjunta incluso un breve currículo. "El prolífico actor, cantante, productor y director de cine garantiza el éxito del espacio teatral con nuevos conceptos a la vanguardia de las artes escénicas", decía el plan de viabilidad económica. En la memoria no se lo menciona, pero se alude a que los espacios culturales contarían con la dirección de "uno de los artistas del arte teatral y cinematográfico de mayor importancia actual en el mundo del espectáculo". Teniendo en cuenta que era sabido que Banderas buscaba desde hace años un proyecto en el que volcarse en su cuidad natal, no hacía falta ser detective para intuir quién era ese "artista".

Los miembros del jurado

El jurado estaba compuesto por los miembros habituales de la mesa de contratación. Es decir, el alcalde de Málaga, el interventor general del Ayuntamiento, el letrado coordinador, la jefa de servicio de contratación y compras de la Gerencia de Urbanismo y el jefe de departamento de arquitectura y arquitectura de dicha gerencia. A ellos se sumaron "cinco personalidades de notoria competencia" designadas por el propio órgano de contratación, que fueron el director de la escuela técnica superior de arquitectura de la Universidad de Málaga, los decanos del Colegio de Arquitectos y del Colegio de Economistas y los arquitectos Fuensanta Nieto y Francisco Mangado. El proyecto elegido fue el apadrinado por Antonio Banderas, llamado Ecos Urbanos, a pesar de que quedó segundo en la consulta ciudadana realizada. Sacó 860 votos, frente a los 1.021 del proyecto CAVE-A de Fernando Gómez Huete.

Tras conocerse el ganador, llegó la reunión de Banderas con De la Torre y las declaraciones posteriores del regidor. La oposición multiplicó su presión. Hasta el punto de que el lunes en la comisión de urbanismo se votó a propuesta de IU sobre la posible anulación del concurso de ideas. Votaron por la anulación IU, Málaga Ahora y Ciudadanos. El PSOE se abstuvo y el PP votó en contra. Ciudadanos ha explicado –una vez visto el lío organizado– que no votaba contra el proyecto de Banderas, ni siquiera contra el concurso, sino contra el hecho de que el concurso de ideas no fuera vinculante.

La votación y el abandono

Según José Seguí, esta votación fue el detonante del abandono de Banderas, que lo llamó ese mismo lunes convencido de dejarlo todo. "Se llegó a hablar de 'fraude'. Eso ya es inaceptable y Antonio estaba afectado. No se lo merece", insiste Seguí. Lo cierto es que el portavoz de IU, Eduardo Zorrilla, lleva refiriéndose públicamente al concurso de ideas como "un fraude" al menos desde octubre de 2016. Y además su propuesta no salió adelante: el voto en contra del PP y la abstención del PSOE mantuvieron la validez del concurso de ideas. Pero Banderas ya escribió su carta ese mismo lunes, para su publicación el martes, previa consulta con Starlite y con el propio Seguí, según explica el arquitecto. Al día siguiente Seguí declaró que era "vergonzosa" la "cerrazón cateta" de "rechazo" al proyecto de Banderas, impropia –dijo– de la ciudad de Málaga.

"Seguí y Banderas ya tenían decidido irse y ahora interpretan el papel de víctimas", señala Eduardo Zorrilla, de IU, el principal crítico con el proyecto. Zorrilla se ve estos días señalado como uno de los responsables de que no haya sido posible el gran proyecto cultural de Banderas en Málaga. El tema esát caliente. El viernes hubo un Málaga una manifestación, a la que acudieron unas 400 personas, en defensa del proyecto. También estuvieron presentes el alcalde y cuatro concejales, además del propio José Seguí.

'Celebrities', tiendas, restaurantes y un teatro de 600 butacas

Este periódico ha accedido a la memoria y el estudio de viabilidad económica presentados por Seguí. No todo es cultural, ni mucho menos. El proyecto se define como de "artes escénicas, música, gastronomía, cine, espectáculos [...]". Se destaca la "experiencia en la presencia de celebrities, campañas de publicidad [...]". A una sala de teatro de 600 butacas –el cercano Teatro Cervantes tiene más de mil– se sumaría una amplia oferta de tiendas y restaurantes. Había previsto un restaurante L'Osteria, una cafetería israelí Cofix, una tienda Starlite con la ropa que llevan las celebrities... Y también una tienda Antonio Banderas design. En su carta de abandono del proyecto, el actor definía así el proyecto: "Un lugar de cultura viva y efervescente que no muriese ensimismado, sino que reventase hacia afuera, que se fuera definiendo desde la vocación intrínseca al propio proyecto de que el malagueño lo hiciese suyo y se sintiera orgulloso de poseerlo y usarlo".

Beneficios de 31,5 millones en 35 años

El plan de negocio preveía unos beneficios de 31,5 millones de euros en 35 años. Los ingresos provendrían fundamentalmente del alquiler de espacios: 95,1 millones; el teatro supondría 10,5 millones de euros de ingresos. La propuesta de Seguí-Banderas prevé una moratoria de 10 años en el obligatorio pago de un canon que deberá afrontar el adjudicatario final, con el objeto de compensar la compra de la manzana por parte del Ayuntamiento (20,7 millones). La aceptación de esta moratoria dependía del Ayuntamiento. O sea, era necesaria la complicidad de la administración.

Esa complicidad parecía existir, desde luego. Representantes del Ayuntamiento y de la Junta de Andalucía ya se habían reunido al objeto de estudiar el encaje del proyecto de Banderas en la normativa urbanística. "Fue una reunión técnica, como otras muchas que hay. Siempre que hay un proyecto de estas características hay que ver qué afecciones al patrimonio tiene", señalan desde la Consejería de Cultura. El Ayuntamiento asegura que contaba con la voluntad de la Junta de facilitar al máximo el proyecto.

La idea ganadora no se ajustaba la normativa que regula el urbanismo en el centro de Málaga ni en altura ni en usos del suelo, que debían ser más culturales y menos comerciales. "Casi ninguna de las ofertas presentadas cumplía la normativa. Es que en el propio pliego dice que se puede salir de la normativa. Queríamos una idea, no un proyecto definitivo", subraya el concejal de Urbanismo, Francisco Pomares. "Ahora, con esa idea ganadora de la que teníamos la propiedad, nos tocaba a nosotros hacer un concurso público. Se ha liado un escándalo sin necesidad. Parece como si alguien se hubiera saltado la ley", señala muy molesto el concejal Pomares, que no cree que las declaraciones de De la Torre fueran inadecuadas, sino que la oposición las tergiversó.

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Dificultades objetivas

Para hacer realidad su pretensión de impulsar un proyecto en Málaga, Banderas se enfrentaba a dificultades como asumir modificaciones en el mismo, o modificaciones normativas que serían interpretadas como trato de favor, y a ganar un concurso público. También a esperar el resultado de informes arqueológicos –bajo el suelo del centro de Málaga hay siglos de historia esperando, como ha quedado claro en las obras del metro–. Es decir, muchas incertidumbres y una oposición al quite. Y además el proyecto no era para hacerse de oro. Un millón al año en una empresa coral no parece el gran negocio para un actor multimillonario. "Este proyecto no es ningún caramelito económico. Será difícil para cualquiera hacerlo rentable con tantas limitaciones", advierte Seguí.

A juicio del arquitecto, cuando salga el pliego definitivo –si sigue la línea de la idea de su estudio–, se verá que no hay excesivos aspirantes. El margen es escaso. Y hacía falta dinero para arrancar: 26 millones de euros, según el plan de viabilidad. Ésa era la perspectiva a la que se enfrentaba Banderas: un negocio poco claro, dos años sólo para su construcción, muchos trámites administrativos, la necesidad de ayudas políticas en un ayuntamiento sin mayorías absolutas y con la oposición muy atenta. Ante el lío que se avecinaba, Banderas arrojó la toalla. Como escribió el actor, "no existía el ambiente adecuado". No se sabe bien dónde están los "insultos" y el "trato humillante" que le dispensaron ésos que huelen "a corralón". Si alguien entorpeció las cosas fue el alcalde –ése al que Banderas considera una "persona fundamental" en Málaga–, al dar a entender sus preferencias por el actor en un concurso público.

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