Librepensadores

Aria

Gonzalo de Miguel

En Logroño hay un asesino o asesinos en serie, un canalla o canallas que todavía no han sido detenidos y que campan a sus anchas a todo lo largo de la ciudad. Los parques y las zonas de recreo infantil son su hábitat preferido, aunque ningún espacio público se encuentra libre de sus garras. Sus víctimas son los perros y los gatos, incontables hoy, pues no se sabe a ciencia cierta cuántas han caído. Ocurre como con otros criminales, solo a partir de ser apresados podremos reconstruir su historial delictivo. Y es que hablamos de delitos muy graves, delitos que atentan contra la sociedad en su conjunto. No debemos olvidar que el maltrato a los animales es un indicador de violencia, tal y como se recoge en este informe del FBI.

Aria ha sido su última víctima, una loba checa de apenas año y medio. Tras la necropsia realizada hemos sabido que murió por un potente veneno que un desaprensivo colocó en un parque público, muy cerca de un instituto de enseñanza media, un hecho que por sí solo, la colocación de sustancias altamente tóxicas en lugares públicos, ya se castiga en el Código Penal con hasta dos años de cárcel. No es baladí la localización, pues se trata de una zona de tránsito habitual de jóvenes de cualquier edad y lo mismo que hoy le tocó a esta perrita, mañana puede tocarle a un menor.

Tras descubrir el carácter doloso de su muerte, sus propietarios han presentado una denuncia ante la Policía Nacional para hallar a los culpables, sin demasiada confianza en conseguirlo. Y es que el maltrato animal en su máxima expresión, muerte violenta, sale muy barato en este país. No en vano España es la cuna de esa demencia llamada la fiesta nacionalfiesta, consistente en la matanza sádica en público de un toro. Así somos, no hay sensibilidad colectiva respecto a los animales, y eso que se cifra en un 50% las familias españolas que establecen "lazos profundos con algún animal", según afirma la doctora Nuria Querol. Y Logroño es un caso especialmente grave. En la capital riojana se sacrifican cada año miles de perros, una cifra escalofriante que contrasta con el sacrificio cero al que aspiran otras comunidades mucho más pobladas. Así las cosas, ¿qué se hace desde el ayuntamiento de Logroño por el bienestar de los perros, la mascota preferida de las familias logroñesas, y en general de las españolas, con casi ocho millones de ejemplares en todo el territorio, según un censo de 2015? Basta visitar algunas mal llamadas áreas de esparcimiento de la capital del vino para comprobarlo: parcelas en barbecho sin los mínimos servicios que deben cubrir las necesidades de los canes: sin agua, sin árboles, sin bancos, sin papeleras. Sin nada. En suma, secarrales donde solo crece el estramonio y que confirman la nula sensibilidad del consistorio logroñés hacia las mascotas, aunque supongo un desinterés generalizado en casi toda España. Porque no solo se trata de procurar una atención digna y respetuosa hacia los perros, además, los envenenamientos, aparte de una vergüenza para la ciudad, pueden ser responsabilidad última del ayuntamiento.

La Administración no solo está para imponer sanciones, que tanto le gustan y para lo que están tan preparados, sino también para asumir obligaciones, como arbitrar los medios personales y materiales necesarios para proteger a nuestras mascotas. Los animales de compañía, por si alguno no se ha enterado, son como hijos para sus dueños. Su pérdida ocasiona graves depresiones, al tiempo que procuran un apoyo inmenso en vida. Piensen en el soporte emocional que representan estos pequeños animales para muchas personas mayores. La desaparición de Aria ha dejado un enorme vacío en la vida de Jorge y Estíbaliz, sobre todo al averiguar que su muerte no ha sido natural sino criminal. Conmocionado por este suceso y por otros de igual gravedad, como la aparición de salchichas rellenas de alfileres, otro afectado por la barbarie contra los animales, Fernando Ruíz, ha iniciado una campaña para solicitar la colaboración del ayuntamiento de Logroño, hoy convertida en bandera del exterminio oficial y criminal de perros y gatos, para atajar esta plaga asesina que nos amenaza. Proponen al Consistorio la adopción de diversas medidas tendentes a garantizar la seguridad de nuestras mascotas, sin que por ello debamos obviar su posible responsabilidad civil subsidiaria por la falta de celo en el mantenimiento de los parques y jardines. Recordemos que un veneno es un residuo peligroso, y como tal, según la ley 22/11 de residuos y suelos contaminados, corresponde a las autoridades administrativas en su ámbito competencial, los ayuntamientos en el suyo, la vigilancia, inspección y control de los vertidos descontrolados, y más si van cargados con intenciones criminales.

El maltrato animal, insisto, es un delito que sale todavía muy barato en España y convendría agravar las penas por estas conductas ilícitas. No en vano, como recuerda un informe del FBI, "hay una correlación entre el maltrato animal y la violencia interpersonal.. Según dicho estudio, el 46% de asesinos en serie maltrataron animales en su adolescencia, mientras que el 41% de delincuentes violentos tenían antecedentes de maltrato a animales. Además, el 86% de mujeres víctimas de violencia machista también atestiguan maltrato a sus animales". La doctora Nuria Querol, coautora de ese informe y experta en violencia humana y su relación con el maltrato animal, recuerda que "la crueldad o la negligencia hacia animales puede ser, a menudo, una señal de alarma de otras formas de maltrato, incluyendo a las personas mayores". En suma, que nos hallamos ante un reto doble, localizar a un asesino en serie de mascotas inocentes y ante un asesino en potencia de seres humanos. Pongámonos a ello y desvelemos a la opinión pública quiénes se encuentran detrás de esta barbarie. No basta con penas y multas insuficientes, les haría más daño si se desvelaran las identidades, si viéramos las caras de los canallas que disfrutan matando animales. ________________

Gonzalo de Miguel es socio de infoLibre

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