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Ciencia

Los científicos españoles apuestan por la transparencia en la experimentación con animales

Imagen de un animal en un laboratorio.

El uso de animales para la investigación científica continúa suscitando opiniones polarizadas. El debate, no obstante, se ha ido suavizando gracias a la interlocución entre defensores y detractores. Con el propósito de terminar con la opacidad de las prácticas y por tanto caminar hacia un mayor diálogo, la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), impulsaba en 2016 un acuerdo de transparencia sobre la investigación con animales. El primer balance [consultar en este enlace], hecho público este miércoles y elaborado por la European Animal Research Association (Eara), sitúa a España como pionera a la hora de difundir las condiciones, características y beneficios del trabajo científico con animales.

"Una parte de la sociedad se opone a este tipo de investigación o no está segura de apoyarla", escribía hace dos años Juan Lerma, coordinador de la Comisión Cosce de estudio del uso de animales en investigación científica, en el prólogo del acuerdo. "Por ello, los firmantes de este documento estamos convencidos de que la información acerca de la experimentación con animales ha de facilitar la comprensión precisa sobre los beneficios, perjuicios y limitaciones que puede conllevar", exponía entonces.

Margarita del Val, investigadora del CSIC y vocal de la Cosce, explica en conversación con infoLibre que el acuerdo nació a imagen de una iniciativa puesta en marcha en Reino Unido, un país "donde la opinión pública está muy sensibilizada" y donde se descubrió que la mejor vía para atajar el debate era "hablar con transparencia y explicar por qué la investigación con animales tiene tantos beneficios".

España ha tomado la experiencia de Reino Unido y la ha superado. Actualmente, un total de 123 entidades se han adherido al acuerdo –centros de investigación, universidades, parques científicos, hospitales, sociedades científicas...–, un número "superior al de Reino Unido" a pesar de que "el tejido investigador allí es mayor", observa la investigadora.

Uno de los compromisos adoptados en el acuerdo apuntaba a informar anualmente sobre el progreso y compartir experiencias. "Evaluar el impacto era muy importante para saber cómo ha funcionado", relata Del Val, "y el balance ha sido positivo". Destaca, la experta, el éxito entre la comunidad científica y el "entusiasmo" demostrado por sus profesionales.

Pero no todo son celebraciones. Del Val reconoce que el primer análisis ha servido también para "detectar huecos y carencias". Pese a la buena acogida de la iniciativa, "hay instituciones aún un poco tímidas o poco creativas". Los impulsores del acuerdo, sin embargo, confían en continuar dando pasos en firme. "Vamos todos juntos y estamos convencidos de que la investigación hay que hacerla rigurosamente", asevera la científica, especialmente con el fin de "derribar el tabú" que hasta ahora se ha construido en torno a la materia.

Las tres erres

Según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, en 2016 los laboratorios utilizaron 917.986 animales con fines científicos. De ellos, el 58,82% fueron ratones, seguidos a distancia por el pez cebra (11,05%), las aves de corral (9,78%), otros peces (7,33%) o las ratas (5,98%). La gran mayoría de las investigaciones fueron destinadas a cuestiones vinculadas con el sistema músculo-esquelético (20,70%) pero también con el gastrointestinal (20,26%), el multisémico (19,74%) y el nervioso (18,50%).

Los científicos, comenta Del Val, no sólo están en "formación continua", sino que ésa es la base de "una experimentación controlada, rigurosa y hecha de manera que genere menos daño a los animales". El esfuerzo, dice, parece estar dando sus frutos. "Se ha evolucionado de una forma tremenda", confiesa la investigadora. "Hay un mayor control de los animales" y los responsables de los animalarios trabajan diariamente con los investigadores, a quienes "asesoran, ayudan y proponen métodos menos dañinos". Eso se ha traducido en una reducción importante del uso de animales en investigaciones científicas. En el año 2009, la cifra de experimentos registrados fue de 1.403.290. El descenso, estima la experta, viene determinado porque los experimentos se realizan ahora mejor y de manera más óptima.

Gran parte de dicha reducción viene determinada por el fenómeno conocido como las tres erres: refinar, reducir y reemplazar. Se trata, en primer lugar, de refinar la severidad de las pruebas y las especies empleadas para optimizar e ir avanzando de un método a otro; reducir el número de animales que permitan obtener conclusiones válidas y finalmente reemplazarlos por métodos alternativos, como el cultivo de células y tejidos o la reproducción de modelos por ordenador. 

Del Val explica que buena parte de los experimentos con animales todavía "no se pueden hacer en cultivos o células madre". Si los métodos alternativos funcionaran con todas las garantías, asegura, "los científicos serían los primeros en renunciar a experimentos con animales" porque una de "las máximas es reemplazarlos por otros métodos, cuando existan". El procedimiento actual apunta a un cribado previo en ordenadores, seguido de pruebas con cultivos y, sólo como último paso, el uso de animales. 

En base a la legislación vigente, los requisitos que permiten dar paso a un experimento con animales apuntan a que esté justificado con la necesidad de conseguir un bien de rango superior como la salud humana, y que exista un vacío en cuanto a posibles vías alternativas.

En este contexto, las entidades científicas mantienen una apuesta firme por el desarrollo de las tres erres. Según el balance confeccionado por la Eara, el 40,4% de las instituciones han optado por explicar su función a través de su página web, mientras que el 25,5% se han inclinado por otro tipo de publicaciones institucionales y el 25,5% han organizado debates o entregas de premios para apoyar a las tres erres y trabajar por el bienestar del sector.

Mejorar la comunicación

Los compromisos propuestos en el acuerdo de transparencia buscan hablar con claridad sobre cuándo, cómo y por qué se usan animales en investigación; proporcionar información sobre las condiciones en las que se realiza la investigación y desarrollar iniciativas que generen un mayor conocimiento y comprensión en la sociedad sobre el uso de animales en investigación científica. Más allá de las obligaciones legales, que apelan a la elaboración de estadísticas e informes anuales respecto a los proyectos realizados, los autores de la iniciativa valoran las actividades voluntarias impulsadas en el último año.

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Según la encuesta realizada, el método más común de comunicación es la publicación de noticias con avances científicos relacionados con investigación animales. Este método, que "en mayor o menor medida ha existido desde antes del acuerdo", es actualmente utilizado por el 78,8% de las organizaciones. Además, un 63,5% de las instituciones que se han adherido al compromiso han apostado por la inclusión de imágenes de animales, instalaciones o investigación en su página web, y un 36% ha hecho lo propio a través de vídeos. Un 41%, por su parte, ha impartido seminarios al personal, que incluyen formación y transparencia en cuanto a las prácticas, con el fin de mejorar la comunicación interna.

También se ha cumplido, "por parte de la inmensa mayoría de las organizaciones", el objetivo de publicar una declaración institucional en su página web explicando la política institucional sobre la utilización de animales. A día de hoy, más de 110 instituciones ya tienen disponible esta declaración, lo que supone "el ejemplo más claro y visible de la decisión de las organizaciones firmantes por la transparencia".

Por otro lado, las actividades públicas más comunes en las que las organizaciones firmantes han participado han sido festivales científicos, con un 47,2%; eventos locales, con un 26,4% y días de familia en un 11,3%. Asimismo, y como uno de los mayores ejemplos de transparencia identificados, se han declarado multitud de visitas externas a los animalarios y de hecho únicamente el 20% de las instituciones no han ofrecido esta posibilidad, bien por no afectar negativamente las medidas de seguridad para animales o personas (14%) o por decisión institucional (6%). 

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