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Espionaje a políticos y empresarios

El jefe de seguridad del BBVA a Villarejo: "Yo quiero los tres o cuatro folios que no tiene que leer nadie más que mi presidente"

Francisco González, expresidente del BBVA.

Julio Corrochano, director de seguridad del BBVA hasta que se jubiló en abril de 2018, informó puntualmente a su presidente, Francisco González, sobre el espionaje encargado al comisario Villarejo a través de su empresa Cenyt para abortar el desembarco del grupo inmobiliario Sacyr en el banco. Así lo demuestran las grabaciones que el propio Villarejo hacía de sus conversaciones con terceros y que constituyen uno de los elementos clave para que la Fiscalía Anticorrupción sitúe a Francisco González como la figura decisiva en la cadena de contratos "ilícitos" con Villarejo.

Entre las grabaciones que destapan el papel jugado por González, conocido como FG en el mundo financiero, figura la efectuada por el propio Villarejo el 1 de abril de 2005. A lo largo de la conversación, y así consta en la transcripción incorporada al sumario, el policía y Julio Corrochano charlan sobre un extenso informe relativo a la marcha del dispositivo contra aquellos a quienes, como el político socialista Miguel Sebastián o el empresario Luis del Rivero, vigiló y hostigó Cenyt entre 2004 y 2005 para evitar la entrada de Sacyr en el accionariado. Corrochano trata de convencer al policía de que no necesita páginas y más páginas –"Pepe, es una novela, entiéndeme, coño", llega a decirle– sino un relato directo y conciso. Y en un momento dado resume así su posición: "Yo lo que quiero son los tres o cuatro folios que no tiene que leer nadie nada más que mi presidente".

Aquel encargo hecho por el BBVA en diciembre de 2004 y con el que Corrochano, expolicía y amigo de Villarejo, buscaba satisfacer las expectativas de su jefe máximo fue el primer eslabón de una cadena de contratos que Anticorrupción define como de "naturaleza ilícita" y que "vulneraron" los derechos fundamentales de los espiados. Le costaron al banco 10,28 millones hasta diciembre de 2017.  Villarejo bautizó aquel primer proyecto como "Operación Trampa". Su objetivo pasaba por frenar al "Grupo Hostil" que capitaneaba Sacyr. O lo que es lo mismo, el "GH" que aparece en documentos internos de la trama que dirigía el policía.

De la importancia de aquel contrato inaugural con Cenyt hablan varios documentos incorporados a la causa y cuyo contenido prueba dos hechos de trascendencia. El primero, que el BBVA ocultó toda la información sobre tal contrato a la CNMV cuando en octubre de 2018 le reclamó datos sobre las relaciones del banco con Villarejo, como adelantó la semana pasada elindependiente.com.

El segundo hecho puede resumirse así: una vez que en enero de 2019, el digital moncloa.com desveló que Sebastián, Rivero y otros como el vicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas, habían sido víctimas de un dispositivo que incluyó espiar 15.000 llamadas telefónicas, el organismo supervisor mandó un segundo requerimiento al BBVA donde le lanzó un aviso contra los datos "inexactos o no veraces". En esa segunda ocasión, la entidad sí remitió a la CNMV todos los contratos con Cenyt anteriores a 2013 y los pagos efectuados hasta esa fecha, nada menos que cinco millones omitidos en su primera respuesta. Pero hubo algo que no le facilitó tampoco ahora: los informes –o "entregables", en la terminología empleada en estos casos– que se correspondían con los contratos signados entre 2004 y 2007. Y esa serie de contratos arrancaba con el de la Operación Trampa.

"Dado el tiempo transcurrido –adujo el banco el 23 de enero de 2019–, no consta en los archivos de BBVA soportes documentales de los servicios prestados a los que corresponden dichas facturaciones". En esa fecha, FG ya había dado el relevo en la cúspide de la entidad a Carlos Torres aunque conservaba la presidencia honorífica. Este lunes, infoLibre preguntó a los portavoces del BBVA por qué en los archivos del banco se conservan los contratos con Cenyt y las facturas que emitió pero no los informes que acreditarían la prestación de los servicios encomendados a la empresa de Villarejo. El banco se limitó a responder así: “Con fecha 23 de enero de 2019, BBVA dio cumplida respuesta al requerimiento remitido por la CNMV el 11 de enero”.

Qince años antes de esa "cumplida respuesta", al entonces director de seguridad del BBVA, expolicía y amigo de Villarejo, le preocupaba que el hombre que al inicio del nuevo siglo se había convertido en presidente de la segunda entidad financiera del país considerase inútil el primer contrato con Cenyt. Un contrato suscrito, como los posteriores, por el socio de Villarejo, Rafael Redondo, y en cuya ejecución –subraya la Fiscalía y atestiguan ya distintos indicios recopilados por la Audiencia Nacional en 14 meses de investigación secreta– el comisario y su equipo utilizaron "medios ilícitos para la obtención y acceso a información reservada de particulares". 

"Putadas" para dejar al jefe seguro de no haber tirado el dinero

¿Sabía entonces FG que el poderoso comisario y su grupo afín podía obtener de compañías telefónicas listados de llamadas sin orden judicial? González niega tajante haber participado o conocido cualquier delito. Pero en la conversación referida en el segundo párrafo de este texto, Julio Corrochano ya se mostra inquieto ante la posibilidad de que FG tomase a Cenyt por ineficaz en el cumplimiento de los objetivos: "emplear toda la energía posible en buscar elementos de presión, contra los diferentes miembros del GH para obligarles a huir". 

"Mi jefe –había transmitido Corrochano de viva voz a Villarejo el 1 de abril de 2005– tiene un mosqueo que te cagas con esta movida, te lo dije, el otro día, se reunió con mi director general [el jefe directo de Corrochano, Ángel Cano, luego consejero delegado] y piensa que hemos hecho el indio, te lo digo así".

A partir de ahí, lo que los dos interlocutores dijeron sella cualquier atisbo de duda sobre quién, según Corrochano, sufría ese "mosqueo": 

– Villarejo: ¡Qué cabrones son, macho!

– Corrochano: Bueno, pues piensa que hemos hecho el indio...

– Villarejo: Cuando están, cuando están jodidos...

– Corrochano: Pepe... no, no, no olvídate de mi jefe, digo el presidente, ¿sabes?

Para inclinar a FG hacia su posición y la de su amigo Villarejo, Corrochano ideó una estrategia: resumir por un lado, aunque también en "dos folios", las cosas que se hacen "que son limpias (...) no sé cuantas vigilancias, no sé cuantos seguimientos, no sé cuantas captaciones de información de fuentes abiertas..." y reservar para FG la narración de los mayores logros. O, por usar los términos que emplea Corrochano, "las putadas". ¿Por qué? Porque "las putadas" son las que "le puedan dejar la conciencia tranquila, porque eso lo lleva muy claro, porque no le gusta tirar ni un duro". Ahí tercia de nuevo Villarejo y de nuevo Corrochano insiste en su idea:

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– Villarejo: Ajá.

– Corrochano: Ni un puto duro, macho (...), lo controla todo, de que le quede la conciencia tranquila de que se han hecho una serie de putadas que justifiquen el tema.

Las "putadas" ya aparecen en el sumario a modo de listado en un documento denominado "Proyecto FG". La larga nómina de acciones ahí enumeradas detalla desde intoxicación a medios informativos a reuniones con miembros de los servicios de información e inteligencia del Gobierno e intentos de destrozar reputaciones sacando a la luz episodios de la vida privada de los investigados.

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