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Crisis del coronavirus

El sorprendente éxito del teatro en 'streaming'

El actor y director Israel Elejalde, durante su interpretación de 'Esto es agua' a través de Zoom para el Teatro de la Abadía.

Los empresarios teatrales advierten de la imposibilidad de abrir las salas de teatro con solo un tercio del aforo, como ha establecido el Gobierno en sus planes de desescalada. Cataluña y la Comunidad de Madrid, los dos principales centros productivos de las artes escénicas, han sido de los territorios más afectados por la enfermedad, y sus salas parecen aún lejos de regresar. Las compañías no saben cuándo ni cómo podrán retomar los ensayos ni está claro tampoco cuándo ni cómo volverá la temporada habitual. Las que nunca han cerrado, ni en los momentos más duros de la crisis del coronavirus, son las salas virtuales. Y el teatro onlineonline, en directo o grabado, ha pasado de ser un parche a convertirse en  la única certeza de las artes escénicas. 

"Al principio fue un gesto de emergencia y de resistencia: dios mío, cierran el teatro, qué vamos a hacer", cuenta Carlos Aladro, director del Teatro de la Abadía, uno de los principales centros de Madrid y de la producción nacional. Daba la casualidad de que tenían en programación Sea Wall, un monólogo del autor británico Simon Stephens, interpretado por Nacho Aldeguer y dirigido por Carlos Tuñón, que debía representarse en el jardín del teatro, al atardecer, y para un público muy reducido. La idea de cambiar ese escenario por la videollamada llegó de inmediato. Y fue construyéndose #TeatroConfinado, un ciclo por el que han pasado monólogos de Israel Elejalde, Irene Escolar y Luis Bermejo, obras de las compañías Los Bárbaros y Laboratorio de Acción Escénica Vladimir Tzekov o incluso la pieza de estreno Estación espacial

Con el paso de los días, el proyecto dejaba de ser solo una reacción imaginativa a la crisis para dejar paso a otras ideas. "Nos hemos dado cuenta de que teníamos unas infraestructuras infrautilizadas. Es como con el teletrabajo, que había ciertas resistencias, y nos damos cuenta de que es posible e incluso necesario", explica Aladro. Hasta ahora, cuenta, las artes escénicas habían subido el audiovisual y los recursos de Internet a escena, en ocasiones como parte del teatro experimental, pero no había sucedido lo contrario con tanta intensidad. "Ha servido como un ejercicio de reacción", dice el director, "pero también se ha abierto un territorio que ya existía y que no habíamos explorado lo suficiente". En estos momentos, apunta también el director, e incluso con la reapertura, el teatro grabado o retransmitido en directo puede ser la única forma de acceder a él de los espectadores que formen parte de un grupo de riesgo, como los de más edad, que son también "los más aficionados". E incluso puede ser un plan B frente a "un hipotético reverso" del desconfinamiento. "Otros sistemas teatrales que cuentan con más recursos ya estaban preparados, nosotros tenemos que ponernos al día", lanza.

Un interés renacido

Durante estas semanas se han sucedido los ejemplos de éxito. Hace una semana, decenas de artistas de Broadway se unían para celebrar virtualmente el cumpleaños del compositor Stephen Sondheim: el programa de casi dos horas y media, una sucesión de actuaciones pregrabadas en las que creadores como Patti LuPone, Bernadette Peters, Meryl Streep o Mandy Patinkin interpretaban algunos de los temas más conocidos de Sondheim, acumula más de dos millones de visualizaciones en Youtube. La plataforma Broadway HD, que permite ver desde casa las grabaciones de algunas de sus producciones más exitosas, ha aumentado exponencialmente sus suscripciones. El National Theatre británico, entre otras instituciones, libera cada semana una de sus obras grabadas en directo y con público. 

En España, la Teatroteca, un recurso web del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, hasta ahora usado sobre todo por académicos y profesionales, ha multiplicado sus usuarios y visualizaciones. Y proyectos como LaJoven —dedicada al teatro juvenil— han aprovechado para hacer públicas algunas de sus obras, previamente grabadas, que han acumulado en estas semanas más de 100.000 reproducciones. "Llevábamos tiempo dándole vueltas a poner obras en Youtube obras que no estuvieran ya en cartel", cuenta Pedro Sánchez Martínez, director adjunto de la compañía. "Nosotros al final trabajamos en Madrid y vamos a grandes capitales, pero hay mucha gente, en entornos rurales y fuera de España, que no nos ha podido ver. La idea era dar un contenido a la gente durante el confinamiento, pero también, como los profes se enfrentaban a la enseñanza online y nosotros trabajamos mucho con ellos, queríamos poner las obras a su disposición". 

Obras desde el salón

El actor y director Israel Elejalde —que, debido a la crisis sanitaria, no pudo estrenar Traición, de Harold Pinter— recuperó a principios de abril Esto es agua, dramatización del discurso que David Foster Wallace pronunció en 2005 en la Universidad de Kenyon. Lo ha estado haciendo durante seis semanas para pequeños grupos de espectadores a través de la aplicación de videollamadas Zoom. Donde antes estaba el patio de butacas, ahora quedaba la lente de la cámara de su ordenador. "Ha sido una cosa extraña y también algo apasionante. Creo que las sensaciones que he tenido, la extrañeza, el disfrute, tienen que ver con el contexto en que se han desarrollado", cuenta Elejalde. Este sábado tiene su última función virtual, porque, como socio del Pavón Teatro Kamikaze, en Madrid, debe comenzar a preparar una futura e incierta vuelta a la normalidad.

"Como alternativa no es, en ningún caso, sustitutoria, sino una opción que tomas y que tiene que ver más con el mundo audiovisual que con el encuentro con el actor", defiende. Aunque no cree que un espectador asista al teatro en streaming como se sienta ante una película, tampoco cree que sea comparable la experiencia con la de estar realmente en el patio de butacas. ¿Y para el actor, cambia el trabajo? "Bueno, al final trabajas en unas condiciones que no son las más adecuadas, pero lo mismo me pasaría si mañana tuviera que hacer teatro de calle, al que tampoco estoy acostumbrado", valora. ¿Y hay algo útil para el intérprete en este tipo de trabajo? "Sí me queda una reflexión muy clara y obvia: el contexto, la atmósfera donde se desarrolla cualquier hecho artístico es fundamental para provocar algo. E interpretar cualquier tipo de texto dentro de esta cosa inusual provoca que todo tenga un tipo de resonancia distinta".

Ponerse al día

Carlos Aladro tiene claro que, si bien la experiencia del #TeatroConfinado ha estado motivada por unas circunstancias adversas muy acotadas en el tiempo, La Abadía va a seguir desarrollando las posibilidades del teatro en streaming. Quiere hacerlo de manera similar a otras instituciones europeas, que han convertido en habitual emitir en directo sus grandes obras para llegar a espectadores que se encuentran a kilómetros de su escenario. "Hemos tenido reuniones para ver cómo podemos entrar en las retransmisiones en directo y para poder crear grabaciones que tengan una calidad razonable", cuenta. Hasta hora, las filmaciones de obras de teatro se hacían ante todo con fines documentales y de conservación, y para difundir la obra entre programadores de salas o festivales. Plano fijo, sonido cuestionable. Copias no siempre aptas para su difusión entre el público. 

La primera experiencia de LaJoven con el streaming fue con Fortunata y Benito, una coproducción con la Comunidad de Madrid por el Año Galdós. Como la obra solo iba a estar dos semanas en los Teatros del Canal, que dependen del Gobierno regional, pensaron que sería oportuno hacerla más accesible, y aprovecharon para ensayar su primera grabación con un equipo de rodaje, montaje y emisión verdaderamente profesional. Ahora, gracias a haber hecho accesibles las grabaciones de ese y otros montajes, el proyecto ha empezado a tener cierta repercusión fuera de sus circuitos habituales, y ha llegado incluso a América Latina: han logrado incluso la colaboración de AECID para organizar charlas y encuentros virtuales en centros culturales españoles en ese continente. Quién sabe si de ahí no puede, en el futuro, surgir algún tipo de colaboración presencial. "Esto abre muchas puertas", defiende Pedro Sánchez Martínez, "y el futuro está en lo digital. Vamos a tener que hacer contenidos de calidad para ello, como hacen ya muchos teatros en todo el mundo. Esto no es un sustitutivo de nada, es una puerta nueva para acercarse al teatro". 

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De hecho, hay un claro precedente: el teatro televisado. No es casualidad que Estudio 1,Estudio 1 el programa de TVE que empieza a producirse a mediados de los sesenta, coincidiera con un momento de gran popularidad del teatro español. El pasado enero, La Joven Compñaía comenzó a colaborar con el programa de La 2 Sánchez y Carbonell dentro de la sección Estudio XXI, una actualización del mítico programa, con piezas teatrales cortas en directo, pensadas especialmente para el formato televisivo. Y esa misma cadena ha empezado a programar durante la pandemia grabaciones de algunas obras recientes, como La ternura, de Alfredo Sanzol (estrenado, por cierto, en La Abadía), que se emitió el jueves a las once de la noche en el nuevo programa La 2 es teatro. "Esto es lo que tiene que hacer el teatro", lanza el director adjunto de La Joven, "ocupar parte de la parrilla de la televisión pública. ¿Esto va a hacer que menos gente vaya al teatro? Al contrario: si se enganchan a través de la pantalla, tendrán ganas de ir al patio de butacas". 

¿Es o no es teatro?

Pero, pese a ser conscientes de las posibilidades de difusión del teatro en directo o grabado, en Youtube o en la televisión, Carlos Aladro e Israel Elejalde dicen, sin dudar: "Esto no es teatro". "No lo es", asegura el segundo, "será una cosa que tiene cuestiones teatrales y audiovisuales, y que deriva del teatro, pero para mí el teatro necesariamente tiene que tener a una persona en el escenario y a otra persona en el patio de butacas, compartiendo espacio". En el mismo sentido habla Aladro: "Es cierto que el mecanismo teatral funciona de manera distinta que el cinematográfico, aunque esté grabado. Pero lo nuestro es el encuentro, el arte en vivo, y quizás tengamos también ahí un rol social, quizás podamos ayudar a aliviar el miedo, a aprender de nuevo a convivir". Quien no lo tiene tan claro es el director adjunto de LaJoven: "Pasa con otras manifestaciones escénicas, de las que la gente que dice: no, no es teatro, es performance.... Y es verdad que no hay nada como estar en el patio de butacas y ver al artista, pero esto no es más que la adaptación de un medio a otro formato, y tenemos que saber que no hay una forma única de hacer teatro". Y ahora, menos. 

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