Los libros

Una poética del abrazo

Portada de 'Da dolor', de Pilar Adón.

Da dolor

Pilar Adón

La Bella Varsovia

Madrid

2020

Da dolor empieza con dos versos sobrecogedores: "A veces el miedo finge no estar. Pero es materia orgánica/ doble piel". A través de la piel, afirma el psicoanalista Didier Anzieu en su ensayo El yo-piel, el yo aprende a establecer barreras protectoras frente al mundo circundante y a filtrar los intercambios con este. ¿Qué significa que el miedo sea una "doble piel", una capa adherida a la piel a través de la cual nos permea el mundo? La respuesta está en varios de los complejos y muy emocionantes poemas de Da dolor, como en "Aridez", donde encontramos: "El amor asociado al miedo. La vida-miedo,/ el día-miedo. Y el vértigo. El tiempo y su tragedia". Y el propio yo lírico se define a través del miedo: "Las manos entretejidas. Harta de que mi definición/ sea el miedo".

El miedo no es solo pensamiento, también se infiltra en el cuerpo. Encontramos así un miedo corporeizado, elaborado poéticamente a través de una brillante inscripción en una maravillosa genealogía, que comienza con Emily Dickinson y su sobrecogedor poema "Me from myself -to banish", con el que "Aridez" establece un explícito y fértil diálogo. Pilar Adón formula aquí dos verdades incontestables: "lo que se memoriza pasa a la carne" y "lo que vive en la carne nos alimenta". Nos alimentamos del miedo, del desasosiego, pero también de versos como los de Pilar Adón, luminosos a pesar del desasosiego que destilan. Cabe destacar que la incorporación de las palabras de Dickinson o de otros poetas y escritores (Knut Hamsun, Anne Carson, Sylvia Plath) no es nunca en el libro una exhibición culturalista, sino una corporeización, una cita o una reescritura perfectamente adecuada a las exigencias del poema. Se nota que se trata de palabras que habitan a la poeta y al yo poético y que se insertan con toda naturalidad (como sabemos la naturalidad es uno de los efectos más difíciles de conseguir en la literatura en general y en la poesía en particular) en el tono de cada texto. Así el final de "Aridez" está en perfecta armonía con el hipnótico verso de Dickinson "Me from myself -to banish", un verso que, dicen la poeta y el yo poético, "me surca" el cuerpo y el pensamiento igual que un barco podría navegar por el mar de nuestra piel y nuestro corazón. He aquí el final, portentoso: "No estar donde se debe estar./ No estar en la vida". Recordemos un verso de Jaime Gil de Biedma: "De la vida me acuerdo pero dónde está".

Junto a Dickinson, en Da dolor encontramos diálogos explícitos o implícitos con Anne Carson ("¿Por qué se van los hombres en septiembre?"), Sylvia Plath ("Sylvia dejó de hablar con Dios/ tras la ida de su Otto (entomólogo)", "la investigación sobre Lázaro", ya que el mito de la resurrección era una de las obsesiones de Plath, que feminizó la figura bíblica en "Lady Lázaro" o "mis piezas y arreglos", que recuerda a las fisuras que componen el yo femenino en "Poema para un cumpleaños" de la autora americana), Knut Hamsun ("Juventud de libros, ambición de libros", "Hambre/ H-a-m-b-r-e") o, me ha parecido detectar, Carson McCullers, porque detrás del magnífico verso "Un árbol. El olor de la lluvia. El caos de la tormenta" de "Hospitalidad" creo que resuena el cuento de McCullers "Una nube. Un árbol. Una roca", perteneciente al libro de título espléndido La balada del café triste. Hay en Da dolor un conmovedor homenaje al padre y la conciencia de que llegamos a ser los padres de nuestros padres: "Mi padre es más joven que yo./ Mi padre es más hijo que yo". También hay una lúcida meditación sobre la edad y el paso del tiempo: "Hay una prisa a los 20/ que vuelve a los 40/ Lo de en medio es supervivencia".

La madre que nunca dijo "Auschwitz"

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Y hay también una pregunta, una magnífica pregunta en el poema "El rostro humano": "¿Quién está ahí dentro y no me habla?". Recordemos que para Levinas el rostro es lo que nos interpela fundamentalmente en nuestra sensibilidad, nuestra ética y nuestra vulnerabilidad. ¿Cómo reconocer el rostro de quién está ahí en nuestro interior y no nos habla, cómo comprender lo que podría decirnos? La pregunta que se formula en "El rostro humano" se matiza en "Ladera 2": "Mujer que musitas, ¿puedo abrazarte?". La mujer que musita allí en nuestro cuerpo necesita un abrazo y nosotros, nosotras, también necesitamos dárselo. La poética de Da dolor es a fin de cuentas una espléndida poética del abrazo.

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Ioana Gruia es escritora y profesora de Literatura. Su último libro es El expediente Albertina (Edhasa, 2016).

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