Lo que España puede aprender del regreso a la normalidad en Reino Unido
Este lunes, el Gobierno de Reino Unido, liderado por Boris Johnson, publicó su estrategia para convivir con el covid-19, toda vez que las vacunas proteger a la inmensa mayoría de la población británica y el virus, espoleado por la variante ómicron da una tregua que puede que no sea definitiva, pero que sí ofrece un respiro. Esa convivencia con el patógeno es la que quiere desplegar en España el Ministerio de Sanidad, según han repetido en varias ocasiones tanto su titular, Carolina Darias, como el presidente Sánchez; aunque aún están trabajando en ello, mano a mano con el Consejo Interterritorial y su Ponencia de Alertas.
No es fácil. Johnson, cuestionado por sus fiestas mientras el país se confinaba, ha recibido críticas de epidemiólogos y oposición por el documento, que elimina el aislamiento para los contagiados y la gratuidad de los test de antígenos. Pero una lectura en profundidad del plan muestra que las intenciones de Downing Street y del Servicio Nacional de Salud británico (NHS, siglas en inglés) van mucho más allá de la eliminación de las últimas restricciones y que España, si las autoridades lo consideran y teniendo en cuenta las diferencias entre ambas naciones, puede fijarse en el nuevo escenario abierto en las islas.
De obligaciones a recomendaciones con hincapié en la ventilación
Cuatro son las líneas maestras de la estrategia, denominada COVID-19 Response - Living with COVID-19 y disponible aquí. La primera es, como el propio nombre del documento recoge, "convivir con el covid-19": eliminando las restricciones y aislamientos obligatorios "al mismo tiempo que se fomentan comportamientos más seguros mediante consejos de salud pública" al igual que se hace con "la mayoría de las enfermedades respiratorias". También se recogen como principios la protección de las personas más vulnerables, la inversión en ciencia y el mantenimiento de la "resiliencia": es decir, ser capaz de volver a una respuesta de emergencia si la pandemia genera otra crisis.
La primera línea maestra es la que ha rellenado más titulares y ha despertado más reacciones. El plan de Reino Unido no pasa por volver del todo a una normalidad previa a marzo de 2020. La recomendación sigue siendo quedarse en casa, testearse y avisar a los contactos estrechos en caso de contagio; y salir a los cinco días si la prueba de antígenos da negativo y ya no se tienen síntomas. A partir del 1 de abril se eliminará la obligación de presentar el certificado covid en determinados comercios.
La intención del Gobierno es que, sin recurrir a la imposición, determinados hábitos se mantengan para siempre. Como en España, las autoridades británicas ponen el foco en la higiene de manos y la vacunación; pero insisten en la ventilación con mucha más insistencia que Darias. "Se puede reducir el riesgo de contraer y transmitir el covid-19 dejando que entre el aire fresco en un encuentro en interiores, o reuniéndose en exteriores (...) Cada vez hay más pruebas de la importancia de la circulación de aire fresco para reducir el riesgo de transmisión de covid-19. La ventilación también ayuda a reducir la transmisión de otras enfermedades respiratorias, como la gripe" en un 70%, según los estudios citados por el Ejecutivo.
Así, las autoridades británicas elaborarán campañas de comunicación pública sobre ventilación, orientadas a las empresas; proporcionará 350.000 medidores de CO2 a los colegios públicos y 9.000 filtros HEPA para los centros que tengan dificultades para ventilar; y permitirá que las autoridades locales hagan uso del llamado fondo ómicron para auditar y mejorar la circulación del aire en las residencias de mayores. En nuestro país, ni el Ejecutivo central ni las comunidades coordinadas a través del Interterritorial han tomado medidas similares.
La mascarilla en interiores desaparece, pero como mandato, no como recomendación; se seguirá recomendando su uso en espacios concurridos, especialmente por parte de los segmentos de población más vulnerables.
Respuesta rápida: la capacidad de volver atrás
El Gobierno de Reino Unido no considera que se haya alcanzado el fin de la pandemia. Tampoco asume que lo peor ya ha pasado, que ómicron ha descabalgado a todas las variantes habidas y por haber o que se trata de un resfriado fuerte. Sí considera que hay que seguir viviendo, pero se manifiesta preparado para reaccionar ágilmente si se vuelve a una situación de emergencia, a diferencia de marzo de 2020. Baraja dos escenarios como los más probables: "un resurgimiento comparativamente pequeño de las infecciones durante el otoño/invierno de 2022-2023" y, en el "peor escenario razonable", una ola muy grande de contagios "con niveles crecientes de enfermedad grave". Sin descartar en ningún momento otros futuros más benignos o aún peores.
Buena parte de la evolución de la pandemia dependerá de las variantes, explican. "Seguirán apareciendo nuevas variantes de covid-19. Esto podría incluir variantes que hagan que las vacunas sean menos eficaces, que sean resistentes a los antivirales o que causen una enfermedad más grave (...) Dada la incertidumbre, el gobierno tendrá que seguir vigilando el comportamiento del covid-19 y estar preparado para responder a los resurgimientos". Las teorías que circularon en diciembre de 2021 y que daban por hecho que ómicron se trataba de la última mutación están descartadas para los especialistas del Ejecutivo británico.
El documento reconoce que la vigilancia epidemiológica y la capacidad de reacción puede ser similar a la que se mantiene con la gripe, incluyendo las campañas que llaman al autocuidado y la vacunación cuando el frío aprieta y la influenza se dispara. Sin embargo, no hay detalles de cómo se producirá esa vigilancia centinela, a diferencia de en España, donde la Ponencia de Alertas y el Instituto de Salud Carlos III trabajan para establecer una red de hospitales y centros de salud que vigile la evolución de estas enfermedades respiratorias conjuntamente.
"La trayectoria y la gravedad futura del virus son inciertas", insiste el plan; por lo que "el Gobierno mantendrá la vigilancia para supervisar el virus, comprender su evolución e identificar cambios en sus características". Apoyados en la enorme capacidad de secuenciación genómica del virus, una tarea en la que Reino Unido lidera las tasas europeas junto a Dinamarca, y que les permite identificar nuevas mutaciones peligrosas y compartir los datos con el mundo. Nuestro país ha mejorado sus capacidades en este sentido, pero aún hay margen de mejora.
Vacunación y antivirales
Reino Unido seguirá vacunando. El Gobierno se congratula de la alta tasa de población que ha recibido los productos anti-covid, aun con porcentajes inferiores a los de países como Portugal y España, pero le sigue quedando un 9% de británicos que no ha recibido aún ni una sola dosis y no piensa renunciar. Desecha, eso sí, la imposición por la que han optado los vecinos franceses, cuyo presidente, Enmanuel Macron, no considera ciudadanos a los que han rechazado la vacuna.
Las autoridades británicas de salud pública han analizado el perfil de los no vacunados y de los que han rechazado la dosis de refuerzo y ha identificado que los grupos étnicos minoritarios, así como las clases sociales más bajas, tienden al escepticismo con respecto al pinchazo. El Gobierno seguirá "apoyando", no criminalizando, a estas comunidades, continuando con el llamado Plan de Campeones Comunitarios de Vacunas: poniendo en contacto a las instituciones locales con los líderes de estos grupos sociales, con más aceptación y credibilidad que el Estado, para que convenzan a sus allegados de vacunarse.
La estrategia por la que se decanta el gabinete de Boris Johnson se separa así de la seguida por otros países europeos, cercanos a la vacunación obligatoria; y se parece a la española, que no ha pasado de pedir el certificado covid en algunas comunidades autónomas, ni siquiera en todas. El escenario español, sin embargo, es distinto: lidera la estadística mundial de vacunados con pauta completa, compartiendo podio con Dinamarca y Portugal.
Los medicamentos antivirales contra el covid-19 son, también, una parte clave de la estrategia británica de convivencia con el virus. Y Reino Unido va por delante que España. Los británicos ya dispensan Paxlovid, la pastilla de Pfizer que ha demostrado más eficacia contra la enfermedad en los ensayos clínicos, en los pacientes con más riesgo de hospitalización y antes de que aparezcan los síntomas severos, tal y como indica el prospecto.
Sin embargo, en España, aún no está claro si el remedio se administrará en hospitales, aunque tenga que ser dispensado antes del cuadro grave, o en los centros de salud bajo petición expresa del médico, sin seguir el canal habitual dada la escasez (por ahora, solo contaremos con 344.000 dosis). El debate sigue abierto. El Gobierno de las islas espera, aunque sin demasiadas certezas, que el tratamiento farmacológico junto a la responsabilidad individual y la inmunidad natural adquirida por buena parte de la población sirva para no volver nunca más a la emergencia sanitaria.
Fronteras abiertas, más salud pública y atención al covid persistente
El Gobierno de Reino Unido ha dado otra serie de pasos con respecto a esa convivencia que en España aún no se han dado o no está claro que se den. El Ejecutivo de Boris Johnson reconoce que la estrategia de blindarse y cerrar las fronteras cuando se detecta una nueva variante es ineficaz, porque las mutaciones más peligrosas se distribuyen antes de que cualquier laboratorio sea capaz de detectarlas; por lo que no descarta la vuelta de medidas similares pero advierte de que el "listón está alto" y no se tomarán a la ligera.
Por otro lado, el Ejecutivo pondrá el foco en el covid persistente, el mantenimiento de síntomas como cansancio, tos, dolores de cabeza o falta de concentración durante meses o incluso años en miles de pacientes que han pasado la enfermedad. "Se han establecido servicios especializados en toda Inglaterra para adultos, niños y jóvenes" que experimentan estos efectos a largo plazo y un plan de 100 millones de libras al año. En España, los pacientes siguen esperando un plan estatal, al margen de las iniciativas de varios hospitales.
El plan, por otro lado, reforzará las instituciones, las redes y los sistemas de salud pública, en base a una agencia estatal inaugurada en abril de 2021 y que en nuestro país todavía no tiene fecha, como tampoco está confirmada la mejora general del presupuesto y de los recursos humanos: los epidemiólogos necesitan más personal y más dinero. Reino Unido, además, pretende revisar y reforzar sus leyes de salud pública en base a una evaluación y auditoría de su gestión, que en España también está en marcha pero con un mes de retraso con respecto a la publicación de sus conclusiones... y que sin que se prevea cambiar el ordenamiento jurídico, a pesar de la insistencia de la derecha y los golpes del Tribunal Supremo al estado de alarma.
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El análisis de lo sucedido en los últimos meses y años por parte de Reino Unido, sin embargo, sí que es similar, a grandes rasgos, al que hace España. El plan incluye un gráfico en el que explica que las hospitalizaciones derivadas de cada caso no han dejado de caer durante 2021, por las vacunas y por una mayor levedad de ómicron que no tiene toda la evidencia científica de su parte pero que los británicos dan por hecha. Sin embargo, en términos absolutos, la explosión de contagios ha causado más muertes que en otras ondas, también en España.
Darias también se acoge, como explicó el miércoles al término del Consejo Interterritorial, a la comparación relativa en vez de la absoluta. La última variante ha puesto la estadística de fallecidos por encima de las olas cuarta y quinta, pero por debajo de la tercera pese a que también coincidió con las navidades y a una transmisión muchísimo más elevada, insiste.
Implícitamente, es un reconocimiento a que la convivencia con el patógeno seguirá causando hospitalizaciones y muertes durante años y que tendremos que aceptarlo. Reino Unido pretende seguir adelante, con un ojo aún puesto en el virus para que "la presión sobre el NHS no sea insostenible". En las próximas semanas comprobaremos si el plan español se parece al británico.