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Un ave fénix llamada María Casares

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

Todas las horas del día

Clara Fuertes

Plaza & Janés (2022)

Saber quién fue María Casares es motivo suficiente para leer esta novela. Una exiliada en Francia que triunfó en el teatro. Meterse en la piel de otros espantó sus males; también los hombres a los que amó porque incluso después de muertos convivió con sus fantasmas. La narración y el personaje que introduce y mantiene en escena a la artista es lo que no me ha convencido tanto.

Ser hija de Santiago Casares Quiroga, ministro del gobierno de la Segunda República de Manuel Azaña, fue condena y fortuna a la vez. Tuvo que huir a Francia en la Guerra Civil con el corazón desgarrado por su Galicia natal pero la fatalidad otorga a veces segundas oportunidades. Con esfuerzo y constancia aprovechó la suya para no bajarse nunca de los escenarios franceses que la adoraron. Me encantan estas sorpresas: mujeres que dejan de ser invisibles gracias a la literatura.

La escritora describe la enorme fuerza interior de María Casares pero también sus sombras en la vertiente profesional y sentimental. Siendo intensísima la primera como motor de su existencia, sus relaciones con Albert Camus y André Schelesser no se quedan atrás. Para llevarnos al alma de ave fénix de María Casares, Clara Fuertes utilizará distintas fórmulas.

Los monólogos de la propia artista y las charlas con sus hombres muertos. El escritor Albert Camus –el amor prohibido porque estaba casado– que la llevará a lo más alto de la pasión y el goce en todos los sentidos y su marido, Schelesser, Dedé, que consiguió rescatarla del pozo con auténtica lealtad.

Los diálogos con los que recuerda el pasado permiten que el lector sepa quiénes y cómo eran y las diferentes formas que es capaz de adoptar el amor. La autora consigue naturalizar esta relación "fantasmal". La ausencia física no es un obstáculo para que estén a su lado.

Para conocer a la María Casares del presente contaremos con el periodista Airas, un novato del oficio al que en 1990 le encargan un reportaje para llegar hasta el fondo y los secretos de una mujer olvidada en España y triunfadora en el país de acogida.

Deberá aprovechar la entrega del Premio Nacional de Teatro de Francia a la actriz para llegar en lo posible al fondo de esta maravillosa mujer que entonces tiene sesenta años y una soledad elegida en una casa de la campiña francesa, lejos del mundanal ruido salvo el de los aplausos que aún recibe por su trayectoria profesional.

Desde dentro del dragón despierto

Es este personaje el que no me convence. La autora tenía que buscar una treta narrativa para cruzar el puente hasta María Casares y esa "entrada por la puerta grande" es tan forzada que no me ha resultado creíble. No se sostiene pero tampoco puedo ahondar en el tema por temor a destripar demasiado de la novela.

Los avances del reportaje periodístico desvelarán datos y detalles importantes para hacernos una composición de lugar sobre los sentimientos y emociones de la protagonista que aunque regresó a Galicia se rompió aún más por dentro al comprobar que las expectativas no siempre se cumplen. La idealización choca a veces con la realidad.

Aunque hay mucha decepción, sinsabores, dolor y soledad en estas páginas prevalece la resiliencia, el empuje de esta gran mujer por seguir adelante que ha dibujado Clara Fuertes. Es de lo que más he disfrutado con Todas las horas del día, del descubrimiento de una artista que hace reflexionar en los imperdonables olvidos –cuántas veces sucede...– de la Historia.

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