LOS ABUSOS DE LAS EMPRESAS

Los sindicatos velan armas ante el envite de los gigantes textiles para ordenar los 50 convenios que los regulan

Trabajadores de Inditex protestan el pasado 25 de noviembre ante una de las tiendas del grupo en A Coruña.

Inditex anunció este miércoles un nuevo máximo histórico de ventas y beneficios en su tercer trimestre, además de un aumento del 24% en las ganancias netas entre febrero y octubre –los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal–: 3.095 millones de euros. Sólo entre el 1 de noviembre y el pasado puente de la Constitución, las marcas del grupo gallego aumentaron sus ventas un 12% respecto a 2021. Poco se han resentido, por tanto, por la huelga de las dependientas de sus tiendas en A Coruña el 24 y 25 de noviembre, en pleno Black Friday. Reclaman una subida salarial acorde con los milmillonarios beneficios del mayor grupo textil español. “Somos la cara visible de la empresa”, se quejan, “pero cobramos menos que los trabajadores de almacenes y logística”. Como Inditex no atiende sus peticiones, volverán a parar el día 23 de este mes, en plena campaña navideña, y el 7 de enero, el inicio de las rebajas. No se recordaba otra protesta igual desde que en 2017 se plantaron durante nueve días las dependientas de Bershka en Pontevedra, que por entonces pedían cobrar lo mismo que sus compañeras de A Coruña, y lo consiguieron: un plus de 130 euros al mes.

Pero no son las de Zara, Bershka o Stradivarius las únicas tiendas con conflicto sindical. También en el Black Friday dejaron de vender las dependientas de Tendam –Springfield, Women’secret, Cortefiel– en el País Vasco. Tras siete años sin subidas salariales, las trabajadoras exigían un aumento acorde con la inflación, mientras la empresa quiere quitarles la libranza de la tarde de los sábados en verano.

Hasta ahora silenciosas, las empleadas del comercio minorista, abonadas al tiempo parcial y a los bajos salarios, se revuelven contra las grandes cadenas de tiendas que presumen de expansión internacional y resultados que mejoran de año en año. En el comercio textil trabajan unas 159.294 personas, según las cifras de un informe publicado por CCOO con ocasión de la campaña del Black Friday. De ellas, el 77% son mujeres. Casi el 17% de las trabajadoras tiene contratos a tiempo parcial, el doble que los hombres. Además, sólo en la construcción hay más fraude laboral que en el comercio: el 13% de los 115.358 contratos temporales transformados en indefinidos por la Inspección de Trabajo en lo que va de año corresponde a este sector de actividad.

A esta precariedad no le ayuda el hecho de que las condiciones laborales de estos trabajadores se rijan por un total de 50 convenios colectivos provinciales y autonómicos. Únicamente hay tres grandes empresas con convenio propio: Primark, JD Sprinter y Kiabi. CCOO cifra en 147.367 los trabajadores a los que se aplican convenios provinciales, de los cuales 27.877 pertenecen a las múltiples marcas de Inditex. Otros 25.648 están empleados en ocho empresas medianas: Tendam –Cortefiel, Springfield, Women’secret, Mango, H&M, Calzedonia, Décimas, Dismoda –Parfois, Inside y Scalpers. Entre Primark, Kiabi y JD Sprinter suman 11.927 trabajadores. El resto corresponde a empresas de menos de 1.000 trabajadores. De ahí que las condiciones laborales de una dependienta de un Zara de A Coruña difieran de la de otra de la misma marca en Burgos. Es un sector heterogéneo y atomizado, resume CCOO.

A ese mapa tan diverso hay que añadir otro problema mayor: el 52% de esas plantillas, 82.498 trabajadores, tienen sus convenios sin renovar. De ellos, 15.843 pertenecen al grupo Inditex. Es decir, más de la mitad de las dependientas de la primera empresa española del sector. Otras 14.215 corresponden a las ocho firmas medianas. También son más de la mitad de sus empleadas. En resumen, de los 50 convenios provinciales del sector 19 están bloqueados o incluso decaídos. Otros 11 llevan negociándose desde principios de este año. Los 20 restantes están en vigor o preacordados, enumera el informe de CCOO. Y ese bloqueo significa que casi 83.000 trabajadores tienen sus sueldos congelados. En plena crisis inflacionista.

El sindicato atribuye a la pandemia parte de la culpa del estancamiento de la negociación colectiva en el sector. Pero también lo achaca a la falta de legitimación y a las “disputas” de las patronales. Ni Inditex ni Cortefiel o Mango y H&M se sientan a la mesa con los sindicatos para negociar los convenios. Lo hacen las respectivas patronales provinciales en nombre también de las tiendas pequeñas. Algunos de estos acuerdos, además, regulan las condiciones laborales de todo el comercio, no sólo del textil. Un cajón de sastre laboral.

Nueva patronal, empresas muy distintas

Sólo unos días antes de que las dependientas de Zara en A Coruña y de Cortefiel en Bilbao salieran a la calle, Inditex, la irlandesa Primark, la sueca H&M, la japonesa Uniqlo y la británica JDSports inscribían en el registro del Ministerio de Trabajo los estatutos de una nueva patronal, Asociación Retail Textil España (ARTE). La noticia fue acogida con sorpresa por parte de la patronal existente, Acotex, e incluso de los sindicatos del sector. Fuentes del grupo gallego, que parece ser el principal impulsor de la iniciativa, explican a infoLibre que el objetivo de la nueva patronal es “atender a una serie de realidades que a veces se quedan cojas” en el marco de relaciones laborales donde se mueven las grandes cadenas textiles.

Unas realidades también muy distintas. Inditex es miembro de Acotex –“con quien vamos a seguir”, aseguran las fuentes—, supera los 40.280 trabajadores en España y tiene beneficios milmillonarios. Primark, con una plantilla de 5.773 empleados –según consta en su memoria de 2019 tiene convenio de empresa propio y facturó en España 1.127 millones de euros en 2021. H&M emplea a 4.000 personas e ingresó 527 millones de euros en 2021, tras ejecutar un ERE para 349 empleados. Acaba de anunciar otro para más de 1.000 trabajadores en todo el mundo cuyo impacto en España aún se desconoce.

Fuera de ARTE, en principio, se han quedado Tendam y Mango, por ejemplo. La primera, con una cifra de negocio de 1.134 millones de euros el año pasado y una plantilla de 6.798 trabajadores, es miembro de Acotex y uno de los de mayor tamaño. Preguntada por este periódico, la empresa de Cortefiel y Women’secret dice que seguirá en esa patronal. También que continuará “regulando sus relaciones laborales vía convenios provinciales”. Pero se ha negado a comentar la creación de ARTE. Tampoco ha querido dar su opinión la cadena de tiendas Mango, que no pertenece a Acotex. Es de las medianas, con 6.034 trabajadores en España y una facturación de 2.234 millones en 2021.

“No supone ningún problema que exista otra patronal, es bueno que el sector y las empresas se unan para defender sus intereses”, responde por su parte Eduardo Zamácola, presidente de Acotex, quien se ofrece a colaborar con ARTE “en aras del bien común”.

Precisamente uno de los motivos que se adivinan tras el paso que han dado las multinacionales textiles para crear una nueva patronal es el de ordenar el confuso mapa de la negociación colectiva provincial. No obstante, las fuentes de Inditex consultadas niegan que quieran abrir la mesa para elaborar un convenio estatal del comercio textil. “Vamos a seguir negociando los convenios provinciales”, aseguran, aunque también subrayan que sus intereses “no siempre confluyen” con los del resto del comercio no textil pese a compartir regulación laboral. También dejan claro que no están “en el mismo barco” que las tiendas pequeñas.

CIG dice no, UGT y CCOO hablan de acuerdo marco

La nueva patronal no se ha puesto aún en contacto ni con Acotex ni con los sindicatos, según indican todos ellos. Pero la CIG, que ha liderado las protestas de las trabajadoras de Inditex en A Coruña y Pontevedra, rechaza cualquier intento de negociar un convenio estatal, más aún si incluye mínimos por debajo de los provinciales. La secretaria nacional de CIG Servizos, Transi Fernández, muestra su “asombro” por la creación de ARTE, cuando “las grandes no participan en la negociación de los convenios provinciales”. ELA-STV, el sindicato que abandera las protestas de la plantilla de Tendam en el País Vasco, reclama también un convenio de empresa, por lo que uno estatal no puede estar más alejado de su concepto de la negociación colectiva.

UGT se encuentra a la espera de saber cuáles son las intenciones de la nueva patronal. La responsable de Comercio del sindicato, Dolores Luna, conjetura que ARTE pretenda negociar un acuerdo marco, pero no cree posible un convenio colectivo estatal, que regula al detalle todas las condiciones de trabajo en el comercio textil. O que la patronal tenga interés en establecer una regulación común para los contratos fijos discontinuos a tiempo parcial, que desde la reforma laboral de diciembre de 2021 sólo se pueden firmar si así lo dispone un convenio sectorial.

Las fuentes de CCOO, en cambio, sostienen que hay circunstancias, legales y organizativas, que impulsan una “solución estatal”. Lo mismo que ha ocurrido ya con las cadenas de comida rápida. Unos 50.000 trabajadores de McDonald’s, Burger King, KFC, Rodilla, La Tagliatella, Tacobell y Goiko tienen desde el pasado octubre su primer convenio colectivo estatal, que les garantiza una salario mínimo de 16.000 euros al año y una reducción de jornada a 1.792 horas al año.

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Sin embargo, en el caso del comercio textil, el sindicato piensa más en un acuerdo marco que en un convenio con una regulación exhaustiva. Por regla general, el primero suele ordenar las clasificaciones profesionales, la salud laboral, la contratación, pero excluye la jornada y los salarios. “El tema salarial es complicado: nosotros pediremos sueldos en la banda alta, pero las empresas no van a querer homologar los salarios de Badajoz a los de Barcelona, por ejemplo”, precisan. En cambio, sí que podría estar en la mira de la nueva patronal regular la contratación de forma homogénea para todo el país. Por ejemplo, para que puedan contratar fijos discontinuos a tiempo parcial en las mismas condiciones en todas las provincias.

Convenios provinciales impugnados

Finalmente, Acotex se limita a recordar que su labor es impulsar la negociación colectiva de los convenios bloqueados o colaborar con la patronales en la negociación de los provinciales “defendiendo los intereses” de sus asociados “grandes, pequeños y medianos”. Lo que no ha sido obstáculo para que la patronal haya impugnado algunos convenios provinciales porque incluían “cláusulas abusivas en función del tamaño de las empresas”, detallan fuentes de Acotex. Tendam también ha impugnado los convenios del comercio de Almería y Sevilla, que establecían condiciones salariales y de jornada por encima de lo que estaba dispuesta a pagar y habían sido negociadas por patronales ajenas a ella y cuya legitimación puso en duda. El resultado de las demandas judiciales es que los convenios terminaron decayendo, añaden por su parte las fuentes de CCOO. La legitimación tanto de las grandes patronales –Acotex es una organización nacida en Madrid como de las pequeñas va a ser precisamente uno de los caballos de batalla de la próxima negociación colectiva del comercio textil.

Sobre la mesa en 2023 se pondrán las condiciones de trabajo de casi 160.000 trabajadores, la inmensa mayoría mujeres, que en algunas provincias cobran menos de 800 euros como salario base. Una dependienta mayor, que es como se denomina a las de mayor antigüedad, tiene un salario bruto de 1.159 euros en Pontevedra. Las trabajadoras de Inditex en A Coruña reclaman una subida de 440 euros para equipararse con los sueldos de otras empresas del grupo gallego. Éste ha firmado un acuerdo con CCOO y UGT por el que les concede un aumento de 183 euros. Las dependientas coruñesas lo han rechazado: un mozo de almacén cobra 1.000 euros más al mes que ellas, protestan. 

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