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La gran ola de contagios en China aleja un fin de la pandemia que en España ya se veía más cerca que nunca

Un hombre realiza un test covid, en Shanghái (China).

Este 31 de diciembre se cumplieron exactamente tres años de la notificación del primer caso de covid-19 en el mundo. Lo que ocurrió a partir de entonces lo conocemos de primera mano, pero lo que todavía no sabemos —porque es complicado vaticinarlo— es cuándo podremos dar por finalizada la pandemia, algo que en España ya parecía tocarse con la punta de los dedos, pero que ha alejado la explosión de contagios que se está volviendo a vivir en China.

La Organización Mundial de Salud (OMS) alertó el pasado 21 de diciembre que los datos de nuevos contagios del gigante asiático impiden vislumbrar, al menos cerca, el fin de la emergencia mundial. Varios científicos de la institución se preguntaron si se puede hablar de "pospandemia" cuando "una parte tan importante del mundo está entrando en su segunda ola". China, que hace algunas semanas empezó a relajar las medidas sanitarias tras el aumento exponencial de las protestas en las calles, se acercó en noviembre a los peores datos de contagios de toda la crisis, algo que en el último mes se ha recrudecido. En concreto, y según información recogida por la CNN, 250 millones de chinos podrían haberse contagiado durante el mes de diciembre. Su Gobierno, en cambio, ha declarado que la situación está "bajo control".

"La situación en China es un desastre total. La transmisión del SARS-CoV-2 se salió de sus cauces al levantarse las restricciones y al bajar la guardia cuando existía una situación de alta vulnerabilidad en gran parte de la población", explica el epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en situaciones de crisis de la OMS Daniel López Acuña, que detalla que la "estrategia de covid cero" que siguió inicialmente el país tenía su "razón de ser" en un territorio tan poblado y con ciudades tan masificadas.

El presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, Óscar Zurriaga, apunta en la misma dirección. Según entiende, el principal problema del gigante asiático radica en el "nacionalismo vacunal", que ha provocado que el Gobierno de Xi Jinping no importe otras dosis, y en la confianza en las medidas restrictivas como única barrera de contención de un virus que, recuerda, se combate desde varios frentes. "En China solo han optado por una política basada en la limitación de movimientos, pero eso se han cercenado los derechos de la población, que es algo que no se podían mantener mucho más tiempo", explica. Al eliminar de golpe esas políticas, se han quedado "colgados" en cuanto a seguridad: ni restricciones ni inmunidad de grupo. "Se han retrotraído a lo que vivimos en España en 2020", lamenta.

La situación, como ya se vio al inicio de la pandemia, no solo afecta a China. Este viernes, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, anunció que España se sumaba a la lista de países que imponen restricciones a los viajeros procedentes del gigante asiático. En concreto, informó de que nuestro país exigirá a los pasajeros procedentes de China un test negativo o la pauta completa de vacunación. "Existe una preocupación compartida a nivel internacional y nacional por la evolución de los contagios en China y por la dificultad que existe a la hora de poder realizar una correcta evaluación de la situación por la escasa información que existe. El caso de China es singular por la política de cero covid que ha tenido o por las bajas tasas de vacunación", explicó la ministra. Estados Unidos, Japón, Malasia, Taiwán, India e Italia han adoptado medidas similares, precisamente poco después de que Xi comunicase que se eliminaban las cuarentenas para los viajeros que quisieran visitar su país.

Pero, ¿existe riesgo real de que la situación en China se extienda? Según explica el exdirector de Sistemas de Salud de la OMS Rafael Bengoa, el aumento de los contagios en el país podría suponer un problema para España —y para el resto del mundo— si las infecciones masivas consiguen que el virus del covid "se transforme y encuentre condiciones para desarrollar otra variante". Ahora mismo, explica, en España siguen predominando los linajes de ómicron, contagiosos pero poco graves, según los datos disponibles desde hace meses. En este momento, y según las últimas cifras publicadas el Ministerio de Sanidad este viernes, la incidencia acumulada entre los mayores de 60 años a siete días se sitúa en 60,48 casos por 100.000 habitantes, pero la tasa de letalidad está en el 3,95% para este grupo de población. "Las vacunas siguen siendo fundamentales, hay que seguir poniendo eso en valor", destaca Zurriaga. Los últimos datos del departamento de Darias indican que el 92,9% de la población de nuestro país tiene la pauta completa de vacunación.

Ha llegado el fin social de la pandemia, pero no su fin biológico

"Estamos infinitamente mejor que hace un año. Las navidades pasadas sufríamos ómicron y luego soportamos un mes de enero terrible. Yo creo que la situación que tenemos ahora nos permite ser optimistas", dice Zurriaga, que recalca que esta afirmación se circunscribe únicamente al ámbito nacional. Como explica, este invierno el covid ha convivido con otros virus respiratorios tradicionales pero desaparecidos gracias a las mascarillas durante los dos años de crisis sanitaria. "Es cierto que aquí también ha jugado un papel importante el cambio climático, que nos ha dejado temperaturas elevadas para la época, pero en cualquier caso estamos viviendo un periodo en cuanto a infectividad que hacía tiempo que no veíamos", celebra.

Quizá sea esa la razón por la que, a juicio de Bengoa, el fin social de la pandemia haya llegado ya a España, aunque destaca que el "fin biológico" todavía no ha aterrizado. "Nadie puede pensar que porque queramos cambiar de comportamiento el virus se va a ir, porque sigue entre nosotros. Sin embargo, nuestro comportamiento ha cambiado, y eso es peligroso porque obviamente el riesgo sigue presente", explica el experto.

En este sentido, el exdirector de Sistemas de Salud de la OMS aleja la tan ansiada conversión del covid en endemia, el objetivo que se persigue desde que estallase la crisis sanitaria. ¿Qué significa esto exactamente? "Que una enfermedad sea endémica implica que esta esté presente de forma consciente e infecte a una fracción de la población. Una endemia es predecible, y si algo hemos visto es que el covid es de todo menos predecible", explica. Más tras lo visto en China.

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Aun así, cree que la primavera de 2022 será el momento en el que podremos afirmar que España no está en pandemia, sino en endemia. "Si el virus sigue sin mutar a nuevas variantes será positivo, y si los datos de las aguas residuales no nos alertan, también. Además, nuestra cobertura vacunal es buena", incide, señalando estos aspectos como primordiales para dar por terminada la fase pandémica y por tanto crítica de la crisis sanitaria.

Zurriaga, por su parte, sitúa un poco más tarde ese final. "Yo creo que no nos vamos a deshacer del virus tan fácilmente. Sobre todo porque todavía tenemos un número de fallecidos diarios que no nos podemos permitir", apunta en la misma línea que Acuña, que establece la necesidad de reducir la transmisión comunitaria a 25 casos por cien mil habitantes y apuesta, además, por garantizar que la inmunidad de grupo sea global. A su juicio, comenzar pronto a tratar el covid como "una enfermedad endémica y dejar que el virus circule libremente solo nos conduce a más contagios, más hospitalizaciones y más fallecimientos".

En cualquier caso, todos los expertos apuntan a que será la OMS, mediante una declaración similar a la que marcó el inicio de la crisis sanitaria, la que tenga que determinar cuándo se pone fin al capítulo global del covid. El propio director de la institución, Tedros Adhamon Ghebreyesus, ya dijo el pasado 10 de diciembre que tenía "confianza" en que en 2023 el covid dejase de "ser considerada una emergencia sanitaria". La explosión china, en cambio, le impedirá cumplir con el deseo. Al menos de momento.

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