El PP no se parece tanto a España como sostiene Feijóo: sus votantes son católicos, casados y de clase media
Una frase muy popular entre los líderes políticos es decir que el partido al que pertenecen "es el que más se parece a España". Esta vez lo dijo Alberto Núñez Feijóo en la clausura de la XXVI Intermunicipal del Partido Popular, rodeado de barones territoriales y arropado por los dos expresidentes populares.
Lo cierto es que para conocer si una formación política se parece más o menos a España, primero, hay que definir qué es España. Y eso es muy complejo. Por escapar de debates filosóficos e históricos y aplicando el principio de parsimonia —aquella que dice que entre diferentes explicaciones posibles para un fenómeno dado, la más simple suele ser la más probable—, compararé en qué medida se parecen los votantes del PP con el electorado en su conjunto.
Es decir, analizaré —a partir de los microdatos del CIS de enero— cómo se configuran estos dos espacios a lo largo de tres ejes: el demográfico, ideológico y las actitudes hacia la política.
Si observamos por sexo, el 51% del electorado es mujer, en cambio, son el 48% de los votantes del PP (-2 puntos netos, debido a efectos de redondeo), una diferencia pequeña pero significativa en un grupo poblacional muy amplio, aunque consigue corregir este déficit con el sexo opuesto (+2).
Por grupos de edad el efecto es más palpable. Los populares empeoran notablemente entre los más jóvenes (9% vs. 16% del electorado, una tasa neta de -7 puntos) aunque compensan con los mayores de 45 años (+8). Puede incluso resultar paradójico, ya que hay más votantes del PP con estudios superiores que con estudios de primer o de segundo grado —más habitual entre las personas mayores.
En cambio, hay bastantes similitudes entre la composición de los votantes del PP y la de los electores en cuanto a su situación laboral. Por ejemplo, 6 de cada 10 votantes de la formación de derecha y del electorado están en situación de trabajar, 1 de 4 son jubilados o pensionistas y 1 de 10 está desempleado.
Aunque, en este primer eje, las diferencias más importantes en la composición de los espacios se da en el estado civil o la religiosidad de los votantes. Esto es, el PP es un partido mayoritariamente de gente casada (56% de su base de votantes, +8 si comparamos con el electorado), pero sobre todo son católicos: 8 de cada 10 votantes definen así su religiosidad, 25 puntos más que entre todos los votantes (54%), lo que significa que los ateos, agnósticos o los indiferentes no tienen tanta cabida en el espacio conservador.
En el segundo eje se comprueba que las diferencias entre ambos grupos de votantes son mayores si añadimos la perspectiva subjetiva del electorado a la hora de definir su posición ideológica y de clase.
Aproximadamente el 40% del electorado se ubica en posiciones de izquierda y centro-izquierda (entre 1 y 4) en la escala ideológica de 1 a 10, un 34% en las posiciones centrales (5 y 6) y un 24% en las posiciones más a la derecha (entre 7 y 10).
Entre los votantes del PP, en cambio, el 40% se coloca en posiciones de derecha y centro-derecha (7-10), 15 puntos más que el electorado en su conjunto. También hay diferencias sustanciales entre votantes de centro: 1 de cada 2 del PP considera ocupar ese espacio ideológico, por tan solo 1 de cada 3 entre todos los votantes.
Las diferencias son más sutiles —pero significativas— en la clase social subjetiva de los entrevistados. Casi la mitad se considera de clase media —aunque la renta que declaran esté lejos de esa definición— y esa cifra incrementa 8 puntos netos si votan al PP.
El fenómeno inverso ocurre con el electorado de clase baja o media-baja. Los votantes populares se definen 6 puntos menos de esta clase que el electorado en su totalidad.
En el tercer eje identifico actitudes hacia la política. Concretamente, cómo valoran los ciudadanos la situación económica en España —en este contexto donde 9 de cada 10 están preocupados por la inflación— y la confianza en el presidente del Gobierno y el líder de la oposición.
La economía no va bien, o eso es lo que creen 2 de cada 3 ciudadanos y 8 de cada 10 votantes del PP, una diferencia neta de 20 puntos. Además, los problemas de índole económico son la primera preocupación para 1 de cada 5 votantes, tanto populares como los demás.
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La confianza del electorado en el presidente del Gobierno (Sánchez) y líder de la oposición (Feijóo) es especialmente baja, algo más acusado en el caso de líder del PSOE, aunque por encima del 65% en ambos casos. Sin embargo, los votantes del PP tienen opiniones más polarizadas al respecto: no confían en Sánchez (98%) pero están entusiasmados con Feijóo (solo el 24% del PP desconfía de él).
Estos datos me sugieren que el Partido Popular —como uno de los dos partidos grandes a nivel estatal— tiene muchos puntos de unión con el electorado, sobre todo en cuestiones demográficas básicas (sexo, estudios, situación laboral). Y, ciertamente, es normal en partidos con expectativas de voto por encima del 30%, que consiguen atraer a grandes grupos poblacionales
Pero las divergencias también están ahí y son muy nítidas, sobre todo en los aspectos más subjetivos —como sentirse de derechas o de clase media y las actitudes hacia la política—, pero también vinculados a valores más conservadores en lo religioso.